lunes, julio 1, 2024
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La desvergüenza del dominicano que no cree ni tiene fe en su país y no haciendo lo necesario para enfrentar una inmigración descontrolada y supuesta “invasión” desde Haití y como pretexto para no ver sus propias fallas y faltas

Diez años han bastado para que dos nuevas generaciones de dominicanos que no creen en su patria hubiesen logrado y desde las infames redes sociales, que no menos tres millones de dominicanos jóvenes y a gritos, reclamen huir de su patria y con el pretexto de que supuestamente “Haití nos está invadiendo y robándose nuestra nación” y lo que rotundamente nunca ha sido verdad.

En lo político, todo este desmadre contra la dominicanidad ocurre, como expresión de los peor de la llamada supuesta izquierda revolucionaria dominicana, cuyos integrantes, llenos de odio contra su misma nación, son los primeros en difamar e injuriar la dominicanidad y como nunca generaciones anteriores hubiesen hecho o imaginado.

Se trata, simple y terriblemente, de un montón de fracasados incapaces de desenvolverse dentro de una realidad y que como en cualquier otra nación, nunca es la que se quisiera y por el hecho real, de que siempre se nace en un país -cualquier país- en el que los que llegan se encuentran con que tienen que enfrentar la realidad creada por otros, pero a la que la misma naturaleza facilita las cosas para que la misma evolucione y se renove.

Es decir, desde que se nace, la naturaleza es hostil para el nuevo que llega y exactamente igual, teniendo que enfrentar la natural resistencia del que ya está en su hábitat y ambiente y no quiere que nadie extraño se lo cambie. Justo lo que ocurre cuando se llega a un lugar nuevo y los que están, oponen resistencia al recién llegado.

Lamentablemente y más marcado en las generaciones alfabetizadas por internet, el principio patrio se difumina cada vez más dentro de uno aparentemente internacionalista de nacionalidad colectiva compartida y que de lograrse, es el primer paso para que las naciones pierdan sus identidades.

Por ejemplo, se habla de La Federación de Rusia como una nación de naciones, al ocupar la mayor superficie ocupada por país alguno, pero se olvida, que la Unión Europea tiene las mismas normas y de suyo, es también una nación continente compuesta por una treintena de naciones y ni hablar de África, continente por sí misma y de cincuenta y tantas naciones, mientras en el continente americano, todas sus naciones al sur del Rio Grande e incluyendo el rosario de islas-estados caribeñas, sus pueblos, no han llegado a entender, que todos ellos y en sí, son parte de un solo continente y que comenzando en Alaska y terminando en Tierra del Fuego, es la expresión de la contrapartida rusa en esta parte del mundo. Rusia con su capital en Moscú y América con su capital en Washington.

Es por eso, que mientras geográficamente se pertenece a una nación macro, en lo individual, cada país contenido en la misma conserva su individualidad e idiosincrasia y sin perder su propio rasgo nacional.

Ahora bien, la diferencia en materia de percepción e individualidad, la ofrecen las culturas autóctonas y en ahí en donde se templa el hierro de la fortaleza individual del ciudadano de cada país.

Ahí se tiene y cuando se ahonda en esta realidad, se da la gran contradicción y que es el caso dominicano, de tantos, que, habiendo sido incapaces de innovar sobre lo recibido, prefieren en cambio, ahondar sus frustraciones tirando las culpas de sus propias incapacidades e incompetencias a otros. A los haitianos por un lado y a los inmigrantes dominicanos y preferiblemente los de EEUU y particularmente los nacidos o residentes en Nueva York.

Entonces, se nota la presencia de un desarraigado que quiere que los del lar nativo también lo sean y como mecanismo que justifique su odio hacia esa burguesía avariciosa, que mal que bien, ha ayudado a crear y dar pasos de avance en la prosperidad nacional y la fortaleza de sus instituciones.

Estos desarraigados dominicanyorks y para denominarlos de algún modo, en gran medida y en particular, una mayoría, no hacen por ayudar a que su país crezca institucionalmente y económicamente y de ahí la penetración que realizan en materia de drogas, contrabando y lavado de activos e importar esa subcultura de degenerados que ahora se ha establecido en los dominicanos de doce a treinta y cinco años y quienes con sus teteos, libertinaje sexual y degradación moral, hacen lo imposible porque República Dominicana desaparezca como tal.

Apareciendo entonces, ese afán tan negativo, de que el país sea fusionado con EEUU o meter ese miedo absurdo de que supuestamente Haití nos invade, cuando el país vecino y a diferencia del dominicano, dentro del caos en el que vive, lucha desde su interior por sobrevivir como nación y fortalecer su independencia.

La percepción general es que la mayoría de los dominicanos de ahora, no quieren que su país continue existiendo como nación libre e independiente y como cobardes han desertado como nacionales del país que realmente desprecian y entonces viene la cruda realidad, que, si no fuera por la burguesía criolla y sus mejores jefes políticos y unos como dictadores y los más como alcahuetes de los primeros, haría rato que la República habría desaparecido.

Solo hay que verlos en su comportamiento en el exterior y nos referimos a sus trasplantados, es decir, inmigrantes propios: Tienen vergüenza de decir que son dominicanos, subestiman a su misma nación y llenos de ese resentimiento de siervos, buscan en terceros países, todo cuando de realidad positiva deberían de ver en el suyo.

Concomitantemente, todos esos desertores de la dominicanidad, solo hablan de que el extranjero supuestamente “lo tiene todo”, pero no observan, que si más de un millón de haitianos trabaja en el país que les forjó la diestra mano de obra que tiene ahora, es porque hay un fuerte grupo nacional dominicano que no quiere trabajar y sí vivir de lo fácil, de la droga, de la concupiscencia, el libertinaje sexual y la corrupción de hábitos y vida más indignos y que es la verdadera razón, de que este país está como si estuviera dando tumbos y con una clase política de ladrones y saqueadores y con un gobierno de ilusos que entienden que pueden hacer lo que quieran con su destino, mientras se enriquecen innoblemente y destruyen todo cuanto de activos positivos, gobiernos anteriores y sus hombres de Estado crearon.

Generándose  la realidad distorsionada, de que vamos hacia el despeñadero y si Dios no mete su mano, es un destino que parecería que no nos lo despinta nadie y mucho más, cuando una fuerte mayoría nacional y vergüenza es decirlo, no tiene fe en su país y su gente, recalquémoslo, son los peores que hablan pestes de su propia nación.

Pero como la corrupción se ha metido en la vida nacional y desde su corrompida clase civil, a gritos, lo que estamos viendo, es como y en el horizonte, un régimen de uniforme de nacionalismo arbitrario podría surgir, mientras un presidente como Luis Abinader, no se muestra todo lo capaz que debería, para evitar una nueva tragedia institucional nacional y de la que él, en caso de surgir, sería uno de sus grandes culpables.

De este modo y mientras el hacha va y viene, preferimos puntualizar y como advertencia, que la desvergüenza del dominicano que no cree ni tiene fe en su país y no haciendo lo necesario para enfrentar una inmigración descontrolada y supuesta “invasión” desde Haití y como pretexto, para no ver sus propias fallas y faltas. Con Dios. (DAG) 29.06.2024

 

 

 

 

 

 

 

 

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