El fomento de las bajas pasiones, de la inmoralidad al uso y la más grave inversión de valores morales y con miras de destruir a la familia dominicana, se han convertido en las penosas características de la vida dominicana y desde que el factor político como la clase gobernante, entendieron que se tiene la mejor vía para doblegar anímicamente a los dominicanos.
Debido a ello, de esta degradación absoluta de la moral ciudadana, se tiene la irritante como abusiva exhibición de los peor del alma nacional representada por ese grupo y en gran mayoría, de chulos, prostitutas y delincuentes sociales y de asaltantes y sicarios disfrazados de comentaristas radiales y televisivos y desde que su mascaron de proa, alofoque y que es la referencia y lo que debe puntualizarse, a una acción que se toma a la ligera y sin pensar mucho en las represalias que dicha acción pueda tener y a nadie en particular. Dicho término surgió en uno de esos intentos de españolizar la palabra “Fucker” terminando en “a lo fucker”, un poco como “a lo loco”.
Si bien la modalidad comunicacional implica cierta creatividad, no lo es menos, que con su accionar, se fomenta la terrible contracultura de los latinos en EEUU y de origen caribeño y que, en este país, el mismo Estado, los políticos y sus gobiernos han tomado como un mecanismo ligero de manipulación pública y mediática dirigido a anular el criterio propio, la voluntad, la decencia personal y para hacer de los ciudadanos, zombis que solo respondan a los sentidos y las bajas pasiones y desde luego, también a las amenazas.
Por tal degradación a gran escala, los políticos hacen lo que quieran, asaltar al Estado ya no les importa, el qué dirán mucho menos y de esta forma el dominicano de clase media baja a pueblo termina degradándose dentro de un lodazal inmoral que impide el libre albedrío y que provoca, que quienes se dejan arrastrar no tengan capacidad de pensar y mucho menos, que como electores pudieran ejercer su libertad de escogencia.
Con la indecente repartidera de cargos públicos de elección y mediante el subterfugio de las reservas de candidaturas, se entiende que el pandillerismo político y como nunca, va ahora por todas para convertir las elecciones de febrero y mayo 2024 en un tremendo como colosal fraude electoral, por el que los ciudadanos dejan de serlo y se convierten en esclavos de la partidocracia y en su expresión más infame y lo más grave, que la mayoría de los medios de comunicación y de información de masas, sus periodistas y reporteros han sido convertidos en dóciles instrumentos de ese bandolerismo social que ahoga a la República. (DAG-OJO) 28.06-2023- el país político-
