¿Por qué siendo la economía dominicana una de las de crecimiento sostenido y continuo más amplio, República Dominicana no se beneficia de una libertad de visados?

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La pregunta es fácil de plantear, pero difícil de contestar y si antes los dominicanos no nos hacemos nuestra propia autocritica. Pues en la mayoría de los casos, la situación de grosera discriminación contra el país poseedor de la economía más poderosa entre todas las naciones isleñas caribeñas y la sexta de América Latina, tiene que ver con el abusivo e irreflexivo comportamiento dominicano de la denuncia maledicente, la actuación poco civilista y el afán tan terrible de nuestros inmigrantes, denunciándose unos y otros ante las autoridades migratorias extranjeras.

Para citar un caso y desde la misma década de los años sesenta del pasado siglo, las autoridades de migración de Nueva York se sorprendían de cómo había incontables inmigrantes dominicanos, unos legales y los otros indocumentados, que se denunciaban entre sí y a cambio de recibir 50 dólares por denuncia y de gratificación.

Ante semejante comportamiento, aquellas autoridades siempre advertían que era una situación en la que solo los dominicanos se distinguían, pues nadie de ningún otro país hacia algo parecido. Pero lo peor, que, a la fecha, la desagradable ocurrencia se sigue presentando y ahora más, si se incluye a Canadá, donde la inmigración dominicana también se caracteriza por denunciar al compatriota que está irregular.

Para los años sesenta, podría argumentarse que el dominicano no viajaba en los 31 años de la Era de Trujillo y que, al hacerlo, a partir del final de 1961, al provenir de una dictadura en la que muchos se especializaban en denunciarse los unos a los otros y sin distingos de niveles sociales, podría entenderse tan abusivo comportamiento.

Pero ahora en el 2022, que la misma practica continua con otras generaciones de inmigrantes, sin duda que no hay justificación para tal inconducta y la que al final desprestigia al dominicano y tal como si todos estuvieran cortados por el mismo patrón.

Naturalmente, la práctica tan nociva que habla mal del dominicano, tiene una variable extremadamente grave: La de diplomáticos criollos traficando con personas, bebidas y también drogas y en mayor y peor medida, con aquellos, que nacidos en EEUU y colocados indebidamente como diplomáticos, utilizan los cargos como plataformas de ilícitos a gran escala y lo más censurable, gobiernos designando a estadounidenses de origen dominicano como cónsules generales y hasta recaer en lo de ahora, que después que en los gobiernos del PLD se produjo lo de la llamada “ley de doble nacionalidad”, todas las barreras en materia de ilícitos asociados al narcotráfico y el lavado de activos y el enriquecimiento ilícito desde el poder, han sido impuestas y al tiempo de  que como una interpretación equivocada, el dominicano que no ha cambiado de nacionalidad ha sido relegado a ciudadano de segunda y de ahí que ahora hayan los llamados legisladores de “ultramar”, sin calidades ninguna especie o índole, para hacerse pasar como dominicanos nacidos en este país y que no han abandonado su nacionalidad.

Todo lo anterior ha provocado y si le agregamos la barbaridad cometida por el cómico Freddy Beras Goico, que en su espacio televisivo denigraba a la mujer dominicana calificándola como parte de todas esas que viajan con la etiqueta de bailarinas y que a su decir, no eran más que unas prostitutas y por lo que encima, solicitaba a los gobiernos extranjeros que impusieran restricciones al viajero dominicano y a España que retirara que los dominicanos podían viajar a la península española sin necesidad de visados. Y lo que ese inmoral logró plenamente.

Y aquí viene la reflexión, ¿no había razones suficientes para que a la mayoría de los ciudadanos que no tenían semejante comportamiento, estos pagaran justos por pecadores y experimentaran serios sofocos al acudir en busca de visados?

Lo anterior lo traemos a colación. No solo para que tales inconductas cesen, sino que dado que este país, de economía subdesarrollada en los sesenta, ha pasado a una extraordinaria economía emergente o de crecimiento medio en este principio del siglo XXI y el comportamiento de las nuevas generaciones dominicanas es absolutamente distinto al de las anteriores, que se le solicite al gobierno del presidente Luis Abinader, qué exija de otras naciones y en base al extraordinario repunte en el intercambio comercial como en las inversiones dominicanas con características de binacional, como también por el alto indicador de dominicanos inmigrantes jurando como nacionales de EEUU, Canadá y países europeos preferentemente y si se juzga por las respectivas balanzas de pagos con aquellas naciones, a que se acepte al viajero dominicano sin la necesidad de visados o que disminuyan los requisitos y en mayoría, bochornosos que terceros países imponen y la mayoría sin el crecimiento económico espectacular dominicano.

Precisamente hoy, se conoce que la embajada estadounidense acaba de anunciar por boca de su principal funcionario, que las visas con fines turísticos, en 2022 aumentaron un 30% y que igual ocurrirá el año que viene y lo que de suyo, es un auspicioso indicador, de que la pujanza de nuestra economía, está obligando a nuestro socio comercial número uno en el mundo, a flexibilizar sus requisitos y lo que en cierta forma está ocurriendo, por los cerca de tres millones de estadounidenses de origen dominicano y quienes tienen representantes y senadores estatales y también federales e igual en más de 50 gobiernos municipales y todos, reclamando un mejor y justo trato para los dominicanos.

A lo largo de estos últimos 61 años, los 2.5 millones de dominicanos nacidos entre el 1930 y 1961 han pasado a 10.5 millones en el territorio nacional, es decir, 8.5 millones nacieron en este lapso de 1961 a 2022 y todos, con otra idiosincrasia, otra mejor cultura y muchísimo mejor educación y una mejoría real en su nivel y calidad de vida y que son los factores que nos obligan a sostener, que los dominicanos no podemos continuar siendo discriminados por otros países y sus gobiernos y al momento de ir de turistas o eventualmente, de residentes y que el gobierno de Abinader debe entender y también exigir e igual demandar a las diversas cámaras de comercio binacionales.

 Si todo lo anterior se analiza, se verá que tiene sentido que formulemos la siguiente pregunta: ¿Por qué siendo la economía dominicana una de las de crecimiento sostenido y continuo más amplio, República Dominicana no se beneficia de una libertad de visados al momento de que sus ciudadanos quieran viajar al exterior? (DAG)