miércoles, junio 26, 2024
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Nuestra propuesta como aporte a buscarle una solución definitiva a los indocumentados haitianos y sus hijos nacidos en el territorio nacional

Si todo lo relativo a los indocumentados extranjeros y en especifico haitianos, los medios de comunicación y de información de masas dominicanos lo vamos a dirimir desde el punto de vista emocional y subjetivo, de verlos como los responsables de los desafortunados hechos de sangre del pasado en tiempos de la primera República, definitivamente será un interés fracasado de ante mano.

En consecuencia, lo correcto es entender, que nadie nacido desde los años 1900 a la fecha, puede ser catalogado y visto y nos referimos a los ciudadanos de los dos países que convivimos en la misma isla, como si algunos fuéramos coautores de aquellos procesos continuos de readaptación institucional, cuando ni siquiera ninguno había nacido y por lo tanto no se fue actor o protagonista de las luchas independentistas.

Todavía más, ni siquiera los escenarios desafortunados que provocaron los acontecimientos cuestionables de 1937, no son responsabilidad de ningún dominicano o haitiano nacido desde el 1940 y por lo tanto, las dos naciones no tienen por qué malquistarse y cuando, estos últimos acontecimientos tienen 84 años de haber ocurrido.

Ahora bien, si la clase dirigente de los dos países y sus medios de comunicación van a hacerle caso a los activistas del odio y la irracionalidad, que propugnan porque los dos países vayan a una guerra de exterminio hija de la sinrazón de fanáticos dominicanos empujados por los activistas seudo nacionalistas del Instituto Duartiano y teniéndose una contrapartida igual de haitianos fanáticos anti dominicanos que tienen a Price Mars como su ideólogo y los dos grupos, marcados por la estupidez de creer  que las dos naciones son irreconciliables en la misma isla.

Entonces habría que decir que con semejante campaña de odio no se llegará a ninguna parte y lo peor, afectando la vida de relación de  hogares mixtos en los dos países y con hijos haitianos de origen dominicano o de dominicanos de origen haitiano, que entre ambos grupos llegan ahora al millón de personas y a las que si les agregamos la base familiar respectiva, estaríamos hablando de tres millones de personas que en uno y otro lado de la isla compartida estarían rudamente confrontados en su condición natural de tener hijos que nacieron de padres y madres haitianos y dominicanos.

Al  tomarse en cuenta lo anterior  y la discusión se trata con el respeto debido a todas esas familias de nacionalidades compartidas, que ciertamente les duele que tema tan delicado se airee y tal como si sus miembros fueran parte de un supuesto proceso irregular de nacionalidades compartidas a la fuerza, sin duda que quienes viven y quieren propagar el odio irracional  entre los nacionales de ambos países, habrían podido lograr su propósito de que todos nos veamos como enemigos entre sí y lo que sería un error de características fuera de toda naturaleza y producto de lo peor de las ignorancias.

Las dos naciones que comparten la misma isla y lo que debe recalcarse, tenemos más en común que todo lo que se quiera hacer creer que pudiera dividirnos y en consecuencia, creemos que haitianos y dominicanos tenemos y debemos hacer un ejercicio de humildad y sentido común y apartando el odio sectario de la convivencia común.

Por eso, consideramos que los prejuicios hay que dejarlos a un lado y erradicarlos e iniciar el proceso de todos reconocernos y reencontrarnos, no solo como vecinos y sí como dos pueblos con una rica diversidad cultural, que, de tan estrecha, hijos de los dos países participaron en la fundación e independencia de los ambos.

República Dominicana y por más que los radicales anti dominicanos, quieran hacer creer en Haití que somos sus enemigos, la historia compartida habla de que los habitantes del oriente de la isla siempre hemos ido a socorrer a lo inmediato y cada vez que en Haití alguna ocurrencia natural le haya azotado y los testimonios más elocuentes están ahí desde el 2010, por ejemplo, cuando cedimos parte de nuestra soberanía y facilitamos áreas del territorio nacional para que el gobierno haitiano dispusiera de suficientes espacios para fines de aeropuerto (Barahona) o puertos (Montecristi) y todo un aparato sanitario y de infraestructuras que fueron los artífices, de que a los tres días de aquella hecatombe natural, las comunicaciones, el tendido eléctrico y el apoyo humano en materia de alimentos y atención a los ciudadanos haitianos fue la constante que contribuyó para que cuando la ayuda internacional vino, ya los dominicanos lo habíamos dado todo por el pueblo haitiano.

