Rescates bancarios en EE UU: un colapso casi del tamaño de Lehman Brothers sin emplear dinero público

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Estados Unidos se enfrenta a la peor crisis bancaria desde 2008-2009. Hasta ahora ha dejado por el camino a tres bancos: Silicon Valley Bank (SVB), Signature Bank y First Republic. En conjunto, suman 534.795 millones de dólares en activos (487.390 millones de euros), una cifra similar a la que manejaba Lehman Brothers en el momento de su quiebra y que lo situaba como la cuarta entidad más grande del país. Dejarlos caer no era una opción para el gobierno a la vista del efecto contagio que hubo en la última crisis financiera. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurrió en los rescates de hace 15 años, ahora se ha impedido a toda costa que los ciudadanos carguen con los con efectos nocivos de su mala gestión; en consecuencia, se ha evitado inyectar dinero público y se han garantizado todos los depósitos.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha repetido este mensaje en reiteradas ocasiones desde que a mediados de marzo las autoridades intervinieron para tratar de poner fin a la crisis. “Los contribuyentes no tendrán que asumir ningún tipo de pérdidas. El dinero (para el rescate) provendrá de las tarifas que los bancos pagan al fondo de seguro de depósitos y los inversores de las entidades no estarán protegidos. Hicieron una apuesta a sabiendas y la perdieron. Así es como funciona el capitalismo”, dijo el mandatario en su discurso del 13 de marzo.

En general, los rescates se han ejecutado con un cuidado equilibrio entre intervención pública y privada. El coste de cada rescate se ha cubierto con los ingresos que la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC por sus siglas en inglés) obtiene al liquidar al banco, ya sea vendiéndolo a otra institución financiera o subastando sus activos. Cualquier coste más allá de eso se paga con el fondo de seguros de depósitos de la FDIC, que se mantiene con comisiones pagadas por los bancos participantes y accionistas.

En paralelo, se ha creado el llamado Bank Term Funding Program (BTFP), una entidad que canalizará préstamos a un año a otros bancos, a entidades de ahorro y a otras instituciones depositarias que tengan problemas de liquidez. Este instrumento está respaldado por 25.000 millones de dólares de un fondo de garantía ya existente en la Reserva Federal.

Aunque se ha buscado un comprador para cada banco, en los casos de SVB y Signature Bank las autoridades no tuvieron tiempo de cerrar una subasta antes de que ambas entidades terminaran por desangrarse en el mercado. Ante el miedo de que la fuga masiva de depósitos arrastrara a otras entidades, los supervisores no tuvieron más remedio que decretar una “excepción de riesgo sistémico”, cerrando el banco y nombrando a la FDIC su administrador judicial. Los reguladores establecieron un llamado banco puente para proteger a los depositantes y gestionar, hasta la venta de sus activos, las actividades bancarias y sus sucursales. La mecánica fue la misma con Signature Bank hasta que se llegó a un acuerdo con Flagstar Bank, filial del New York Community Bancorp, para que asumiese la práctica totalidad de la entidad por un coste estimado de 2.500 millones de dólares.

Con First Republic, en cambio, la entidad fue intervenida solo hasta que las autoridades estadounidenses llegaron a un acuerdo con JPMorgan para comprar los depósitos y la cartera de préstamos por 10.600 millones de dólares que irán a parar a la FDIC. Como parte del acuerdo, ambas partes compartirán las pérdidas de los préstamos residenciales y comerciales de First Republic, pero los reguladores no aportan garantías a los depósitos no asegurados, sino que estarán avalados por el mayor banco de Estados Unidos.

En este punto recae la tercera gran novedad de estos rescates: la cobertura de los depósitos. Las autoridades han decidido ignorar el límite de cobertura, fijado en 250.000 dólares, y respaldarlos todos. Con esto se pretende evitar los impagos entre los clientes de la entidad, que en el caso de SVB y First Republic, eran altos patrimonios, fondos de capital riesgo o startups tecnológicas. Por contra, los accionistas que tenían algún instrumento con estos bancos han perdido su inversión.

Es una diferencia respecto a lo que ha ocurrido recientemente con el gigante suizo Credit Suisse, que fue rescatado en marzo por su competidor directo UBS, en una negociación auspiciada por las autoridades nacionales. Según los términos de la compra, los accionistas han recibido 0,76 francos suizos por cada una de sus acciones. Los únicos que sufrieron con esta operación fueron los tenedores de cocos (bonos contingentes convertibles), que perdieron todo su dinero.

Tras la última víctima de esta crisis, la FDIC ha puesto sobre la mesa la posibilidad de reformar el sistema que garantiza el dinero de los depositantes en las entidades estadounidenses, pues cree que es necesario dar una mayor cobertura a las cuentas de pagos que las empresas tienen en los bancos. Además, planea publicar la próxima semana una propuesta para reponer su Fondo de Garantía de Depósitos, que se agotó en parte por las quiebras de Signature Bank, Silicon Valley Bank y First Republic. Según el plan descrito por fuentes anónimas a Bloomberg, los bancos de mayor tamaño tendrían que desembolsar más dinero debido al tamaño de su balance y a su número de depositantes. El riesgo de los depósitos no será un factor. Por contra, las entidades con menos de 10.000 millones de dólares en activos no tendrían que pagar. Hasta el año pasado había más de 4.000 entidades por debajo de ese umbral, según datos de la FDIC.

Dependiendo del tamaño de su cartera de depósitos, algunos bancos con hasta 50.000 millones de dólares en activos también podrían evitar los pagos, que podrían extenderse a lo largo de dos años o pagarse de una sola vez, según las fuentes. Las tasas no cubrirán los 13.000 millones de dólares en pérdidas que se estiman por la intervención de First Republic Bank, ese golpe al fondo se cubrirá con las tasas trimestrales ordinarias. En cualquier caso, puede ser que First Republic no sea la última víctima. Ayer otros dos bancos regionales (PacWest y Western Alliance) se han hundido en Bolsa y se baraja la posibilidad de que estén buscando compradores. Por: Denisse López [Cinco Días]