domingo, septiembre 1, 2024
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Parecería, que el apresuramiento que dentro del PRM existe para adecuarse a la probable reelección constitucional de Abinader, inquieta a determinados dirigentes que quieren correr más rápido de la cuenta

Aunque no lo parezca, el que de buenas a primeras, figuras destacadas del partido oficial, el Revolucionario Moderno (PRM) muestren cierto desasosiego y al observar, que por su diligente accionar de gobernante y llegado el tiempo de elecciones, el presidente Luis Abinader no tendría necesidad de esas figuras partidarias para lograr su repostulación y lo más interesante, porque aquellos saben que la alta popularidad presidencial es mucho más alta que la del propio partido, sea esta la causa real del porqué Milagros Ortiz Bosch se pronunció recién pidiendo la revisión del acuerdo multipartidario del 50 +1 de 1994.

Estamos hablando, de políticos muy avezados en las marrullas y manipulaciones del pasado en materia política continuista, pero quienes ahora y de hecho, se sienten y están siendo desplazados por el cuadro de altos cargos públicos y jóvenes con los que Abinader se ha rodeado y quienes, con sus actitudes, comportamientos y trabajos y sobre todo lealtad personal, evidencian una entrega total a favor del presidente.

Este fenómeno de lealtad personal sin dudas ni fisuras y solo para fortalecer al presidente de la Nación, muestra un quehacer tan interesante, que viejas o antiguas figuras como la de la misma Milagros Ortiz Bosch o la  del aparente opositor interno más duro,  que representa el ingeniero Ramón Alburquerque, de pronto, se encuentran en una posición nada cómoda con el ajedrez político interno que el mismo Abinader está llevando y su fase peculiar, de conformar un círculo político de juventudes no comprometidas con el pasado perredeísta de cuando la pasada Guerra Fría y que al descubrirlo, tratan de ver como le salen al paso.

Alburquerque y desde que Abinader colocó al ex senador José Ignacio Paliza, como ministro administrativo presidencial, fue de los primeros de la vieja guardia, conocida como individuos que se entendían “dueños del partido” en calidad de supuestos “viejos robles”, que rápidamente trató de marcar distancia y al promover esa sibilina política de desencuentros y descrédito contra los miembros del nuevo circulo presidencial alejado de aquellos, que hasta que Abinader llegara al poder, se entendían como los manipuladores o supuestos “guías” que serían del nuevo mandatario.

Cómo se ha visto, la maniobra le resultó fallida y peor, pues  desde que intentaron sabotear los nombramientos del gabinete y de los organismos descentralizados y con el pretexto de que se les ofrecían cargos que supuestamente no estaban a su nivel y los que rechazaban reiteradamente, de pronto cayeron en cuenta, que se habían aislado y lo más significativo, que la única de ellos que pudo pasar el mal momento, fue la señora Ortíz Bosch y quien por lo que se ha visto y con tal de mantenerse en el cargo que ocupa como cuidadora de lo más parecido a “la moral oficial”, no ha mostrado escrúpulos para desdecirse de sus palabras o de muchas de sus creencias del pasado y en particular, cuando su relación política emocional con el líder partidario, Peña Gómez, de tan fanatizada, le obnubilaba el entendimiento.

Ha sido por ese peso emocional que no le da pie para mostrar una independencia de criterio lo suficientemente abierta y como para entregarse políticamente y de pleno a Abinader mismo, que Doña Milagros, de pronto y como si en verdad la vida se le fuera en ello, salió con la sorprendente declaración por la que ella y torpemente, creía que beneficiaba las aspiraciones continuistas constitucionales que amparan al presidente y quien no necesita de semejantes trapisondas.

Generando entonces una tormenta en ciernes, para nosotros un simple tollo, que con presteza y una simple y categórica declaración, Abinader tiró a un lado y precisando, no solo que se oponía con rotundidad a lo dicho por su subalterna, sino que rechazaba que se hiciera semejante enmienda por parte de otros funcionarios gubernamentales o del partido.

Con todo, Abinader fue elegante, no maltrató a la dama, trato de justificar el criterio planteado y fue lo suficientemente especifico, para que, de ahora en adelante, nadie de los cobijados a su sombra y menos los llamados “viejos robles”, cometan igual o parecida torpeza.

Al mismo tiempo, la importante aclaración presidencial, despeja el camino para que los jóvenes colaboradores del presidente se mantengan firmes en sus proyectos de procurar fortalecer la labor de trabajo del gobernante y la que con sus más y sus menos, en términos amplios, por ahora, solo va dirigida a fortalecer y robustecer los intereses permanentes de la República.

De ahí que puntualicemos, que dado que en POR EL OJO DE LA CERRADURA no somos amigos ni enemigos o colaboradores de ningún gobierno y solo sí sus críticos institucionales, justamente para favorecer la institucionalidad, el estado derecho y la disidencia, entendemos, que en cierto modo, el presidente aprovechó el desliz de la señora Ortiz Bosch y con miras de dar el golpe de efecto, en cuanto, a que si bien podría estar a favor de ir a la reelección que la Carta Magna le autoriza, no así lo haría, cometiendo el error de violentar los parámetros legales en los que la nación se desenvuelve y en este aspecto, Abinader se ha mostrado más que considerado.

Y que es, esto último, un punto que hay que tener muy en cuenta, pues Abinader, no estuvo de acuerdo con lo expresado por la señora Ortíz Bosch y no dejando de tener presente, que lo hacía frente a una dama de notables servicios a favor de la patria y la que, por edad, podría ser su misma madre, a la que con elegancia y consiguiéndolo, tenía que discrepar sobre el tema, que y sin duda con buena fe, aquella había planteado.

Es decir, Abinader les mató “el gallo en la funda” a quienes, dentro de los viejos robles, entendían que podían aprovechar lo dicho por la directora de ética gubernamental y para arrimar brasas a su favor y que como son políticos que viven al acecho del menor error suyo, tampoco dejan de conspirar suavemente, con tal de sacarle beneficio a cualquier coyuntura.

Haciéndonos precisar, lo evidente, que parecería, que el apresuramiento que dentro del PRM existe para adecuarse a la probable reelección constitucional de Abinader, inquieta a determinados dirigentes que quieren correr más rápido de la cuenta. (DAG)

 

 

 

 

 

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