La industria de la guerra logra sus mayores niveles de rentabilidad

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Desde que en febrero pasado la Federación de Rusia lanzó su invasión a Ucrania y como la única via para tratar de disminuir los indicadores de acoso e intento de exterminio a Rusia por parte de EEUU-Reino Unido y la UE y como hacía tiempo no había ocurrido, la industria armamentista global iniciaba su camino hacia las cotas más altas de producción y de beneficios.

En este sentido, tanto Rusia como EEEUU y todas las naciones industrializadas de Occidente y en menor medida la China y asiáticas y sin exceptuar la australiana, todas y en una especie de alianza global no escrita, iniciaban el apresurado paso hacia el incremento de su producción y por lo que ahora, llegando a fin de año, bien que puede decirse, que toda la industria y su resurgir o repunte según sean los casos, no solo que han fortalecido o revitalizado las economías de sus países, sino que en cierto modo ha beneficiado los intereses geopolíticos de los actores involucrados en la presente contienda Rusia-Ucrania-OTAN .

El beneficio ha sido tanto, que la guerra está representando y solo en EEUU y Rusia un incremento de más de medio millón de empleos directos, lo que es determinante para el incremento “limpio” del PIB de ambas potencias globales.

Por lo pronto, ya se conoce, que hoy, el presidente títere ucraniano, Volodimir Zelenski es esperado en Washington y no solo para tomarse la foto de familia con el presidente Joe Biden o con los lideres del congreso federal, sino para firmar los nuevos dos mil millones de dólares en ventas de más armamento de cara a los primeros tres meses del 2023 y con lo cual, las ventas de armas estadounidenses pasan ya de los 20 mil millones de dólares.

No solo que plantear que semejante incremento de ventas de armas estadounidenses y si lo unimos a los otros de ventas de armamento de los demás países occidentales y los propios de la misma Rusia, convierten las economías en una plataforma pareja para resistir cualquier eventualidad, garantizar gastos y empleos de parte de las principales naciones involucradas en la guerra y la prueba es que Ucrania y con todo de llevar la peor parte en materia de calamidades físicas y el mayor aporte de los muertos y no obstante que su sistema energético luce aniquilado, a mediano plazo continua siendo una economía dinámica y gracias a la fortaleza de la industria armamentista y las potencialidades de su industria de guerra bacteriológica, que mientras mantenga y aumente sus laboratorios, mantendrá seguro el apoyo, de un Washington que está decidido por utilizar a Ucrania para tratar de asestarle la mayor suma de daños a Rusia.

Ni que decir, que todo el resumen anterior debería de llamar la atención de países de crecimiento económico emergente o de término medio y en cierto modo, también los otros subdesarrollados y esto así, para que cada uno intente sacar ventajas tácticas y estratégicas que le pudieran redituar beneficios directos para sus economías y no que dejar todo el pastel a las naciones en guerra directa.

En particular, República Dominicana, que por su determinante posición geoestratégica y si su presidente sabe manejar adecuadamente sus relaciones de socio del estadounidense y cercano en el área, que perfectamente pudiera y en un tira y afloja de intereses compartidos, obtener cierto nivel táctico de beneficios que le garanticen a la economía dominicana la continuidad de su positiva dinámica económica.

Desde luego, hablar de beneficios inmediatos dentro de una tragedia de guerra regional que de suyo y por sus implicaciones y resultados ya es global, podría parecer una temeridad o un ejercicio de optimismo apresurado. Pero cuando se conoce que el territorio dominicano y de hecho, es una especie de portaaviones de tierra para las fuerzas armadas estadounidenses y en mayor medida que lo que le brinda a EEUU sus bases en Colombia y Panamá y sí reforzando las propias en Puerto Rico, necesariamente habría que entender, que de cara a los intereses dominicanos, los permanentes como los políticos, si el presidente Abinader sabe manejar el despliegue de opciones tácticas que a EEUU le interesa que este país asuma y se involucre, bien que “los vientos de guerra” serían más beneficiosos de lo que muchos pudieran creer.

Pensando en ello, es por lo que decimos, que la clase gobernante dominicana debe andarse con pies de plomo y pisando firme dentro de una política mancomunada lo más parecida a una alianza público-privada, que es un esquema de gran preferencia para el primer gobierno plutocrático que los dominicanos se han dado.

Incluso, en materia de política pragmática y no simplemente electorera, los políticos criollos y en particular los expresidentes que aspiran a continuar en el poder y también entendiéndose como una de interés estratégico básico que este país sirva de punto de inflexión para EEUU y Europa con relación a como atenuar los efectos traumáticos de ausencia de gobernabilidad en Haití, este país tiene que ofrecer los mayores aportes y garantía y para que desde el Consejo de Seguridad de la ONU, se entienda que la posición dominicana es claramente positiva para los intereses globales y en particular estadounidenses.

Justamente a esta mañana, el canciller dominicano, Roberto Alvares está en Nueva York, donde voló ayer y para estar presente en el debate que se desarrollará a instancias del Consejo de Seguridad sobre Haití y lo que permitirá entender, cuáles son los últimos pasos que el gobierno dominicano está realizando con miras de quitarle presión a la de por sí inestable situación geopolítica en la isla compartida y que ocasiona la inestabilidad haitiana y de cara a la situación geopolítica en la región caribeña.

Y es que, quiérase que no, los dominicanos estamos directamente involucrados y, de hecho, afectados por todo cuanto de inestabilidad ocurre en el país transfronterizo y desde esta perspectiva, es indudable que desde la presidencia de la República deberá actuarse con el mayor sigilo y sentido de la oportunidad, así como de la prudencia más razonable y si es que nuestros políticos de gobierno y oposición quisieran evitar un mayor dolor de cabeza y de contratiempos a la República.

Mientras y en la medida que la industria de la guerra logra sus mayores niveles de rentabilidad, debería de ser lógico, que los empeños geopolíticos dominicanos sobre estos dos aspectos cardinales de nuestra política exterior: Haití y la guerra en Ucrania se materialicen en situaciones positivas tangibles para nuestros intereses y en materia comercial intrínsecamente. ¿O acaso EEUU y sus aliados y con todo y librar su guerra contra Rusia, paralelamente no procuran beneficios económicos marginales? Los intereses pues y en este tipo de casos, los intereses siempre deben de estar primero y el romanticismo soñador después. (DAG)