Marca País

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Hoy se cumple un año desde que llegué a República Dominicana para vivir y trabajar en Diario Libre. Esta es mi segunda tanda por estos lares y esta vez lo hice en medio de la pandemia, cuando se batallaba cuerpo a cuerpo con el COVID-19.

Afortunadamente, tras 12 meses, el escenario por el que atraviesa el país es bastante distinto. Ese cambio me permitió que, por primera vez, decidiera irme el pasado fin de semana a descubrir las bondades de la zona de Punta Cana. Para mi desgracia, la playa estaba hecha un desastre por el sargazo, con una combinación de alta concentración de algas y un profundo olor putrefacto que hicieron imposible disfrutar de las arenas blancas y del mar color turquesa.

Un tanto decepcionado por esa realidad, me regresé a mi residencia capitalina, donde fui recibido por un bandolero que entró al estacionamiento del apartamento y me atracó en la escalera de entrada. La experiencia, afortunadamente, sólo me costó los celulares y un golpe de impotencia, pero, al igual que el sargazo, me dejó un muy mal sabor.

¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra?

Ambas experiencias tienen la misma raíz y es la necesidad de priorizar la experiencia de usuario que el extranjero tiene aquí. No hay que descuidarse. República Dominicana tiene las mejores evaluaciones en el trato al turista, pero el problema ambiental en las playas y la delincuencia en las calles podría acabar en un golpe duro a eso que llaman Marca País.

Me consta que mi experiencia no es aislada. No son pocas las personas que me han hablado de que no piensan volver aquí, porque han encontrado las playas llenas de sargazo, lo cual las ha defraudado. Igualmente, otros me han expresado las malas experiencias que han tenido, sobre todo en la capital, con motoristas que les roban, incidentes que prefieren dejar atrás y ni siquiera notificar a las autoridades.

Tomar nota de estos puntos es muy importante, si es que no queremos que la buena reputación de la marca República Dominicana sea dañada por culpa de una planta marina y unos cuantos delincuentes. Por: Benjamín Morales [Diario Libre]