lunes, junio 17, 2024
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La incursión de oficiales militares en asuntos de política partidaria es un accionar ominoso que atenta contra el estado de derecho y que cuestiona seriamente al mismo gobierno. ¿Qué es lo que está pasando o que se gesta?

Por lo que se está viendo, parecería que el lado de militares seguidores del expresidente Hipólito Mejía, sorprendentemente está tomando el peligroso camino de incursionar abiertamente en la política y sin importarles que se les vea como individuos y militares en activo, quienes, por lo visto, asumen, que, ante el evidente rechazo poblacional a las políticas gubernamentales, los militares deben empezar a dar serias demostraciones de incursión política y abiertamente subversiva.

De entrada, hay que entender, que si esto está ocurriendo es porque el despacho del ministro militar lo está permitiendo y en función de ello, tomando fuerza en toda la cadena de mandos desde el más alto grado al subalterno y si esto es así, los dominicanos debemos de prepararnos y a vivir, lo que parece, aciagos momentos redivivos de intentos de golpes de estado a ocultas y de los que la historia pasada, si se investiga, nos lo recordaría.

¿Cuál ha sido el factor que está provocando este resurgir militarista politiquero tan sorpresivo y en momentos, que pocos son los días que quedan para las elecciones municipales del 18 de febrero próximo?, ¿acaso se entiende en el gobierno que ante la probabilidad de perder esas elecciones y como presagio tormentoso de una pérdida mayor en las presidenciales y legislativas del 18 de mayo, desde ahora hay que dejar que un sector militar reedite parecidos pasos a los efectuados en el 1978, cuando hubo aquella derrota balaguerista hija del cansancio poblacional por doce años continuos de gobierno?

Aquella insensatez, a Balaguer le costó dos periodos de gobierno de castigo a favor del PRD y en los que participó el papá del actual ministro de Defensa, Díaz Morfa, quien era el comandante de la guardia presidencial y su hijo, entonces un militar subalterno más.

Pero el desastre que el PRD hiciera de ambas oportunidades gubernativas fue la razón del porqué Balaguer volvió al poder en el 1986 y quedándose en el cargo hasta el 1996, cuando le entregó al candidato y partido que él quiso que le heredara, Leonel Fernández y el PLD.

Como se recordará, a Fernández le sustituyó en el 2000, Hipólito Mejía y su PRD y quien de tanto inquietante y desastroso que fuera su gobierno, tuvo que meterse la embajada estadounidense y para presionar a ese primer mandatario quien había sido sacado del poder por una mayoría electoral aplastante y con la vuelta de Fernández y el PLD al poder en el 2004 y corrido hasta el 2020 con dos presidentes de 12 años uno y 8 años respectivamente y el último Danilo Medina.

¿Por qué perdió el poder el PLD y entregándole a Luis Abinader y al PRM en el 2020?, exactamente por la misma locura que le diera al PRD y que ahora se empieza a percibir con Abinader y el PRM: Arrogancia, desdén, despotismo y arbitrariedad a gran escala.

Ante lo visto, parecería que este es el mal congénito de los gobiernos que han sido elegidos desde el 1978 cuando la oposición derrotó a Balaguer y al PRSC, quienes estaban en el poder desde junio de 1966.

Aun así y pese a todo y a tropezones casi continuos, esta democracia autoritaria a lo dominicano y mediante una partidocracia, que de hecho ejerce una tiranía colectiva de los mismos partidos y lideres y sucediéndose unos y otros, por lo que estamos viendo, sus debilidades humanas no la dejan evolucionar hacia una estructura de gobierno realmente democrático representativo y participativo.

Y es que esta absurda exhibición de ahora, de una parte del cuartel incursionando en la política del poder, lo único que presagia, es que quienes están dirigiendo tras bambalinas este tipo de performance tan arriesgado, no han caído en cuenta que los dominicanos de ahora no son  los del 1978 y que desde entonces a este año, son 46 años en los que no solo han nacido y formado dos nuevas  generaciones, sino que las que ya van de paso y en base a golpes por errores cometidos, coinciden con las nuevas en un interés irreductible, de querer tener un gobierno de elección popular directa y totalmente contrario a la imposición de una dictadura militar o alguna otra civil.

En este sentido, el presidente Abinader debería de considerar y ojalá que no se nos ofenda, que él y a sus actuales 56 años físicos y ni diez de experiencia publica y política real, no tiene la suficiente malicie o sabichosería para embarcarse en una aventura tan arriesgada, de un presidente en ejercicio tolerando un cierto tipo “de desenvolvimiento militar politiquero”. Incluso, no nos engaña al remover al español asesor policial y para reservarlo a otras obligaciones y compromisos y en las que para nosotros no escapa, que fuera para supervisar la curiosa incursión de militares en política, al estilo de un comisario político de cuando la Guerra Fría.

Claro está, lo anterior es una especulación y la que presentamos, pues por cómo están las cosas y Abinader no castiga a los oficiales militares que están incursionando en política electoral y de ñapa, ahora se desempolva el proyecto de ley que militariza al DNI con una ley 1-24 desastrosamente militarista y que él enviara en el 2021 a las cámaras legislativas y curiosamente, contando con el apoyo de todas las fuerzas políticas en el Congreso y lo que ocurre, porque al igual que el gobierno, TODOS los legisladores quieren reelegirse y sin importar como, que entonces hay que entender, que hay una especie de unidad de propósitos entre el gobierno y la partidocracia y lo grave, a espaldas de la nación.

Lo prudente debe ser, que los exaltados vuelvan sobre sus pasos, los guardias politiqueros de vuelta a sus cuarteles y que políticos y gobierno entiendan, que la ciudadanía no se lo permitirá, como que también hay que advertir al factor mediático, que se deje de musarañas y frivolidades y que no se entienda más sabio que los demás.

La República es otra y si esta inútil clase gobernante que nos gastamos se atreve jugarse el todo por el todo, sencillamente, todos estarán cavando sus tumbas. Presidente Abinader, reaccione, haga un paro y medite con cuidado si el paso que se cree quiere dar, al final le será garantista y no para el mantenimiento de su gobierno y poder y sí para su vida.

Ante esta tétrica realidad, es que decimos y con gran preocupación: La incursión de oficiales militares en asuntos de política partidaria, es un accionar ominoso que atenta contra el estado de derecho y que cuestiona seriamente al mismo gobierno. ¿Qué es lo que está pasando o que se gesta? Con Dios. (DAG) 25.01.2024

 

 

 

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