La reforma fiscal tiene al empresariado como su peor enemigo, en tanto a Abinader, los grupos económicos y financieros y con apoyo mediático, le quieren embaucar

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En lo relativo a la reforma fiscal, los barones mediáticos mantienen una grosera campaña de tergiversaciones e infundios al tiempo de mentirle descaradamente a la población y en aras de que el gobierno no implemente la necesaria reforma fiscal, dirigida a que quienes mas tienen y ganan dentro de los grupos empresariales, el alto comercio, la industria y la banca, de forma que estos sean los que más paguen y no lo que ocurre ahora, que el 60 % de los ingresos públicos provienen del ITBIS, el impuesto al consumo.

Esa realidad, de que en materia de ingresos públicos, provoca que el Estado no perciba   un aumento de un 15 % en sus ingresos, mientras el empresariado y como contribuyente no paga ni un 8 % sobre lo que el ciudadano promedio y el comerciante o emprendedor de clase media cotiza, ha estado llevando y de una manera progresiva, a esa cierta cortedad de ingresos para cubrir las apremiantes necesidades públicas y ciudadanas que cada día aumentan y que ya empieza a reflejarse en esa cierta inestabilidad social, que de continuar, no presagia nada bueno para la gobernabilidad.

Pero también hay que efectuar ciertas precisiones. La primera, que todo lo relativo a la reforma fiscal, es un asunto privativo de quien gobierna, no de que este busque apoyos en determinadas áreas de la sociedad, las fuerzas vivas y la sociedad civil para implementarla. Es decir, lo que sobre el particular se decida, es responsabilidad directa y única de quien gobierne constitucionalmente, en este caso, el presidente Luis Abinader.

En este sentido, sorprende que el presidente y equivocadamente, hable de consultar a los grandes capitalistas y tutumpotes que controlan oligopólicamente la economía, cuando su responsabilidad principal, radica, en responderle, tanto a los hijos de machepa como a los de clase media.

Al dar la imagen desagradable, de que ese es el punto que él quisiera hacer, dilucidar con los grandes de la economía, hasta donde ellos quieren llegar a pagar los impuestos a los que se niegan, sin duda alguna que el presidente estaría afilando cuchillo para su garganta y por la simple razón, de que el empresariado siempre va a argumentar todo lo contrario a lo que las finanzas públicas y la nación requieren.

Así se tiene, que las tres sesiones que hasta ahora se han implementado desde el Consejo Económico y Social, entidad que de acuerdo al artículo 251 de la Constitución de la República es el “órgano consultivo del Poder Ejecutivo en materia económica, social y laboral, cuya conformación y funcionamiento sería establecido por la ley”, pero que en la práctica, es el instrumento que el Estado le regaló  a la Conferencia del Episcopado Dominicano y al empresariado y muy especialmente, a los grupos económicos de Santiago. Hasta ahora, son reuniones que han resultados nulas en el debate que el gobierno quiere para dilucidar, fundamentalmente, lo de la reforma fiscal.

Y de ahí las maniobras de todo tipo que los actores con supuestas calidades para discutir la problemática, lo único que han hecho es darle largas al tema y dando por resultado, que el gobierno se haya decidido por sacar la reforma fiscal de esas reuniones y el presidente de la República, abocarse a lo que realmente empresarios y políticos quieren, un tú a tú entre Abinader y los jefes empresariales y para mayor entretenimiento, añadiendo a los jefes políticos dependientes del Consejo de la Empresa Privada y de la Asociación de Industrias, con lo que de suceder, el mismo Abinader habrá caído en la trampa que esos intereses le han tendido.

Obsérvese si esto es así, que el presidente del CONEP, Pedro Brache, dijo en la última reunión del CES que si el proyecto de reforma fiscal se presenta en los próximos días como se ha adelantado, “habría que ver la metodología y cronograma para su discusión y su relación con los tiempos establecidos para el presupuesto”, es decir, ganar tiempo, a la vez que concomitantemente le hace ver a Abinader, que quienes tienen la sartén por el mago es él y su asociados y no el gobernante y menos su gobierno.

Mientras tanto, ¿cuál es el parapeto final que el empresariado tiene para sabotear la iniciativa presidencial de la reforma fiscal? Que al gobierno enviar al Congreso Nacional el proyecto de presupuesto para el año que viene y conociéndose que el mismo no debe pasar del 31 de diciembre, la discusión sobre la reforma fiscal se alargue, se haga inoperante y los empresarios se salgan con la suya de doblarle el brazo al gobernante.

Desde luego se podrá creer o no, respecto a lo que analizamos, pero la verdad es incontrovertible, los empresarios no quieren la reforma fiscal, ponen todos los pretextos habidos y por haber y lo más significativo como grosero, que en los hechos quieren hacerle ver a la nación, que ellos son los que mandan y no el presidente.

Por eso, advertimos, que Abinader tiene que ponerse a tono con los mágicos semblantes, o sea, tomar el camino del medio y que, con su mayoría en las cámaras legislativas, imponga su proyecto de reforma fiscal y le explique a la ciudadanía, que este no va en contra de ellos y tal como los economistas al servicio del empresariado quieren hacer creer y via los medios de comunicación pertenecientes al empresariado y a los barones mediáticos, a su vez, grandes tutumpotes defensores del oligopolio más castrante.

Al recalcar sobre el punto anterior, también creemos pertinente, recordarle al gobernante, que él fue electo para ser presidente de la República y para que actúe como tal y no como dependiente o esclavo sumiso de los intereses empresariales, económicos o financieros y sí no puede, porque su dependencia es casi total de quienes junto a él manejan su gobierno plutocrático, entonces, que se aparte y deje que la nación sea la que enfrente a ese empresariado enemigo de los intereses permanentes de la República.

Mientras tanto, todos los ciudadanos no podemos olvidar esta realidad que escuece: La reforma fiscal tiene al empresariado como su peor enemigo, en tanto a Abinader, los grupos económicos y financieros y con apoyo mediático, le quieren embaucar. (DAG)