En una nación como la dominicana, donde nada es lo que parece y en donde todo el mundo trata de interesarse en la vida ajena y de ser posible manipularla con historietas falsas y de puro escándalo a la primera oportunidad, que un encuentro casual entre el presidente de la República y algún expresidente de la República, no solo que fuera la comidilla de todos, sino que de acuerdo al interés político de cada ciudadano, se termine creando una de rumores y de pura desinformación, que cuando se viene a ver, lo que parecía un encuentro simple y de ocurrencia coincidente, adquiera una dimensión trascendente alejada de todo criterio u opinión sensata y corriente.
De ese modo, lo que esta mañana, a simple vista fue un encuentro no programado entre Luis Abinader y Danilo Medina, dio paso a una de chismes, qué al final, ni la trascendencia del arrojar una bomba nuclear podría comparársele.
¿Y esto por qué? Porque tampoco en este país nadie cree en lo evidente y si en lo posible y mucho más si el rumor de que se trate esté avivado por unas redes sociales en las que los rumores de antaño conocidos como “Radio Bemba”, palidecen ante la maledicencia y tergiversación del real y el afán desmedido y tan cruel de hacer daño y desinformar a conciencia y con el interés de trastornarlo todo y afectar las vidas de relación entre los individuos.
¿Qué mejor toparse con un encuentro entendido como sorpresivo entre dos políticos y presidentes, de los que tantos y sus ambiciones, dependen de lo mucho o poco que ellos pudieran ser alejados o unidos de acuerdo con las circunstancias?
También y en cierto modo, hay que reconocer que las expectativas se agrandan con este tipo de presencia y mucho más, si de por medio está el destino político de todo el mundo y en particular de los actores objetos de semejante cotilleo. Pues y aun cuando no lo parezca, a nadie hace indiferente, que, en una funeraria, de golpe acontezca, que Abinader y Danilo encuentre un aparte y durante casi media hora entablen una conversación, de la que, comenzando por los cercanos en aquel escenario, las orejas se les irritaban de tanto querer enterarse de lo que hablaban los presidentes y lo más importante, de como dar su versión y con el solo propósito de mejorar sus respectivos posicionamientos personales.
Para nosotros, por ejemplo, nada de lo que ambos señores pudieran decirse no es en lo absoluto, nada que como políticos no tuvieran interés en expresarlo y a partir de ahí, ya veremos en los próximos días los resultados en ese aparente y sorpresivo encuentro.
¿Se quiere llegar a creer lo que se conoce?, entonces solo habría que acercarse al ministro y al diplomático que acompañaban a Abinader y para enterarnos de primera voz, de lo que esas dos voces de alquiler de intereses vastos creen que se habló pero que a ellos y por sus propios intereses quisieran dar una connotación de secreto de Estado, que de suyo pudiera servirles a sus propias ambiciones. Uno, tan cercano a la principal familia oligárquica, de la que se debe y el otro, tan grande boca floja del partido que le tiene como uno de sus principales propagandistas.
A partir de ahí, seguro que los rumores y las especulaciones correrán sobre lo que ellos entienden que fue lo que se dijeron los dos presidentes y lo otro, de cómo explicarán lo que suponen y para que terceros los interpreten a la vez de más de mil y una versiones distintas y de modo que al día siguiente, los opinantes en la radio y la televisión, lo trastornen todo y magnifiquen mucho más y tanto, que llegaría el momento que los dos protagonistas del encuentro, ni siquiera ellos mismos reconocerían que fue lo que hablaron y por qué ocurrió y debido a que a ese momento, lo tendencioso en el habla pública se habrá convertido en otro tipo de parámetro respecto a la política que en un momento dado se esté viviendo.
Entiéndase, todo sucede, por el afán de notoriedad de quienes den sus propias versiones, entendiendo así, que como en su papel de “enterados” nadie dudará de las interpretaciones que hagan. La realidad sin embargo es muy distinta, pues nadie puede especular sobre lo que ambos presidentes hablaron y tampoco se pudiera alardear de las posteriores opiniones subjetivas de los dos mandatarios, pues como maestros de la política del poder, hasta mintiendo, saben como alimentar el morbo y hasta hacer de lo que no es, una política supuestamente a seguir.
Al fin y al cabo, la esencia de todo político es el oportunismo y mucho mas los que ejercen el poder en todas sus variables. Abinader y Danilo por ejemplo y necesariamente, deben tener más puntos de coincidencia de los que ambos tienen frente a Leonel y ni hablemos de Hipólito y frente a ellos tres.
En particular, cuando es tan obvio que los intereses de Abinader y Danilo tienen más de coincidencias “programáticas”, que aquellos otros entre Abinader y Leonel y mucho más, viéndose, que quien se entiende el “maestro de la propaganda”, de un tiempo a esta parte se ha reconvertido en un aparente y rudo contradictor del presidente, mientras al mismo tiempo trata de agrietar lo más posible la estructura de poder paralelo de Danilo.
Que tampoco no es cosa del otro mundo que pudiera darse, pues en este tipo de encuentros “fortuitos”, recuérdese que en la política del poder nada es casual, cada actor siempre buscará las vías para entretener o confundir a quienes, de sus aparentes seguidores, las oportunidades las entienden que pintan calvas y por lo tanto habría que saber hacer uso de estas.
Por eso, para nosotros, lo que hubo fue una expresión en busca de un posicionamiento en el que los dos actores aludidos son quienes en verdad determinan el inquietante ajedrez que ambos han emprendido y que cuando se conozca su esencia, a tantos dejará intranquilos.
De ahí que digamos que nada extraño debería de tener, que, en una visita funeraria, el presidente Abinader hiciera un aparte con el expresidente Medina y de que ambos hablaran con interés y cercanía. (DAG)
