lunes, junio 17, 2024
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Indudablemente que la precampaña electoral se inició el pasado día 16 con la alocución a la nación del presidente Luis Abinader, quien de ese modo entendía que debía ofrecer su versión directa de como entiende que va su gobierno

Imposible no estar de acuerdo con el derecho que el presidente de la República tiene a ejercer su libre expresión de ciudadano involucrado de lleno en el destino de la vida nacional, cuando es precisamente el primer mandatario el hacedor en este tiempo del destino nacional.

Por lo tanto, cuanto haya dicho y como en efecto lo resaltamos, tiene que ser visto y entendido como la fase correcta de contacto de opinión que a Abinader le corresponde y sin que por ello hubiese que emitir juicios valorativos ni a favor ni en contra y solo sí, aceptar que los ciudadanos debemos entender la opinión del gobernante como ese punto de partida para tratar de comprender sus políticas y hasta su misma visión de cómo ve el futuro inmediato.

Ahora bien, que se sea condescendiente con ese derecho que le asiste, no es para considerar que todo cuanto haya dicho sea verdad divina y sí como el mecanismo de expresión a mano para conectar con una opinión pública prisionera, que acostumbrada a sentir y entender que las políticas gubernamentales siempre deben ser favorables, se debate en el duro criterio de todavía no entender el por qué la inflación que agobia tiene que ser vista desde el proceso de inicio de la pandemia y acentuado luego con los efectos económicos de la guerra de Rusia contra Ucrania y la otra tan chocante de las principales economías occidentales queriendo hacer de la gran nación eslava un reducto de quiebra masiva de su economía y a propósito de la guerra comercial punitiva que Occidente libra contra ella y con el pretexto del fenómeno bélico.

 Y lo que debe precisarse, porque todavía hay dominicanos, que no entienden o no quieren entender, que en este mundo de información globalizada y digital que se tiene y de solo a un clic para enterarnos de lo que aconteció en el último segundo, los efectos de las políticas gubernamentales entre las naciones se encuentran íntimamente interrelacionadas y por ello, que lo que acontezca en otro país y sin importar la distancia, tiene que ver con la evolución poca que mucha de nuestra economía.

Recuérdese que antes de febrero de este año, de lo que se hablaba era del aumento de los costos del transporte marítimo de mercancías y debido a una ocurrencia en China, que afectó el mercado global y en razón de lo cual, el trasporte marítimo de mercancías se disparó a unos niveles, que primero afectó los costos promedio de traslado y por vía de consecuencia, tuvo que ver con la elevación de los precios de las mercancías provenientes básicamente desde la llamada factoría del planeta y arrastrando las reposiciones de inventario de todo el comercio mundial a niveles críticos en materia de no satisfacción de tiempos programados.

Si todo ese proceso tan traumático se toma en cuenta, por obligación hay que entender el volátil proceso inflacionario que está llevando a grandes economías como la estadounidense y algunas europeas a rozar los límites de lo que podría devenir en una situación de estancamiento con inflación que no sería grata para ninguna economía y porque los costos operativos podrían dispararse a niveles tan preocupantes que los presupuestos de todas las economía y con sus más y sus menos, podrían quedar afectados.

Sin embargo, dentro de semejante maremágnum, ahora acentuado por las siete medidas de sanciones económicas contra Rusia, la situación de volatilidad financiera tiende a expandirse y lo que, de suyo, también provoca que los gobiernos se las vean y se las deseen tratando de explicarles a sus pueblos cual es el tipo de manejo que, en las presentes circunstancias, todos los ciudadanos deberíamos entender y lo que naturalmente, no es nada fácil.

