Los ciudadanos y mucho más en un país tropical como el dominicano y en el que su gente es frívola en extremo y por lo tanto, incapaz de mantener afectos o lealtades ciertas tan pronto les empieza a llegar la inquietud, de que desde el gobierno, su calidad y nivel de vida va en descenso, no tienen el menor rubor en cambiar de bando y dentro de la ola pasajera de emotividad a la que se arrime.
Justo por tal situación y lo que ya habíamos advertido con tiempo y desde hace más de cuatro meses, dimos la voz de alarma y porque entendemos y sin importar si el gobierno del presidente Luis Abinader y su PRM sea o no amigo o adversario y motivado por esos desencuentros propios de cuando los sentimientos políticos están de por medio y las necesidades se agolpan, que de pronto, parecería que hay una seria como firme ruptura entre la ciudadanía y las autoridades.
Solo hay que entrar a las redes sociales o allegarse a sus lupanares mediáticos, en donde la diatriba, el insulto, la procacidad o la burla hiriente desalojan la decencia y las buenas costumbres y suficiente para que todo observador entienda, que por el nivel de mensaje de odio que desde ellas se proyecta, da la desagradable impresión de como si se estuviera gestando una especie de sublevación social y que provoca, que tantos le hayan perdido el respeto al gobierno y en particular a su presidente.
Parecería entonces, que todo comenzó desde aquel momento que los capitostes del PRM y en unión cómplice con los popis del gobierno, idearon la delicada iniciativa de aprovechar su presencia en el poder gubernamental, de manera de hacer una trastada por medio de transferencias millonaria de pesos, para comprar o adquirir a las buenas o las malas, la compra de conciencias que facilitara que los ciudadanos entregaran su libertad de escogencia y para que el PRM y en sociedad con la Junta Central Electoral, urdiera la grave situación, mediante la cual, las autoridades hubiesen provocado un fraude electoral tan extraordinario en los resultados electorales del 18 de febrero y el 19 de mayo pasados, que fuera ahora que los electores y ciudadanos hubiesen caído en cuenta y ante el engaño, empiezan a reaccionar.
De seguir este hilo sobre los acontecimientos pasados y haber comprobado la rabia sorda que se apoderó de millones de dominicanos y quienes a treinta días pasados los comicios, empezaron a darse cuenta de que el gobierno y el PRM, descaradamente se habían robado los resultados electorales.
Peor aún, el gobierno, es decir, el Poder Ejecutivo, no solo está en falta ante el ánimo público, sino que las fuerzas vivas se irritan también y al comprobar que igual ocurrió en el Poder Legislativo, en donde el 90 % de los cargos en juego fueron arrastrados a favor de unos candidatos oficiales y aliados, que ahora mismo y de cara a la atrapada como indignada opinión pública, no cabe la menor duda de que las autoridades y de los dos importantes poderes del Estado, todas son ilegales como ilegitimas y en consecuencia, no fueron electas directamente y sí, que son producto del fraude, que ahora, ni las mismas autoridades se atreven a negarlo.
Al mismo tiempo, empezaron a surgir serios cuestionamientos respecto a determinadas políticas gubernamentales y en paralelo, generando una gran insatisfacción popular y porque contra todo pronóstico, la ciudadanía ha empezado a mostrar sería oposición a todas estas políticas de administración.
Para colmos, el gobierno no se ha frenado o el presidente, ni siquiera por algún momento trató de agenciarse la opinión de sus servicios de inteligencia, al menos, desde que hecho público lo de la serie de reformas, constitucional, laboral y fiscal yo tributaria, era ostensible que la mayoría de los ciudadanos rechazaban tal festival de reformas en las que la gente no tuvo ninguna participación.
El clímax llegó, cuando los grupos económicos y financieros movilizaron sus medios de comunicación y estos movilizaron a su vez a sus audiencias, encontrándose entonces las autoridades, con una oposición en toda línea y comprobando Abinader que el público se le venía encima, cuando su director de propaganda dijo que se habían quedado espantados ante el fuerte rechazo popular a la reforma fiscal y comprobados por los resultados desastrosos de sus propias encuestas y mediciones de opinión, más los fuertes “peros” surgidos respecto a la Constitucional y la que contra viento y marea Abinader impuso.
Como si lo anterior no fuera bastante, el gobierno se metió en un pleito de competencias entre su comunidad de inteligencia y data y frente a su igual privada, que generó individuos apresados y otros heridos en sus egos descompuestos.
A estas alturas, lo que se está viendo, es que se está experimentando un fuerte rechazo nacional y con insólitas manifestaciones de solicitudes públicas de que renuncie por supuestamente incapaz.
Metido en semejante debate, ayer se pronunció el expresidente Hipólito Mejía, a quien Abinader le había dado en el 2020 la potestad de dirigir medio gobierno y olvidando el primer mandatario, que, con esa disposición, él mismo se estaba colocando fuera de derecho. De su lado, Mejía y en lo que parece una ruptura total, se le fue al cuello al presidente, declaró que el gobierno era sumamente incapaz y que entre otras cosas había entregado el sistema eléctrico al sector privado, al tiempo de dejar entender, que le empezaba a hacer una oposición interna más fuerte que aquella que se suponía la oposición política debería realizar.
Todo este escenario, obliga a que se entienda, que Abinader no está pasando un buen tiempo y que, en consecuencia, cualquier situación anómala contra la gobernabilidad bien que pudiera ocurrir.
De ahí que con gran preocupación advirtamos, que estos actores políticos deberían por tratar de sosegarse y si es que al final no quisieran propiciar un terremoto político que pudiera llevar a las autoridades hacia un peligroso callejón sin salida.
Tan preocupante es la situación, que periodistas y comunicadores y opinantes de todos los litorales políticos y sociales están reclamando prudencia a la ciudadanía y al gobierno sensatez y sin que todavía haya alguna respuesta cuerda por parte de las autoridades.
Entonces, nuestro planteamiento cobra fuerza y al decir, que para no hablar de que su nivel de popularidad está descendiendo, preferimos referirnos al pulso de simpatías y que parecería, que el mismo va en descenso crítico y que para un gobierno, que algunos ya piden su renuncia, debe ser algo más que mortificante. Con Dios. (DAG) 03.11.2024