Creemos y lo decimos con honestidad, que no son nada válidos los planteamientos abusivos y extremistas de los radicales antis de los dos países. Otra prueba es, que, a la semana de la ocurrencia, más de cien mil haitianos de origen dominicano fueron recibidos aquí por sus familiares dominicanos y a la fecha tenemos en nuestras universidades entre 15 y 30 mil estudiantes haitianos, quienes de primera mano conocen al dominicano e intercambian sus respectivas culturas y se auto subvencionan gracias a los apoyos de sus padres.

Haití y esto es bueno saberlo, no es solo Puerto Príncipe y como los anti haitianos dominicanos han hecho creer, al contrario, es el gran país y pueblo en su interior, de gente trabajadora, sana, noble y educada, que a los dominicanos falta por conocer. Su clase intelectual, hija de sus conocimientos adquiridos en Lovaina, Bélgica como en universidades francesas y canadienses, no tiene nada que envidiarle a sus iguales dominicanos y con una ventaja, son bilingües, mientras a los dominicanos, nuestras fallas educativas estructurales y también prejuicios, nos han hecho creer que fomentar el idioma creole es el mayor de los errores y hasta una supuesta pérdida de nacionalidad.

Nuestra prédica entonces se resume en que haitianos y dominicanos debemos dejar nuestros prejuicios infecundos y abrazar los lazos de amistad, hermandad y familiaridad que nos unen. Por ejemplo, ese casi millón de haitianos mano de obra diestra que trabaja en una diversidad de empleos en nuestro país, todos los dominicanos debemos verlos como lo que son, el puntal diestro de nuestra industria de la construcción, la base perdurable de la empleomanía hotelera y en la agroindustria y hasta en la minería. Todos trabajan y no son una carga para nuestra economía y en cierto modo y si vamos a ser justos, se han ganado con creces el derecho a residir legalmente en nuestro país.

Así tenemos, que, por derivación, hay que volver al despreciado proceso de registro de la población haitiana trabajadora indocumentada y que ocurrió a partir de agosto de 2020, siendo uno de los más graves errores perpetrados por el gobierno de Abinader y del PRM, pues si aquel proceso hubiese continuado, hoy habrían más de 300 mil haitianos documentados y sumados a los anteriores desde el primer censo nacional de población y familia de 1920, que arrojó 30 mil ciudadanos haitianos residiendo legalmente en este país Es decir, desde hace 104 años, esos dominicanos hicieron familias y sus hijos son todos dominicanos de origen haitiano y de no menos tres generaciones y lo que como es lógico, no afectó nuestra idiosincrasia y nacionalidad y lo que tampoco ha ocurrido con otras nacionalidades, como la libanesa y árabe o turca y lo que se muestra, con un presidente Abinader, dominicano de tercera generación de origen libanes.

En conclusión, el gobierno nacional debe detener las deportaciones masivas y declarar una amnistía migratoria para todos los haitianos que tienen contratos de trabajo en firme y lo más concluyente y esta, la raíz de esta propuesta: Que la persona que tiene padres indocumentados, pero que nació en el territorio nacional, debe otorgársele su residencia legal y a sus padres deportarlos, si y con la opción, de que hagan en su país todo lo relativo al papeleo de regularización o que se les otorgue una amnistía privilegiada por fines de unificación familiar y sigan residiendo aquí y para resolver todo lo relativo a su documentación legal como residentes  en esta nación. Ojalá se nos escuche y se discuta esta opción de entendimiento mutuo. Con Dios. (DAG) 16.06.2024

 

 

 

 

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