La sequía nuestra de cada año

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Cuando crecíamos en el siglo pasado a mediados de la centuria ya en nuestros oídos retumbaban los cañonazos que en Europa asolaban países y la propaganda en los cines eran los arrolladores triunfos de los aliados en contra de los alemanes. Aquí en Quisqueya, bajo la dictadura de Trujillo nos preocupaba cuando oíamos de las escaramuzas que se producían con los haitianos con la consiguiente movilización de tropas en la década del 40 del siglo pasado que atravesaban las calles de los pueblos sureños en la ruta del Sol.

Las sequías de aquellas décadas se consideraban parte de las costumbres y sabíamos que transcurrida la cuaresma y en los primeros días de mayo llegaría la lluvia que desde enero había dejado de caer en la isla. Aquella vez no se hablaba de los cambios climáticos y los daños que producíamos al medio ambiente con nuestras industrias que envolvían de nubes tóxicas negras la atmósfera y nuestros pulmones vírgenes iban acumulando los residuos de un tóxico que crecía en perversidad para nuestros cuerpos.

Aquellas décadas, previas a los fenómenos del Niño y la Niña como se conocieron las épocas de lluvias más abundantes en el Trópico y con peores consecuencias para las islas caribeñas.

Las mismas transcurrían con las advertencias de los progenitores de que no comiéramos frutas antes que cayeran las primeras lluvias de mayo para evitar la inevitable maldad del cuerpo del embuchao.

Ya los árboles frutales cargados de frutos como el apetitoso y rico mango no resistían ser abatidos con piedras o subidos a la mata por decenas de muchachos que en las vacaciones de verano azotábamos las fincas aledañas a los pueblos que en un maroteo constante muchos sufriríamos luego de los empachos estomacales que nuestras madres tenían que curar, aparte de las persecuciones que los vigilantes de las fincas intentaban para asustarnos e ir donde nuestros padres a informarles acerca de las travesuras en los predios privados.

Ahora, en este siglo, la cosa es más peligrosa en que las predicciones climatológicas son mucho más precisas. Ahora son presentadas por hermosas presentadoras o elegantes jóvenes de correcta dicción y solidez en sus informaciones de manera que ya sabemos de cómo se desplazarán las nubes y con ellas la predicción del tiempo, dejando de lado las informaciones que salen de boca de los predictores oficiales cuya dicción deja mucho que desear y se pierde el valor de la información.

La sequía de este año se considera como algo fuera de lo normal y se deja a un lado todo lo similar que se ha sufrido en el pasado.

De repente nos damos cuenta de que las presas construidas durante las administraciones del doctor Balaguer son importantes y esenciales para el consumo humano y la producción agrícola. Ahora el país atraviesa una sequía. Los embalses de las presas están muy disminuidos en más de un 50 por ciento.

Tal cosa es para preocupar, pero sabemos que a partir de junio llegarán las lluvias de verano junto con los huracanes de la estación que sus daños conllevan grandes aportes a la vida.

Con las lluvias de verano se volverán a llenar los embalses, pero las improvisaciones y errores burocráticos con el inadecuado manejo de los embalses se secarán mucho antes que concluya la temporada de lluvias. Por: Fabio Herrera Miniño [hoy]