miércoles, junio 26, 2024
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Rejuego de la partidocracia, hacer creer que Leonel es el malo o Abinader el bueno y cuando lo que se busca, es la continuidad atemporal de esa dictadura que quiere ahora su versión militar

El fracaso del sistema político dominicano, que en absoluto no es democrático y menos representativo y sí corruptor, se va a conocer desde el momento que los partidos y políticos que conforman la dictadura partidocrática y ante la ausencia de referentes morales ciertos en la dirección de la República, es busquen y a la desesperada, de un líder populista y que al mismo tiempo sea de origen militar.

Para comprobarlo, solo hay que ver como al gobierno saliente y en funciones se le ha ido de las manos la seguridad pública y con esa falla estructural en la seguridad ciudadana y lo que no es nada casual y sí el resultado de una política dirigida en procura de que el gobierno civil sea convertido en uno prácticamente militar.

De ahí de las reuniones presidenciales “de seguridad” y cada lunes en el Cuartel General policial o el anuncio del futuro registro de 20 mil nuevos efectivos de la policía con miras de supuestamente “blindar la seguridad pública”.

Al mismo tiempo, ya el gobierno saliente y en funciones ha puesto su grano de arena y con esa especie de decreto-ley 1-24 por el que y en estos momentos, todos los ciudadanos son presos de confianza de un régimen oculto y de fuerza y al muy estilo del PRD de cuando la Guerra Fría y ahora matizado “por el fervor institucional” de un PRM, quien después de robarse y cometer fraudes con los resultados de los comicios pasados, pretende erigirse en una herramienta política represiva carente de autoridad moral.

Mientras tanto, a la ciudadanía se la tiene embobada con ese traumático discurso de chismes e imputaciones vacías contra cualquier ciudadano que ose criticar las inconductas del PRM y las sinvergüencería de sectores del mismo Gobierno, mientras con una “plasticidad descriptiva” increíble, hacen creer que el presidente Luis Abinader es el tonto de capirote que el partido tiene como muñeco de cuerda y desde un Palacio Nacional en donde el mando constitucional mayor está “difuminado” entre los capitostes del partido y los popis que controlan la administración.

El manejo ha sido tal y en cierto modo tan diestro, que ni el mismo Abinader o su entorno íntimo, ha caído en cuenta de que a base de mentiras y halagos, han hecho que la imputación grosera del pasado y perpetrada desconsideradamente por Hipólito, la de tayota, ahora más que nunca cobra actualidad entre los aliados del malévolo expresidente y cuyo único interés es dejar bien situada a la hijita que impuso en la alcaldía capitaleña y como primer escalón para que en el 2028 el PRM y por encima del mismo Abinader, la coloque como uno o la más importante de los precandidatos presidenciales.

Ahora bien, Abinader no tiene nada de tonto y si bien sigue actuando y haciendo creer que se deja manejar y porque le conviene, todavía no ha dado muestras evidentes de que quisiera cambiar esa composición gubernamental, que pudo ser buena para llegar y obtener la reelección, pero que es ruidosamente mala contra la viabilidad y ejercicio de poder del nuevo gobierno reeleccionista.

Paralelamente, la atrapada opinión pública, ya ha empezado a darse cuenta de la dimensión tan profunda que tuvo el accionar del PRM en su conspiración para robarse las elecciones y cometer el fraude electoral demencial que ya se critica y el que se quiere enfrentar por parte de la indignada opinión pública y ante esta nueva situación, de que los perros de presa del régimen  en materia de sicarios mediáticos, han empezado  y pretendiendo descalificar a todo aquel ciudadano o voz crítica que se muestre molesto por el fraude colosal que ha sido perpetrado.

Y es ahí donde el presidente Abinader tendrá que empeñarse a fondo y “batir el cobre” como se dice popularmente y si es que realmente quiere llegar a juramentarse el 16 de agosto y lo que debe advertirse, porque tenemos la impresión, de que desde lo más hondo del sentimiento popular, la incomodidad por el engaño efectuado y en el hecho de que los pocos ciudadanos que “votaron” no lo hicieron libremente y sí inducidos por la venenosa propaganda oficial que les enajenó el entendimiento, en tanto la mayoría aplastante que no votó, muestra un resabio, a nuestro modo de ver más que preocupante y el que nos hace temer, que cualquier día podría haber una reacción popular extrema.

Abinader y ojalá que no se enoje, es un presidente de circunstancias y ninguna provocada por él y sí manipuladas   por sus sicarios mediáticos y en las redes sociales provenientes de los agrupamientos conspirativos en la Plaza de la Bandera, y quienes ahora, temiendo que el joven presidente caiga en cuenta de que fue manipulado, rápidamente están generando la especie de batallón de asalto y deshonra, que en base a insultos e imputaciones de toda especie, tiene el objetivo de que el gobierno saliente y en funciones tome medidas policiales de excepción y para que sus propagandistas se apuntalen en el poder falso que ayudaron a que el PRM robara.

Entonces y aquí nuestra preocupación: Qué algún coronel o general joven del ejército le dé por aprovechar cualquier desbarajuste o anomalía institucional que afecte la gobernabilidad y para destacarse como nuevo líder político populista en ciernes y hasta desestabilizar el régimen que encabeza Abinader y aprovechando el odio y rencor que tanta gente tiene contra un gobierno de vocación reeleccionista que le robó su derecho a ejercer su libertad de escogencia y en momentos que la clase política como un todo ha quedado tan desprestigiada y moralmente ensuciada  en el peor o mayor fango inmoral de corrupción absoluta que ha terminado por hacer del Estado su prisionero.

Abrigamos y alentamos pues, que Abinader caiga en cuenta de la encerrona que los mismos suyos lo están metiendo y a la que de alguna manera deberá enfrentar con drasticidad y si es que quisiera ser visto como un presidente de hecho y responsable directo de su propio ejercicio de poder en base a razonamiento y decisión propios.

Consecuentemente, quisiéramos que nuestros lectores se fijaran en el siguiente detalle y tan falso, del rejuego de la partidocracia, hacer creer que Leonel es el malo o Abinader el bueno y cuando lo que se busca es la continuidad atemporal de esa dictadura que quiere ahora su versión militar y utilizando al presidente de salida y en funciones, como su mascarón de proa. Con Dios. (DAG) 07.06.2024

 

 

 

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