Si se recuerda, que cuando la Segunda Guerra Mundial y concretamente en el 1944, EEUU era una potencia regional que quería mantenerse aislada del resto del mundo y aun así, las circunstancias le obligaron a participar en la contienda y salir de la misma como única potencia global, se entenderá, el por qué el llamado “gobierno en la sombra”, que no tiene nada que ver con la Casa Blanca, utiliza a Trump y para ver si por sus actuaciones de matón de barrio, recobra su vieja autoridad de única potencia unipolar.
Recuérdese, que las potencias de aquel tiempo y con Reino Unido a la cabeza y mediante el replanteamiento de fuerzas que se dio a raíz de la derrota del nazismo y gracias a la responsabilidad y mayor cuota de sangre que recayó en la URSS y su ejército rojo, que es el que en definitiva derrota a la Alemania nazi, quedaron marcadas por un nuevo escenario posbélico a partir de la conferencia de Teherán así como la de Yalta y de la que surgieron las nuevas potencias globales y regionales: EEUU y la URSS y marcando el declive global del imperio inglés.
A partir de los años cuarenta (mediados) las dos grandes potencias marcaron territorio: Europa fue repartida entre ambas y el resto del mundo y después de la derrota de Japón y anteriormente la de la Italia de Mussolini, definitivamente quedó en lo más parecido a compartimientos estancos en los que los países apreciaban o definían sus lealtades.
Desde entonces y ya van 81 años, Washington se consolidó como la primera potencia económica global y en cierto modo, como el prestamista para el resto del mundo (Tratado Marshall y que fue un programa de ayuda económica de Estados Unidos a Europa tras la Segunda Guerra Mundial) pero descuidando, que en la medida que dejaba a Europa en manos de sus estadistas y la URSS se imponía en todo lo suyo, EEUU descuidó su espalda y a partir de Nixon y Kissinger se abrió a una China Popular que todavía era un conjunto de pueblos y naciones de manufactura artesanal y copista.
Por ese resultado, EEUU y en su ego, su clase dirigente no entendió, que en la medida que facilitaba sus conocimientos y tecnologías y sobre todo su financiamiento y prejuiciado criterio respecto a una mentalidad china que siempre entendió aislacionista, no previó, que cuarenta años después y por sus propias capacidades y conocimientos de su pueblo, el ahora gigante asiático, comenzaba a erguirse y proyectarse como la futura potencia económica global y la que ahora tiene al resto del mundo a sus pies y tanto, que en lo que respecta a EEUU, su economía, al principio estuvo ligada a las mega millonarias compras chinas de deuda del tesoro estadounidense y ahora, descubriéndose, que China Popular, ya es la segunda potencia económica del planeta y buscando pronto el primer lugar.
El cambio ha sido tal, que de pronto, Rusia y China son aliados continuos y vecinos territoriales, que luchan por romper la hegemonía estadounidense en todos los órdenes, mientras el pueblo estadounidense se hunde en las drogas y al ser el principal consumidor global.
Viene Trump y se presenta la real visión crítica del falso poderío estadounidense y como al final Washington deberá ir a una guerra que le garantice sus prioridades, vemos que Trump toma el camino intermedio de atizar una guerra comercial a gran escala y con el pretexto de imponer aranceles a un mundo, que el estadounidense entiende y con razón, que le ha estafado.
Ayer, se vio que dio el toque firme a sus intenciones de no ceder en poder global, al anunciar el presidente estadounidense, la imposición de “aranceles recíprocos” que afectarán a «todos los países».
¿Qué producirá esta medida de fuerza? Lo más parecido a un terremoto a nivel comercial global y que provocará, que todas las naciones van a tratar de reajustarse y sobrevivir, mientras que China Popular, la Federación de Rusia y los principales países BRICS y el mismo EEUU se fortalecerán.
Entonces y como ocurrió en el 1944, ya hay un cambio global sin retroceso y en ese lapso, EEUU podrá recuperarse económica y globalmente y sabiendo negociar, pactará con las realidades económicas y financieras del mundo de hoy, que terminará repartido en las tres grandes potencias actuales.
¿Cuál será el efecto para una economía como la dominicana, cuyo intercambio comercial y en más de un cincuenta por ciento es con EEUU, en tanto su alta burguesía, acostumbrada a ser algo así y hablando en dominicano, “piche tapón” de la estadounidense, experimentará una pérdida neta en su PIB y un reajuste de prioridades, mediante el cual, los grupos económicos y financieros con clientes e ingresos directos en EEUU, verán sus capitales y movimiento comercial reducidos en casi un veinte por ciento y lo que a su vez les provocará un retroceso económico, financiero e institucional y por su endemoniado afán de lucro, que les llevará al ojo del huracán de una probable crisis económica general interna, impulsada porque la banca dominicana, que es corresponsal de la banca estadounidense, experimentará un recorte radical en préstamos, inversiones y capital de trabajo.
Semejante terremoto, provocará otro a nivel político y un gobierno nada experto como el actual de Abinader y sus socios plutocráticos haitianos, comenzará a experimentar una convulsa situación política, que fácilmente podría llevar a un nuevo periodo electoral nada cierto y para no hablar del probable espacio de ingobernabilidad hijo del estado de necesidad que de golpe se le vendrá encima.
Ahora bien, si esta economía quiere salvarse y salir casi indemne, solo debe realizar estos pasos: Aumento salarial de un 10 % y para incrementar el consumo y de esa forma atenuar las pérdidas iniciales y dar espacio a la producción interna de bienes y servicios para consumo propio.
De entrada, deberá haber una de recortes de gastos y presupuestos y al extremo, de que por lo menos los diez mil millones de pesos anuales en publicidad tenderán a desaparecer y lo más significativo, que los influenciadores que se nutren de cuantiosos ingresos con las plataformas tecnológicas estadounidenses, se las verán y desearán para tratar de sobrevivir en el escenario caótico del cese sorpresivo de liquidez compartida.
Consecuentemente, el mejor consejo, es que desde ahora las fuerzas económicas retomen todos los niveles y rubros de producción interna, buscando que la economía sea autosuficiente, mientras grupos económicos criollos que dependen del lobbismo en el Congreso Federal estadounidense y para la obtención de contratos estadounidenses, deberán aprender a reajustarse y volver y rápido a aquella desaparecida política de lo dominicano primero.
Vienen pues unos meses y rápido, de reajustes y cambios y como producto de la guerra comercial arancelaria y de la que ayer Trump dijo que abarcará a todas las naciones y para fines del desequilibrio comercial, que entiende, que el resto del mundo estafó por años a su país y su economía y en lo que tiene toda la razón y por lo que ahora planteamos, que la guerra arancelaria es el pretexto de Trump para enfrentar el globalismo que pretende aislar a EEUU y reducirlo a potencia regional. Con Dios. (DAG) 03.04.2025