La colonización de las instituciones

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Hay decisiones que resultan incomprensibles. El líder de la oposición no es un personaje político menor al que se pueda vetar de forma arbitraria, como si la Administración fuera un patrimonio del Gobierno. Es lo que ha sucedido con la decisión de impedir que Feijóo pueda visitar a las tropas españolas desplegadas en Letonia. Las Fuerzas Armadas no están al servicio de La Moncloa, sino que son una parte muy importante de la Administración. Es bueno recordar que no es un instrumento político y mucho menos partidista. Nunca tiene que serlo.

Otra cuestión es que la Administración y los funcionarios que prestan servicio en ella tengan que seguir las directrices gubernamentales, aunque, resulte una obviedad recordarlo, de acuerdo con el principio de legalidad y a la sujeción a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico recogidos en el artículo 9. Soy consciente de que es algo que no entienden Iglesias y sus acólitas, pero esperaba más de los dirigentes socialistas.

La izquierda tiene una concepción patrimonialista del sector público y lo asaltan con una desfachatez sorprendente. Esta colonización es otro efecto indeseable del deterioro institucional que vivimos desde hace unos años.

Sánchez utiliza su cargo como presidente del Gobierno para visitar a las tropas españolas cuando considera conveniente. Está en su derecho, aunque en ocasiones la maquinaria propagandística de La Moncloa incurra en excesos realmente cuestionables. La proximidad de las elecciones ha conducido a unos niveles nunca alcanzados en el pasado. El presidente se ha convertido en un candidato en permanente campaña electoral. No pongo en duda la legalidad, pero en la democracia es tan importante el fondo como las formas. Lo que resulta insólito es que se aduzca que estas visitas deben ser planificadas. No parece que sea complicado, teniendo en cuenta que el presidente y otros miembros del Gobierno no tienen estos problemas logísticos. La reacción gubernamental es una clara muestra de inseguridad, así como un comportamiento tan arbitrario como reprobable.

La cuestión es determinar si es o no razonable que el líder de la oposición pueda visitar a un ejército que es de todos los españoles. ¿Es o no positivo que les pueda transmitir su respeto, apoyo y admiración por la labor que realizan? Moncloa no quiere. Por: Francisco Marhuenda [La Razón]