Si se le presta atención a la manera de como EEUU ha impuesto sus políticas en Haití, Abinader y su gobierno deberían de andarle de lejitos y si quiere sobrevivir y llegar a agosto de 2024

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Desde el momento, de que, para los años de la década de los noventa, la Guerra Fría se vino al suelo y luego que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se fragmentara y la URSS desapareciera. Fue evidente para el imperio unipolar que emergía con un EEUU ideológicamente triunfante, que rápido había que fabricar un nuevo enemigo, por el que y por enfrentamiento o cercanía las demás naciones del planeta deberían de elegir entre principios y normativas y tanto para seguir como que no.

En ese discurrir Washington se inventó y adoptó como su principal política represiva a seguir, todo lo relativo al narcotráfico a nivel global, en tanto y rápido, hacia como que dejaría atrás el cómo de esa dinámica que impulsaba también a la economía estadounidense mediante la comercialización a gran escala de la marihuana, de la que ya tenía ingresos de más de 300 mil millones de dólares al año y al propio tiempo, daba carta de identidad al surgimiento “legal” del narcotráfico como el nuevo eje del mal al que había que combatir y con ese pretexto, alinear naciones “amigas o enemigas” y según le conviniese a sus vastos intereses.

De esta manera, al viejo anticomunismo se le despedía a patadas, a la vez que se abrazaba una política seudo liberal y como el mejor disfraz para tratar de controlar a todos aquellos pueblos y personas que se identificaran como de “izquierda” o “progresista”.

Estructurada la nueva política y cuya columna vertebral descansaba en militares y ejércitos estadounidenses, desocupados por el cese de la Guerra Fría, se crearon entonces nuevos mecanismos y políticas de organismos draconianos de contención como el llamado Comando Sur o darles conformación y concreción a las fuerzas especiales con base en el cuerpo de Marina y las que ahora conforman un ejército de 50 mil efectivos y solo a las órdenes del presidente estadounidense que esté y todavía más, con los organismos especializados dentro del FBI, la CIA y las unidades de investigación del Departamento Tesoro.

Imperio al fin y al cabo y luego que el triunvirato formado por el presidente Reagan, la primer ministro inglesa Thatcher y el papa Juan Pablo II derrumbaran a ese momento, al comunismo y a la URSS, EEUU volcó su atención en las zonas geoestratégicas donde tenía localizados sus cuatro ejércitos fuera del territorio continental y específicamente, planteándose “una nueva política” hacia todos los países americanos al sur del Río Grande.

Territorios donde todavía disponía de células operativas empresariales como la Grenada Fruit Company en Guatemala y toda Centroamérica y con un ramal no tan significativo de esta, en las plantaciones dominicanas de plátanos en la línea noroeste con base en Manzanillo, más otras aéreas de control mediante sus cámaras de comercio y sus socios empresariales, cuya mayoría de ejecutivos eran estadounidenses.

Sin embargo, algo le faltaba y que no era el ordenar los asesinatos de gobernantes o la imposición de golpes de estado o de ocupar militarmente naciones del área. Sencillamente, la Doctrina Monroe debía tener un nuevo disfraz que reforzara los controles de Washington en estas tierras y como lo eran sus agregados militares o las estaciones locales de la CIA.

Así surgieron y como la verdolaga, una catarata de “religiones evangélicas, protestantes, etc.,” y las que junto a las llamadas organizaciones no gubernamentales (ONG) serían la punta de lanza de un nuevo modelo de penetración, más lo otro, de tantos estadounidenses de origen hispano enviados como retirados a vivir e influir en las mismas Republicas en las que antes habían nacido. Completaba el círculo, un enjambre de organizaciones colaterales “privadas” de prensa, abogacía, médicas y sociales comunitarias de todo tipo, cuya única labor era reforzar entre los locales, los intereses estadounidenses.

Ahora resulta y tomemos dos muestras, en las Repúblicas de Haití y Dominicana. Donde la penetración estadounidense, es equiparable a la fuerte explosión generacional, esa que ha permitido, que desde el 1960 a la fecha, en ambas repúblicas, su población haya aumentado al doble y continuando en crecimiento constante.

A Haití le cayó el estigma de fuerzas naturales desbocadas con huracanes y terremotos y como el mejor y mayor pretexto para que las ayudas humanitarias estadounidense fueran manejadas y controladas por todo un rosario de iglesias y oenegés y al extremo, de que de los 10 mil millones de dólares estadounidenses que en “ayuda” le llegaron a Haití, el 85 % fue a parar y en dinero como en todas clases de artículos y bienes, en las manos de menos de cinco oenegés y entre ellas, la Fundación Clinton y lo que se vio a partir de enero de 2010.

El pueblo haitiano no recibió nada de esa ayuda, salvo los UDS$400 millones de dólares que el pueblo dominicano y junto a su gobierno y Estado le dieron en alimentos y obras de infraestructura, más, facilidades abiertas en su propio territorio en materia de facilitar puertos y aeropuertos como si fueran zonas francas especiales y su red de hospitales públicos y rematando con la construcción y entrega de toda una nueva universidad. Hay que hacer notar, que mientras el pueblo haitiano se benefició y agradeció la ayuda dominicana (iniciada en la tarde de ese primero de enero) la burguesía y la clase política haitiana y de mal agradecidos, la recibían como si se les estuviera arrancando sus corazones a cada uno de sus miembros.

Recién hubo un terremoto mucho peor que el anterior y el pueblo y la nación dominicana y junto a su Estado y Gobierno se volcaron a favor de la nación haitiana, esta vez por las vías marítimas y aéreas y lo que todavía continua. ¿La ayuda del exterior de la isla?, poca y todavía en veremos. Mientras, individuos e instituciones allegados a estadounidenses, junto a tropas especiales de Colombia y entrenadas por Washington, asesinaban al presidente de Haití, en tanto las pandillas que ocuparon el espacio de control de las fuerzas militares y policiales de “paz” de la ONU, ahora lo dominan e imponen el terror, el suficiente, para tener el mejor pretexto para un nuevo tipo de invasión y ocupación militar extranjera y si llegara el caso.

Terminada esta corta e incompleta recopilación, ¿no sería prudente que los dominicanos supiéramos manejarnos y en particular el presidente Abinader y el gobierno que preside y por aquello, de que cuando veas la barba de tu vecino quemándose, debes prepararte tú para que no te toque?

De ahí que digamos, que si se le presta atención a la manera de como EEUU ha impuesto sus políticas en Haití, Abinader y su gobierno deberían de andarle de lejitos y si quiere sobrevivir y llegar a agosto de 2024. (DAG).