Ojo. Fuerzas ultraconservadoras quieren que Abinader se convierta en un presidente autoritario que niegue sus raíces democráticas

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Por el hecho de que en la policía se hubiese revitalizado el hampa criminal que siempre la ha acompañado y que estén ocurriendo muertes criminales contra ciudadanos detenidos e incomprensibles, en una nación que lleva mas de sesenta años buscando su ruta democrática, bajo ningún concepto, quiere decir que el presidente Luis Abinader vaya por ello a adjurar de su juramento institucional democrático al momento que juró al cargo el 16 de agosto de 2020.

En este sentido, no sorprende que uno de los nichos conservadores y más reaccionarios y como lo es el matutino centenario capitaleño, haya emitido esta mañana una soflama a modo de editorial y pidiendo a viva voz que el presidente Abinader “apriete la muñeca”, es decir, que imponga la ley del más fuerte y con miras de controlar a las fuerzas oscuras que desde muchos rincones de su administración y no solo desde la policía, es evidente que debería sospecharse que conspiran contra la viabilidad y vitalidad del gobierno constitucional.

Abinader, conoce perfectamente que su obligación constitucional, es la de preservar el régimen democrático y sortear con la mayor eficiencia y firmeza, los peligros naturales, que en una sociedad en evolución, siempre pueden presentarse al acecho y como testimonios  de grupos facciosos y también de poder, que sintiéndose desplazados de la toma de decisiones, siempre querrán aprovechar la menor oportunidad para sacar a flote sus insatisfacciones y resentimientos y los que en cierto modo, son muestras alocadas de sentimientos encontrados a los que el Estado siempre podrá darle adecuadas como decididas respuestas.

Es así como entendemos que hay que salirle al paso al llamado a la subversión desde el poder que la dirección del Listín Diario y en su abusivo editorial, se ha permitido emitir y por el supuesto hecho, de que, en apariencias, ciertos acontecimientos policiales criminales luzcan desbordados.

A la Policía Nacional hay que enfrentarla con decisión y coraje y para que ella misma y desde sus 40 mil efectivos, surja la reacción lógica y correcta de enfrentar la criminalidad que tiene en su seno y que actuando como policía política ya tiene hastiada a toda la ciudadanía.

Pero no, que al presidente de la República se le invite a ir contra la institucionalidad y que, de suceder, estaría dándole la razón a las fuerzas ultraconservadoras que no quieren un gobierno de apertura y transparente como el que hasta ahora Abinader a demostrado que quiere y práctica.

Aparte, de que habla pésimo de un periódico centenario, que en su profundo ego, su director y propietarios entienden que es algo así como el supuesto “paladín de la libertad de prensa”, cuando en la realidad, nunca a dejado de ser la especie de comodín mediático, que creyéndose que cogobierna a la República, en la práctica, siempre ha abogado porque la libre expresión del dominicano sea su prisionera y en función de ello, erigirse en una especie de nicho dictatorial mediático que a todo el mundo quiere controlar.

Los del Listín Diario, en realidad, lo que quieren, es acrecentar los negocios particulares de sus accionistas y dueños y también de sus altos cargos periodísticos y comenzando por altos cargos públicos de privilegio para sus hijos y en ese interés, parecería, que no solo, no se detienen ante nada ni nadie, sino que tan pronto como encuentran la oportunidad, abogan porque el gobierno de que se trate se maniate así mismo, violentando los principios democráticos más elementales y lo que por lo visto y en base a fraseología barata y emotiva, aspiran que Abinader se deje de llevar y para que a la vuelta de corto tiempo, atacarle luego por ser “dictador”.

Dentro del país político y dentro de lo más sano de esta nación, todo el mundo debe de estar ojo avizor ante estas pretensiones aparentes de búsqueda de corrección institucional, cuando en realidad, lo que se busca, primero, es el descrédito del gobierno y luego su caída sorpresiva y para lo cual, si la Administración no llama a capitulo al matutino citado, fácil podría ocurrir, que espíritus y mentalidades débiles salgan a lo inmediato reclamándole a Abinader, que enfrente con decisión y coraje a la criminalidad, cuando esta tiene suficiente con el control que ofrece la Constitución de la República y las leyes.

Este gobierno y como otros, de mucho de bueno no tiene. Pero es lo mejor que en las circunstancias actuales le ha sucedido a este país y por lo que en ninguna circunstancia los dominicanos podríamos permitirnos, que un periódico se permita el atrevimiento de incitarles a que vayan contra el orden constitucional y bajo el pretexto de que la violencia desde el poder amenazara a todo el mundo y lo que no es cierto.

Lo que también está ocurriendo, es que desde que el matutino centenario capitaleño se acostumbró a ser un libelo difamador continuo y como ocurría cuando Colé Pellerano era su director para los años treinta del siglo pasado y tanto, que un señor de apellido Paradas le mató al salir del diario y porque no le concediera el derecho a replica para resarcir su honor y luego para la década de los años sesenta, su director de entonces, Rafael Herrera, se creyera el poder deliberante de este país y como el supuesto mediador todopoderoso que se entendía para resolver los asuntos públicos, ese matutino, que solo sirve a los intereses económicos de la alta burguesía y con la complicidad de muchos, realmente se ha creído que puede aconsejar y dictar pautas sin que nadie se lo pida y en razón de ello, creerse lo más parecido al falso tirano de la prensa que realmente cree que es.

De ahí que haya que salirle rápido y al frente y para salvaguardar los valores democráticos y ahora más, que aspira a que Abinader “apriete la muñeca” para enfrentar la criminalidad, cuando lo único que el presidente debe hacer es imponer la dictadura de la Constitución y de las leyes y nada más y lo que nos obliga a decir, Ojo. Fuerzas ultraconservadoras quieren que Abinader se convierta en un presidente autoritario que niegue sus raíces democráticas. ¡Ojalá se nos haga caso! (DAG)