Puentes y no cercas

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Es verdad de Perogrullo que la reforma policial es un tema pendiente para nuestra sociedad. Forjada al calor de intervenciones militares y gobiernos dictatoriales, la Policía ha encontrado difícil cumplir su función de garante de la seguridad y los derechos ciudadanos.

Durante muchas décadas sirvió, sobre todo, como órgano de represión que ignoró la dimensión democrática de su función.

Ya no tenemos la Policía eminentemente represiva de hace algunas décadas, pero el resultado no ha sido satisfactorio ni para la institución ni para la sociedad.

La transición hacia un verdadero cuerpo de seguridad ciudadana es difícil en cualquier contexto: procura cambiar la lógica de una institución en movimiento, modificando sus métodos, pero sin la posibilidad de aceptar una merma en sus resultados.

Para nosotros, la reforma se complica por dos motivos: primero, porque la Policía no se relaciona con todos por igual, reservando su cara más violenta para los ciudadanos menos pudientes, independientemente de que hayan delinquido o no; segundo, porque no queremos invertir en ella ni en la calidad de vida de sus miembros. Los pasos en ese sentido son positivos, pero aún insuficientes. Recordemos que se tiene la Policía que se paga.

Por ello, para poner en movimiento un proceso real de reforma policial es necesario construir acuerdos y consensos. Puentes. Eso lo sabe y lo ha puesto en marcha el presidente Luis Abinader.

Por eso extraña que un asesor extranjero haya decidido abrirse frentes innecesarios cambiando el discurso técnico por la arenga política al descalificar a la oposición para hablar del tema por no haber resuelto el problema cuando fue gobierno.

Hay que empezar diciendo que, si esto es válido para ella, lo es para todos, porque tanto oposición como gobierno son corresponsables de los avances y retrocesos de las últimas décadas en materia policial. Y a seguidas he de recordarle que para que la reforma prospere es necesaria la colaboración de todos los dominicanos, no solo la de aquellos que son de su gusto.

Finalmente, debe entender este asesor que él volverá pronto a su país, y será al presidente Abinader a quien le toque recoger sus platos rotos para poder construir el consenso necesario.

La reforma policial es un propósito loable, en el que todos deseamos que, por fin, se tenga éxito. Bueno sería que al presidente no le desbaraten con los pies lo que tanto cuesta armar con las manos. Por: Nassef Perdomo Cordero [El Día]