La campaña de Podemos contra Ayuso

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La izquierda política y mediática se pone muy nerviosa si se recuerdan los pactos de Sánchez con los filoetarras. No se puede utilizar la frase «que os vote Txapote». Moncloa ha «decretado», dicho irónicamente, que el escándalo de las listas de Bildu con etarras ya ha terminado. El comunismo y sus adláteres siempre han sido muy proclives al pensamiento único y al adoctrinamiento, pero ahora es una enfermedad que afecta al socialismo. Es una consecuencia del autoritarismo democrático. Hay que hablar sobre aquellos temas que interesan o convienen al gran líder mundial y a sus palmeros. Durante muchos años fue una referencia obligada el ejemplo del PRI como partido único tras la Revolución Mexicana. Le gustaba mucho a Felipe González. Una oposición con un centenar de diputados, escenas de sofá y dedicarse a sus bonsáis y la política internacional. Es lo que complacería a Sánchez, porque es el mejor gestor público de la Historia y un experto en economía digno de recibir el Nobel de esta materia, pero también un referente en Política Internacional que ilumina el mundo en estos aciagos días. Por tanto, también digno merecedor del Nobel de la Paz.

Esta doble vara de medir de la izquierda la encontramos con la infecta y repugnante campaña de Podemos contra Ayuso. No me extraña, porque Iglesias y sus acólitas consideran que lo normal es utilizar la mentira y la manipulación. Lo vimos el otro día con la camiseta de Belarra con la cara del hermano de Ayuso. Alguien comenzó esta indigna campaña contra una persona honorable y la anterior dirección del PP se apuntó a ella por unos celos enfermizos. La última actuación del equipo de Pablo ha sido colgar una lona en el distrito de Salamanca con la foto del hermano y el lema de «¡Hay que echarlos!». Fue totalmente exonerado, porque era inocente, e incluso la Fiscalía Europea archivo el tema. Esta es la repugnante propaganda de Podemos. Tomás es un profesional y una excelente persona al que quieren destruir con el apoyo de los medios de comunicación que callan ante esta indignidad. Por: Francisco Marhuenda [La Razón]