Perdido en los afanes de la cotidianidad informativa, presente en temporada de cosecha electoral, su historial estaba olvidado. Pocos recuerdan que fue jefe del ejército-2003-2004 y durante su gestión entró a las filas del glorioso, el temido Quirino. El hecho fue acallado como ocurre cuando es conveniente. El comandante arguyó entonces que cumplía “órdenes superiores”.
Cuando concluyó la carrera militar decidió servir a la patria como civil y creó el Partido Cívico Renovador-PCR-. Admirador de Gregorio Luperón y de Peña Gómez, ha sido activo en las campañas electorales con denuncias y trabajos propios del proceso. Su organización respaldó al PRD, también al PLD y el presidente Danilo Medina lo nombró director de INESPRE, función que desempeño desde el 2012 hasta el 2020.
El presidente de la república reveló a la nación el estado de la institución que su nuevo aliado dirigió durante ocho años. La describió como “quebrada e inoperante”. La revelación pudo quedar en el anecdotario del sistema de impunidad y acotejo, provocando la evanescencia del director, pero la coyuntura lo ha colocado en el lugar de los inolvidables, no por su gestión sino por su osadía. Ahora todos buscan y rebuscan la biografía del hombre que arriesgó la impronta del Cambio, sentando al presidente en la poltrona del clientelismo sin antifaz.
El “renovador” desafió la narrativa de virtud que adorna al mandatario y a su partido. Hizo jurar al jefe de estado y candidato del PRM, “por Dios, por la Patria, por su honor”, que compensaría el respaldo a la reelección y que no será gratis incluir en la boleta del PCR el rostro del triunfo. Astuto, pidió para el futuro y aseguró el presente. ¿Jura usted darnos la oportunidad de nosotros ser parte del tren gubernamental desde ahora y también para después?”.
Tranquilo y sin rubor, un satisfecho candidato, mano derecha levantada se acercó al micrófono y su firme “Lo Juro” selló el contrato y de inmediato retumbaron los aplausos. La escena recuerda las acciones de Morrobel aquel grotesco personaje, creación de Fredy Beras Goico, superado en su esencia por la realidad política.
El juramento obliga, jurar en vano es pecado y también infracción. La hazaña del comandante marca un antes y un después en esta época de mercado electoral. Las alianzas, pactos, fusiones están previstas y reguladas en la ley, hasta su carácter transitorio se consigna. El disimulo se encarga de las miserias que la ley no prevé. Este caso devela y revela. Es una oda al uso y disposición del erario como patrimonio del mandamás. Respaldo proporcional a la dádiva y con juramento de quien da y quita. Modalidad descarada de la transparencia. Ya no es secreto pedir y comprometerse a dar.
Después del destape, áulicos y estrategas actuaron rápido, porque la calle estaba disgustada. Fue publicada una excusa del “renovador” para aplacar comentarios. En el texto, el firmante se atribuye una culpa que no es individual. El candidato presidente dijo “lo juro” de manera voluntaria y pública. Nadie ha denunciado intimidación, violencia, dolo o error, para conseguir la promesa. Por: Carmen Imbert Brugal [hoy]