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Increíblemente y 30 años luego, las lluvias amazónicas atacan el territorio nacional y el sistema de defensa civil es un verdadero desastre en el que la politiquería y la demagogia imperan

Los dominicanos deberíamos sentir vergüenza de nosotros mismos, al ver lo babosos, irresponsables y sinvergüenzas que somos en materia de nuestra propia defensa y al momento que la naturaleza se vuelca sobre el territorio nacional con su fuerza inexpugnable y ahora como efecto decisivo del devastador cambio climático del que pocos creen.

Son miles de miles de millones de pesos que destinamos todos los años para nuestra propia seguridad civil en materia medioambiental y lo que se comprueba viendo y como la demagogia, la desfachatez y la sinvergüencería política se han institucionalizado y fundamentalmente en base al abusivo “efecto PRD”, ese que impone la anarquía en la vida nacional y hace del bandolerismo político y social el arma de reglamento de esa partidocracia infame que compuesta por una mayoría de desalmados y delincuentes de cuello blanco, no hace lo necesario como para que este país se establezca como una nación plenamente institucionalizada y en lo que tiene gran culpa ese partido y ahora disfrazado de PRM.

Ahora se ha entrado en un periodo incómodo y regular de fuertes lluvias, que por su dimensión y gravedad hay que entenderlas como amazónicas y ni uno de los gobiernos municipales, ayuntamientos o distritos municipales, aplican los dineros que debieron presupuestarse para fines de emergencias y de golpe y como todos los años, el desamparo vuelve a todas las capas sociales en las poblaciones más pobres de nuestros campos y ciudades.

Debido a semejante irresponsabilidad colectiva, un país como este y con una fuerte económica emergente, se muestra en toda su crudeza como uno tercermundista en el que la irresponsabilidad cunde y quienes gobiernan a todos los niveles institucionales hacen de la demagogia y la falta de escrúpulos, la especie de escudo protector que blinda su desmedido afán de lucro y teniendo como careta la corrupción a gran escala más desenfrenada.

Se ha llegado a unos niveles de abandono social tan extremos, que los mismos ciudadanos hacen como justifican sus particulares deserciones de responsabilidad cívica y lo que se nota con amplitud en esos teteos bajo la lluvia de jugadores de dominó y junto a libaciones de bebidas alcohólicas y con un desenfreno tan acusado  y como ocurriera ayer en pleno vendaval, que drogas e inconductas de todas clases toman a dominio los barrios populares del Gran Santo Domingo, donde la subcultura alofoke del bajo mundo de los inmigrantes dominicanos de Nueva York, se impone con la fuerza bruta de cuando sus auspiciadores saben que están protegidos por el poder político y en su expresión más irresponsable.

Ya mismo tenemos una de lluvias y de ríos inundados y su correspondiente resultado de vidas humanas en peligro, daños a la propiedad pública y también privada y la desagradable actuación de tantas autoridades municipales busca cámaras, haciendo creer que trabajan o que están interesadas en resolverle a los que las riadas han dejado desamparados, mientras hay carreteras y caminos vecinales cortados, en tanto los políticos en las instancias administrativas del gobierno central como de los gobiernos municipales y como ya se encuentran en su carrera contra el tiempo al estar en una de esas campañas electorales de más comparsas que otra cosa y ofreciendo villas y castillas, no pierden la oportunidad para mostrar sus falsedades y alardes de demagogia  indecente y vulgar.

Todos estos años, los dominicanos vemos como miles de millones de pesos del presupuesto público del que deberían de salir los capítulos especializados para fines de emergencias naturales, son desviados a los intereses electorales del momento y en lo que se lleva más de 30 años despilfarrando esfuerzos y dineros de los contribuyentes.

Así se descubre, que si a nivel de la población la ausencia de civilidad y civismo es el cáncer que corroe a las familias de clase media a baja burguesía, peor el comportamiento de las clases populares en donde las inconductas se presentan como un pálido reflejo de sus políticos y dirigentes. Ayer y en pleno diluvio y porque un camión cervecero se volcaba, cientos de individuos salieron de improviso a saquearlo y en lo que debe puntualizarse, que ni las iglesias y sus ministros, sacerdotes y diáconos, se salvan de no ser juzgados y vistos con ojos críticos ante la amplia deserción de responsabilidades cívicas y falta de honradez que todos muestran.

Por ejemplo, lo lógico debería de ser, que cada gobierno municipal tuviera un plan previsto para enfrentar este tipo de situación natural desbordada y mucho más, teniendo un esquema de trabajo en el que se puntualice qué ríos y arroyos de cada colectividad, en estos casos su curso se desborda y para entonces, vigilar que las personas y familias no construyan en lechos secos o que los gobiernos municipales, habiendo hecho esa auditoría, le hagan saber al gobierno central en qué lugares de sus territorios deben ser construidos embalses que cubran las reservas necesarias de aguas para el consumo humano.

Pero nada de esto se hace y todos los años vemos lo mismo, millones de litros de agua en curso desenfrenado y perdiéndose en el mar, cuando esas aguas deberían ser aprovechadas en embalses-presas para periodos de sequía y enlazados con canales de riego.

De Balaguer para acá y saltando a Leonel y Danilo, es poco lo que las administraciones públicas han hecho para cubrir las necesidades de agua para sus ciudadanos, mientras de otro lado, los municipios aprovechan los cursos de río y arroyos para instalar especie de “balnearios” y en pleno centro de esos cursos de agua y exponiéndose, que al llegar una riada y como acaba de ocurrir en Bonao, en el río Fula, cinco “vacacionistas” expertos en la borrachera y el descontrol perdieron la vida, mientras ninguna autoridad hace lo necesario para que esa especie de suicidio social colectivo sea prohibido.

Se vive pues entre el desenfreno y la locura, la irresponsabilidad social y la corrupción de vida y costumbres y que es el factor que nos hace decir y sin ninguna esperanza de que haya corrección y al no tener autoridades cívicamente responsables, que increíblemente y 30 años luego, las lluvias amazónicas atacan el territorio nacional y el sistema de defensa civil es un verdadero desastre en el que la politiquería y la demagogia imperan. (DAG) 19.11.2023

 

 

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