De ahí que en el caso dominicano y debido ciertamente a las acciones y decisiones de alta economía de Estado que el presidente Abinader y su equipo de tecnócratas ha implementado, la economía dominicana y hasta ahora, ha podido capear la tempestad económica y financiera planetaria y que caracterizada porque nuestra economía tiene ahora mucho más ingresos que antes de toda esta cadena de ocurrencias fortuitas extranjeras y el gobierno ha implementado un riguroso control de sus gastos, contra todo pronóstico, ha dado el resultado de disponer de una liquidez tan oportuna como extraordinaria que va ya casi para un año y para poner un caso, que los subsidios a los combustibles han logrado disminuir los peligros de una inflación descontrolada y que si todavía la misma amenaza, no es tanto por factores externos o por el gobierno, sino porque el capitalismo salvaje que en este país sus clases económicas y financieras practican y con esas muestras de afán de lucro extremo, que son las iniciativas, que si Abinader, se descuidara pudieran hacer que la economía se le fuera de las manos.

Y lo que no ha ocurrido, gracias a que Abinader ha estado diligente y al acecho, ¿acaso ya no se recuerda, cuando en julio de 2021 el presidente debió encarar a los grupos económicos y financieros y al alto comercio y al observar ese demoniaco afán de lucro extremo, que si no controlaba podría incluso afectar la gobernabilidad a nivel nacional? Ahí están los periódicos escritos          que tienen en sus archivos aquellas declaraciones, ocurridas pocas horas antes del magnicidio en Haití y en las que, entre otras cosas, el presidente dijo que estaba dispuesto a encarar y enfrentar a los capitanes de empresas y financieros que no se ajustarán a los requerimientos propios de la salvaguarda de los intereses nacionales. Y lo que logró.

Entonces fue la cosa más natural del mundo, que el 16 pasado, Abinader se hubiese mostrado orgulloso de sus iniciativas y políticas económicas y financieras y las que debía proclamar, entre otras cosas, porque por su autoridad moral de ser un presidente que no le roba al erario ni al dinero de los contribuyentes, tenía la autoridad moral suficiente para poner las cosas dentro de un contexto real y mucho más, cuando en su camino, la Constitución de la República le autoriza su reelección constitucional.

Ahora tenemos que como paso natural del proceso preelectoral iniciado el 16, que empiecen a darse los muestreos de opinión aleatorios e interesados de los empresarios y concomitantemente, el desfile del inicio de las llamadas “encuestas de percepción”, en las que los llamados “intereses creados” hacen sus rejuegos de posicionamiento y con miras de ver que les podría indicar el mercado electoral o cuanto esas encuestas podrían afectar la percepción ciudadana.

Ha habido una y de hace pocos días, por la que se nos dice, que entrevistados 1,200 ciudadanos, ellos han sido la dudosa muestra de lo que pensamos los siete millones de electores registrados, respecto a la reelección constitucional y el momento político preelectoral. Sin pretender descartarla y burlarnos de sus resultados, sí decimos, que todos debemos de recordar, que se trata de una percepción pasajera que necesariamente no será la misma para la última semana previa a las elecciones en mayo de 2024. No así en lo que tiene que ver con Abinader, quien como es natural, debe juzgarlas o entenderlas, esa y todas las otras que sigan, como el necesario punto de enfoque que pueda arrojar luz a su propia percepción personal por sí mismo y sin perder de vista sus propios objetivos gubernativos y electorales.

Al considerar todos estos detalles, los lectores entenderán el por qué decimos, que Indudablemente que la precampaña electoral se inició el pasado día 16 con la alocución a la nación del presidente Luis Abinader, quien de ese modo entendía que debía ofrecer su versión directa de como entiende que va su gobierno. Hasta ahora el gobierno va relativamente bien y por supuesto que debe hacer más y sabiendo, que unos indicadores aparentemente auspiciosos de simpatía y popularidad tampoco debería de ser que se les entendieran como si fueran verdad divina. Lo que no debe ser y sí mantener los pies sobre la tierra y mucho más, cuando el gobierno no ha podido lograr que se le vea como el de todos los dominicanos y solo sí de sus socios plutocráticos y de su PRM. (DAG)

 

 

 

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