Ayer fue una especie de festival de aparentes lealtades por parte de formaciones políticas minoritarias o de alquiler, pugnando por montarse en el carro del triunfo de aquel candidato presidencial que entienden será el ganancioso y de esa forma, garantizarse que la JCE le reconozca legitimidad para los próximos cuatro años.
La búsqueda de esa legitimidad no es nada baladí. Se trata, de que, como prestanombres, eso partidos logran tener acceso al presupuesto de la Junta Central Electoral en su parte de subsidios a partidos “de acuerdo con la cantidad de votos obtenidos en la última elección” y que están garantizados cuando se trata del partido fuerte que lograra la candidatura presidencial gananciosa.
Así que tanto apresuramiento por dejarse ver o comprar, resulta que es lo propio de quien, como formación política, asume que su sí le reditúa ganancias millonarias para los cuatro años siguientes.
Hasta ahí y en un sistema clientelista como el dominicano, se puede hablar de que se trata de la operación matemática más natural del mundo y sabiéndose, que después que se pasa de la fase de la nominación del candidato presidencial, entra la otra clientelista, en la que a cañonazos de papeletas la militancia de que se trate sale apresurada a buscarse lo suyo y haciendo lo imposible porque su candidato gane.
Se entra entonces a la fase del gran circo, en el que las trampas son preconcebidas y las compras de votos y al por mayor y al detalle, vienen siendo algo así como el pan nuestro de cada día.
Ya establecidos entonces los candidatos y partidos que competirán y en base a sus mañas y trampas en las elecciones de que se trate, en este caso las dos del 2024. Una en febrero y la otra en mayo y una tercera si treinta días después de la última, haya que ir a una segunda vuelta, entra el tercer invitado no expresamente convidado: El sector mediático y el que en base a cuanto ganar y como apostar, garantiza a las candidaturas, toda posibilidad de lograr el monopolio propagandístico mediático.
Pero ni cumpliendo con las fases anteriores, nadie está garantizado de ganar, si los lideres partidarios y candidatos no inician la romería de visitar los altares del empresariado, así como de los poderes fácticos y en donde el tú me das y yo te doy es la pieza de decisión general y ni hablar, si antes de entrar en el sanedrín empresarial, partidos y candidatos no caen de rodillas ante el altar mayor de la Conferencia del Episcopado Dominicano, la que con sus “rezos” oportunos e influencias derivadas de su propio poder económico, hacen el resto.
Logrado que los grandes poderes que deciden sobre la decisión que “el pueblo votante” decidirá electoralmente, se entra entonces en la campaña electoral desatada de acuerdo con los parámetros dominicanos y en donde todo vale con tal de lograr ganar los comicios.
Aquí entra ahora la demagogia y la desfachatez de la mayoría de los candidatos y quienes tienen de común, de que con una cara dura tremenda ofrecen “villas y castillas”, prometen de todo y si se está en las nóminas de los poderes de elección: Ejecutivo, Legislativo y municipal, se va con una ventaja “objetiva” gracias a los presupuestos que se manejan, mientras que quienes son simples aspirantes sin nómina alguna, se las ven y se las desean para marcar diferencia a favor y frente a los que ya están posicionados gracias a los tres poderes que tienen presupuestos ilimitados “para convencer”.
Sin embargo y cuando cualquier observador debería entender que ya los candidatos deben aspirar e imponerse por sus propias capacidades, hace presencia la especie de “ángel de la guarda” de los programas de radio, televisión, internet y en las redes sociales, de la mafia de los periodistas, comunicadores y opinantes con títulos de analistas, haciendo malabares para que la nación, cuyo público ya conoce de que pie cojean en materia de privilegios, dineros y sinecuras y de todo el arcoíris político, siempre están listos para recibir y para que quienes pagan se garanticen las coberturas y opiniones “más objetivas o creíbles” y ni hablar de las encuestas por encargos, que es un supuesto ramal profesional de "opiniones técnicas".
En esta fase, los malabarismos que se hacen son extraordinarios, pues ya no es el convencer al candidato o candidatos a los que se sirve “con gran independencia periodística” sino que todos estos expositores vividores, verdaderos farsantes de opinión en su especie, tienen también que cuidarse de que a los barones mediáticos en los que sus medios se difunden, estos estén complacidos con lo que hacen y lo más importante, que todos obtengan beneficios futuros para sus propios medios y negocios, mientras estos “expositores” se la buscan con cada candidato presidencial, para que, el que gane les premie con una embajada o un jugoso contrato publicitario o un cargo público, de esos de “dignidad económica cierta”.
Cómo el lector habrá notado, para nada, el futuro votante es tomado en cuenta y sí para hacer bulto en las manifestaciones y mítines a los que van arreados y como si ganado vacuno fueran y es que al elector y en este sistema tan corrompido como corruptor, solo se le asigna el papel de prestamista de su libertad de decisión de escogencia y nada más.
Así las cosas, bien que se puede decir de los candidatos y tanto a legisladores, alcaldes o regidores y ni que decir de los presidenciales, que su única meta y apropósito, es el de prometer y cuanto más mejor, aunque para estas elecciones hay un factor que de suyo inquiera. Dos partidos opositores han estado en el poder desde el 2004 al 2020, sus presidentes y dicho sin ofender, son lo más parecido a maestros del engaño, mientras que los otros que se mueven o dirigen desde el mundo oficial, tampoco es que sean unas monjas piadosas, pero quienes tienen que frenarse al depender del candidato mayor, el presidente candidato a la reelección y quien como lo más parecido a un Dios de lo imprevisible: Manda ordena y castiga.
Precisamente por esta realidad tan maniquea, planteamos, que independientemente de que al final se cuestionen esas alianzas apresuradas entre partidos y candidatos, sin duda que como efecto político propagandístico cubre sus objetivos: Sorprender, aturdir y también confundir. Con Dios. (DAG) 30.10.2023