¿Por qué, en la mayoría de los países del mundo, al que delinque se le sanciona y aquí no?

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Con solo tener en cuenta, de que en los últimos 21 años y para no hablar de más atrás, la aplicación de la justicia y tanto desde el ministerio público como de una mayoría de tribunales y de estos hasta los más altos en la escala de valoraciones y competencias, se reduce a un simple teatro de poses y ambigüedades y siempre para ocultar pruebas, maquillar sentencias y parcializarse indebidamente con el poder político gubernamental, ese actuante que quiere a algunos, presos y a otros, intocables.

Los dominicanos y sin excepciones, hemos podido entender, que lo que tenemos de Poder Judicial, es una infame mascarada de supuestos magistrados “probos” y quienes, como arribistas de la pequeña burguesía, solo les lleva el interés de trascender o avanzar en la escala social y sin importar a quienes otros aplastan moralmente o empujan a que se suiciden y bajo el impacto emocional de persecuciones del ministerio público, absolutamente abusivas o sentencias mostrencas, imposibles de aceptar al carecer de lógica jurídica .

Se llega de este modo a la terrible conclusión, de que no se vive dentro de ningún estado de derecho y sí dentro de lo más parecido a un canibalismo social y tan definido, que facilita las cosas, para que esta nación viva entre la corrupción más declarada así como prisionera de las inconductas tan generalizadas, que se ha creado una subcultura política del crimen, la extorsión, el sicariato y todo tipo de acciones pecaminosas que abarquen los delitos empresariales, aumentados estos con el lavado de activos y el narcotráfico y al punto, de que a la fecha, el 90 % de las grandes fortunas de siempre y el 100% de las nuevas, compiten entre sí y para ver quien logra los suficientes resortes del poder para hacer cuanto les venga en ganas y sin importar cómo.

Todo se definió, cuando los políticos se dieron cuenta y desde los años setenta, ochenta y noventa del siglo pasado, de que en base el esquema de “donaciones” de supuestos inmigrantes dominicanos desde Nueva York, lograban blanquear capitales espurios de comerciantes y bodegueros “dominicanyork” y al mismo tiempo, agenciarse grandes recursos monetarios que les permitían resguardarse de las arbitrariedades de otros políticos y sus gobiernos.

En este punto, muy pocos lideres o partidos pueden presentar un “certificado de conducta” aceptable y al no hacerlo, sus gobiernos cayeron en el despropósito de ser bandas delincuenciales organizadas, que con sus inconductas cambiaron a la sociedad, corrompieron a los ciudadanos y laceraron de una manera grosera el ámbito diario de la política partidaria y para no dejar atrás al “Poder Judicial”.

Fue de este modo, que los partidos y en gran mayoría, se convirtieron en agencias de todo lo ilícito y sin importar consecuencias y la justificación, para que, entre empresarios y políticos, adultos o jóvenes, asumieran que el Estado Dominicano podía ser convertido en fallido y dado que la respuesta del Poder Judicial y por la falta de integridad de la mayoría de sus miembros, fue el plegarse a quienes y por cañonazos de papeletas, les dominaban.

Solo debe recordarse, que la profunda inversión de valores morales, cayó de golpe, desde que el último bastión moral que se creía como referente de freno, el ejercicio periodístico y con la concentración de medios de comunicación y de información de masas en pocas manos empresariales o capitalistas y en base a complicidades de las peores muestras de pequeña burguesía desesperada por trascender desde las redacciones mediáticas, se le dio el tiro de gracia a la moral social y es a partir de tal circunstancia, que se produce el destape amoral más licencioso en todas las capas sociales.

Para comprobarlo, solo hay que ver el tremendo despliegue de complicidades que presentan los diversos escándalos de corrupción gubernamental desde varias administraciones anteriores a la actual y las todavía muestras de inconductas de funcionarios del gobierno presente y en las que resalta, ese contubernio infame entre prensa, capital y ambiciones desmesuradas, que ha terminado por hacer de este país lo más parecido a un nicho de piratas o, dispénsesenos la corporación, en un burdel.

Por eso y frente a esta desviación generalizada en busca del enriquecimiento más acelerado y sin importar consecuencias, nada más hay que investigar el porqué de tantas riquezas inexplicables y en el periodismo ni se diga y todas, marcadas por el mismo sello indeleble, que, si se les hace una auditoría forense, nadie de los que pudieran ser imputados, no podrían justificar los bienes adquiridos y en base a sus simples salarios o ingresos legales en los útimos 21 años.

De ahí que el Poder Judicial se encuentre tan desacreditado y sus miembros, unos, como ministerio público y los otros, como tribunales y jueces y todos, mostrando las mismas inconductas en materia de complicidad con lo mal hecho y para muestras, los siete u ocho grandes casos provenientes desde el 2000 al 2020. Dos muestras:  Cuando el Poder Judicial estadounidense entregó al entonces procurador general, Jean Alain Rodríguez, los 30 expedientes que marcaban y de acuerdo con las autoridades judiciales estadounidense, todo lo relativo a los imputados solo por Odebrecht y que presentados ante el entonces presidente Danilo Medina, este y arbitrariamente, solo permitió que se iniciaran procesos persecutorios contra 15 individuos y reservándose los otros quince y lo que fue suficiente para que el mayor circo mediático de difamaciones e injurias compartidas dio a lugar y estableciéndose rapazmente los tribunales mediáticos.

Anteriormente, el primero y relativo a las quiebras bancarias en el 2003, donde una sola entidad financiera, al quebrar, el gobierno de aquel tiempo no le proveyó auxilio monetarios y con la finalidad, de que el resto de la banca se apoderará de sus activos, mientras al principal banquero caía  dentro de un juicio expedito y por el cual, fue a la cárcel, sí, pero dejándosele millones de pesos de fortuna propia, mientras miles de ahorrantes caían en quiebra y a la República, se la obligaba a hacerse cargo y pagar, el terrible déficit de 4 mil millones de dólares que apenas en 2019 la nación logró saldar.

En esos dos casos, fue evidente que el Poder Judicial fue cómplice de primera línea y mientras el poder político a su nivel mayor se beneficiaba y en todos los sentidos y sin importarle el qué dirán a fiscales y jueces actuantes, de hecho, se les señale, apostrofe y condene. ¿Y qué decir del destape de casi 10 nuevos casos presentados en estos últimos 14 meses y rematando con ese accionar escandaloso del ministerio público “contra la corrupción” y jueces y tribunales cómplices y hasta presentar una sentencia en la que se condena a un supuesto sobornador mientras se silenciaban y ocultaban los supuestos sobornados? El escándalo pues está servido y ni hablar del por qué preguntamos: ¿Por qué en la mayoría de los países del mundo, al que delinque se le sanciona y aquí no? (DAG)

 

COMENTARIO AL MARGEN: Por la imagen que presentamos para este Análisis Político de Estado, nos hemos dado cuenta del poco respeto  que desde la Suprema Corte de Justicia se le tiene al Escudo Dominicano, pues el que se presenta en la imagen y que da paso a una sala importante en la sede judicial, no se corresponde al que especifica y ordena la Carta Magna, toda vez que sus bordes son ovalados y la Constitución dice en su capítulo III Del Idioma Oficial y de los Símbolos Patríos y en su artículo 32, donde se  especifica que la forma del Escudo Nacional "es de un cuadrilongo"…. (DAG)