Honestamente, que después de más de sesenta años de las elecciones de 1966, todavía la mayoría del pueblo dominicano se haya acostumbrado a vender su voto como su propia dignidad y con tal de arrastrarse para conseguir alguna canonjía, habla pésimamente de la conducta moral de los electores y por lo tanto, impone amplias sombras respecto a lo que sucederá en materia de castración de la libertad de escogencia y a modo de conciliación de la corruptora dictadura partidocrática que todos los partidos y sus lideres auspician, demandan y protegen.
Solo hay que ver los cientos de imágenes en internet y en las redes sociales en las que aparecen políticos y sobre todo del PRM, haciendo mil diabluras con tal de agenciarse ciertas “ventajas comparativas” frente a sus iguales de la oposición, mientras que estos y tal como si se estuvieran preparando para una guerra civil, abiertamente pregonan que por ningún conceto el partido oficial volverá a robarse las elecciones de hoy y como hiciera en las municipales del 18 de febrero pasado.
Al mismo tiempo, periodistas y medios, politizados como nunca, irrumpen en el debate público. Unos, favoreciendo la reelección presidencial y su PRM y los otros, con gritos y amenazas histéricas, tratando de hacer creer que la población y los electores serán víctimas de una gran conjura antidemocrática que les afecte la libre escogencia de sus militantes.
El gobierno y por supuesto, con una cara dura tremenda lo niega todo, sin embargo, se ven vehículos atiborrados de mercancías del plan social presidencial, tocando puertas en hogares de ciudadanos de a pie y uno de ellos, dirigiendo el operativo un conocido delincuente del narco y el sicariato y sin que la Junta Central Electoral hubiese demando la corrección necesaria y mucho menos la policía electoral.
¿Por qué de todo ese desorden colectivo?, porque los tres principales candidatos presidenciales e imbuidos del odioso culto hacia sus personalidades y que practican, propician un clima electoral, que impida que los cuatrocientos y pico de observadores electorales internacionales y entre ellos siete expresidentes de naciones amigas, logren descubrir las irregularidades, que, a lo oculto, realmente patrocinan.
La anterior y no otra, es la gran verdad de los comicios dominicanos tan de corte delincuencial y por eso el partido del gobierno hace lo que le viene en ganas y siguiéndoles, pero taimadamente los partidos opositores rivales.
¿Cómo se podría impedir tal abuso continuo y colectivo tan descarado?, si lo mejor del electorado y básicamente el joven y de una primera, segunda o tercera elección, al votar masivamente, impida que la dictadura partidocrática logre salirse con la suya y una vez más se robe los resultados electorales.
Con todo y ni por asomo, nos negamos a plantear la pertinencia de una abstención electoral y sí que por lo contrario, se vote masivamente y para imponer una mayoría legislativa absolutamente independiente a las banderías políticas y como la única manera de bloquear, que quien gane las presidenciales, imponga una vuelta renovada de la presidencia imperial que ahora está en manos del candidato Abinader y por la cual, el Poder Ejecutivo se convierte en un poder ruidosamente aplastante y castrador del Poder Legislativo y por derivación del pálido y también corrupto, Poder Judicial.
Nuestra sugerencia y como es natural, podrá confrontar serios obstáculos por parte de las tres candidaturas presidenciales mayores, pero a la corta, no podrá impedir que los electores que quieran votar a favor de la institucionalidad democrática no pudieran hacerlo.
¿Cuáles son los tres “peros” que confrontan los candidatos, Abinader, Leonel y Abel? Que al llegar al poder se convierten en déspotas semi dioses que no respetan el estado derecho y se alzan con el gobierno y como hicieron los partidos PLD, FP y el mismo PRM y que ahora mismo, parte de ello ya se está viendo y lo más grave, que ni los jueces del tribunal electoral de primera instancia y menos los observadores internacionales en gran mayoría y la mayoría víctimas del culto a la personalidad al llegar al poder, y por lo que algunos han hablado, no parece que sean voluntades ciertas dispuestas a exigir que estas elecciones sean absolutamente limpias y libres.
En consecuencia, quizás podría hablarse de que se va hacia un matadero electoral y que, de suceder, no nos extrañaría que la población e incitada por los sargentos políticos de los partidos y candidatos que se entiendan perdidosos, se quiera tirar a las calles y motorizar un conato de rebelión social que obligue al Ejército a inmiscuirse en el proceso y partir por el medio, atropellando a unos y a otros.
De ahí que reiteremos, que los únicos ciudadanos en capacidad de votar y que puedan impedir el grave fraude electoral que desde áreas oficiales se anuncia, es que los aspirantes a senadores y diputados de criterio independiente y más jóvenes voten masivamente y le quiten peso y poder a la nueva reedición de presidencia imperial, que curiosamente los tres principales candidatos presidenciales quisieran y habrá patria.
Al desnudar pues el alma del votante criollo es que advertimos, sobre los tres “peros” de los tres principales candidatos presidenciales y ese entramado de servidumbre, de un elector acostumbrado a ejercer “el búscame lo mío”. Con Dios. (DAG) 19.05.2024
