Se ha llegado al límite de los que decentemente pudiera permitirse en extravío de las buenas costumbres, el orden y la civilidad, por lo que es hora de denominar los hechos tales cuales son y los que definitivamente marcan la tremenda inversión de valores morales que agobia a República Dominicana y desde el verdadero hecho de mass media dentro de la prensa mercancía absolutamente comprometidos con las órdenes que les imparten sus dueños los barones mediáticos.
Y de hacerse la reflexión a la que ahora invitamos a nuestros lectores, se verá que nos acompaña la razón y desde el punto de vista, de que si en estos últimos 19 años, la corrupción más amplia ha penetrado el tejido social y al extremo, de que ya parecería que nadie se inmuta ante los peores desaciertos inmorales y abusos de poder que la clase gobernante perpetra diariamente, por obligación habría que concluir en lo cierto, de que, si todo el factor mediático tradicional no hubiese desertado de sus obligaciones morales con la nación, de vigilancia del orden moral que debería de imperar, ahora no se habría llegado a los niveles de corrupción generalizada, que todos los días se muestran con el desparpajo propio de cuando la ciudadanía y su burguesía, desertan de sus responsabilidades frente a la República.
Es por semejante causa colectiva de la terrible existencia o patrón de ambiente criminal que se vive y debido a que una fuerte mayoría nacional no teme a la crítica periodística seria respecto a quienes dirigen a la República y al comprobarse que son los miembros de la clase dirigente quienes en verdad han provocado con sus inconductas, que a nivel de clase media y pueblo se hubiese desatado el nicho de criminalidad compartida que no deja que la República se encauce.
¿Cómo explicar entonces, que de buenas a primeras y lo que antes no había ocurrido, de núcleos familiares enteros participando dentro de esquemas de corrupción a gran escala y como ahora se destapa con el caso del clan Falcón, donde no existe mecanismo de poder social, político, económico y castrense que no esté involucrado y que si no hubiese habido el silencio cómplice de los medios dentro de la prensa mercancía, hoy los dominicanos de buena voluntad y de integridad moral, no estuviéramos pasando la vergüenza de ver como el Estado Dominicano se ha convertido en un amanuense infame de toda una criminalidad social que ya no deja nada a la imaginación de nadie?
Por eso hacemos énfasis respecto a que si esta situación se está dando, ha sido por la complicidad abierta de periódicos escritos y estaciones de radio y televisión, más los medios digitales suyos y todo ese engendro de comunicadores en las redes sociales, donde entre el insulto, la procacidad, la indecencia y la amoralidad, se atenaza a esta nación y en razón de que todos esos medios propiedad de los barones mediáticos y por la corrupción directa de la mayoría de estos y por su desproporcionado afán de lucro e inequívocamente, son la base desde la cual, los poderes públicos y hablamos de los tres poderes interdependientes del Estado, han sido doblegados por la terrible inversión de valores morales que ahora se enseñorea.
Veamos casos y para demostrar nuestra critica, ¿cuántos son los barones mediáticos que obtienen beneficios gubernamentales directos y obtenidos por ellos mismos en base a utilizar sus medios como especie de armas de reglamento para doblegar a gobiernos, presidentes y cuanta competencia empresarial se asome?
¿No es cierto que uno de esos barones mediáticos, siempre ha logrado, por lo menos hasta hace un año, que en las aduanas nunca le abran sus furgones llenos de mercancías no declaradas, o el otro magnate de la televisión, agenciándose contratos mega millonarios de construcciones de redes de carreteras o aquel tercero dueño hasta de equipo de futbol, logrando contratos a niveles de consorcio multinacional y para obras locales, sino es porque los gobiernos y los políticos les temen, que ellos pudieran chantajearles por vía de sus propios mass media?
Los casos arriba enumerados, toda la comunidad mediática los conoce, comenta y critica, pero ninguno de los medios y periodistas o comunicadores se atreven a decir ni jí y menos denunciarlos y para no perder sus grandes privilegios, status social y altos salarios y en lo que ha devenido como la más patética muestra de complicidad mediática con la corrupción generalizada o aquellos otros, de senadores, diputados, alcaldes o regidores y ni hablar de funcionarios en el gobierno central, quienes protegiendo sus cargos, son incapaces de frenar o denunciar todo cuanto se les requiera en leyes y ordenanzas específicas para beneficiar a ese poder mediático fuera de la ley.
De ahí que toda esta terrible inversión de valores morales, que en los hechos a destruido la libertad de prensa y si todavía existimos medios y en específico digitales independientes a todos los poderes públicos y privados que nos atrevemos a desgarrarnos las vestiduras, se debe y lo que también hay que decirlo, a que ya no tememos a más daño que los barones pudieran hacernos o que el ostracismo que experimentamos pudiera ser mayor y porque creemos en un periodismo moral e independiente convertido en contrapeso y a favor de la ciudadanía, sobre todo cuanto de amoralidad absoluta se vive dentro del periodismo que criticamos y que es el mayor aliciente para la corrupción criminal que se ha apoderado del cuerpo de la República.
El Poder Judicial y con todo lo que aparenta de estar “combatiendo” la corrupción, en realidad no es tal cosa y si una mascarada perversa del poder político de ahora, ajustando cuentas con sus rivales de gobiernos anteriores.
Desde luego, no es que en las instituciones gubernamentales no haya gente seria y como si la hay dentro de ese ministerio público dependiente del Poder Ejecutivo, pero aisladamente, ¿qué puede hacerse cuando la criminalidad tiene control casi absoluto del Estado?
De este modo y analizando objetiva y fríamente, es que preguntamos: ¿Se puede hablar de erradicación de la corrupción política, gubernamental y empresarial, cuando la principal proviene de la mayoría de los medios escritos y de radio y televisión controlados por los barones mediáticos? (DAG)