martes, abril 29, 2025
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Tomándole la presión a la tasa de cambio

63.31/20-03-25. Esa era la presión exhibida por la tasa de cambio del dólar a pesos tomada por los agentes de cambio el jueves pasado. Muchos consideran que la presión alcista es preocupante pues al cierre del año pasado era de 61.28/31-12-24. Señalan que si en 79 días la tasa ha subido en 3.30%, en el año completo, de mantenerse la presión exhibida hasta ahora, subiría en 15.22%, alcanzando a final de año un nivel de 70.60 pesos por dólar. Como veremos, ese no tiene que ser el resultado.

Lo primero que debemos reconocer es que el nuestro no es un sistema de tasa de cambio flexible. Tenemos un sistema administrado por el Banco Central (BCRD), el cual, cuando elabora su programa monetario y establece su meta de inflación, estima la depreciación del peso que resulta compatible con esa meta. Para ello, el BCRD ha estimado previamente el impacto que tiene la depreciación del peso en la inflación, es decir, cuánto de la depreciación del peso se traspasa a los precios de los bienes y servicios que conforman la canasta que utiliza para calcular la inflación.

Es lo que los economistas denominan como el “pass-through” de la depreciación del peso a la inflación. El sistema cambiario dominicano exhibe las características de un sistema de depreciación controlada y manejada con mucho celo por las autoridades monetarias. Una especie de sistema híbrido de los sistemas de tasa de cambio fija y flexible, donde la depreciación del peso, al igual que la tasa de inflación, es una de las metas perseguidas por el BCRD.

Para alcanzar esa meta, el ente emisor utiliza todos los instrumentos a su alcance, destacándose la venta de reservas internacionales de divisas, la colocación de títulos de deuda doméstica del BCRD, la no renovación de facilidades crediticias otorgadas a determinados sectores económicos a través de las entidades financieras, estímulos a los bancos múltiples para endeudarse en el exterior e invertir los dólares obtenidos en títulos en pesos del BCRD con cobertura total de riesgo de devaluación, fijando límites a la cantidad de dólares que las entidades financieras pueden vender por tipo de demandante, aumentos en la tasa de política monetaria y una efectiva persuasión moral para que los agentes del mercado (entidades financieras y agentes de cambio) respeten el límite superior de la tasa de cambio indicada por el BCRD.

Aunque en el pasado se llegó a utilizar la tasa de encaje legal para restringir la expansión del crédito de los bancos y de esa manera reducir la presión sobre la tasa de cambio, este instrumento ya no forma parte del menú que nutre la estrategia de moderación de la depreciación del peso.

Algunos bancos centrales de países que mantienen sistemas de cambio como el nuestro dan seguimiento al comportamiento de la tasa de cambio real para determinar si los niveles de apreciación o depreciación del peso que estén verificándose pudiesen resultar exagerados y afectar las cuentas externas del país, especialmente, la cuenta corriente de la balanza de pagos.

La forma más simple de medir la tasa de cambio real de un país parte de un año base donde se asigna un índice de 100 tanto al índice de precios al consumidor de nuestro principal socio en el comercio de bienes y servicios (EE. UU., en nuestro caso) y al índice de precios al consumidor (IPC) de República Dominicana (RD), el cuál es calculado por el BCRD. La tasa de cambio nominal del año base se multiplica por la relación entre los dos índices para ese año base (100/100 = 1), resultando que, en ese primer año de la serie, la tasa nominal y la real coinciden.

Cuando se realiza el cálculo de la tasa de cambio real definida de la manera más sencilla posible, se observa que, en el caso de RD, esta sufrió una depreciación considerable en los años 2003-2004, como consecuencia de la fuerte expansión monetaria provocada por el mecanismo utilizado por el BCRD para rescatar a los depositantes de los bancos privados que colapsaron. Si se utiliza el nivel de la tasa de cambio real de enero de 2004 para determinar donde debería estar hoy la tasa de cambio nominal el resultado sería RD$86.36 por dólar. Ese ejercicio, sin embargo, no es sensato pues en aquel momento se produjo un fuerte sobreajuste (“overshooting”) de la tasa de cambio producto del aumento dramático de la oferta monetaria.

La excesiva depreciación del peso en 2003-2004, provocó que la cuenta corriente de la balanza de pagos cerrase con un superávit de 5.0% del PIB en 2003 y 4.5% en 2004, un nivel inapropiado para una economía en desarrollo. Es por ello que lo recomendable sería iniciar la serie a partir del 2010, cuando la crisis bancaria dominicana de 2003-2004 y la Gran Recesión del 2009 que se derivó del colapso de Lehman Brothers habían sido superadas.

En la gráfica de la tasa de cambio real y su tendencia (línea roja punteada) del período 2010-2025, se observa que esta se desvía significativamente de la tendencia en dirección a la geografía de depreciación en el período septiembre 2019 – diciembre 2021 para ingresar en el período enero 2022 – febrero 2024 en la zona de apreciación.

A partir de enero de 2025, la tasa de cambio real ingresa de nuevo a la zona de depreciación, lo que podría llevarnos a concluir que los niveles que ha exhibido la tasa de cambio nominal durante los primeros 79 días de este año están por encima de los que recomendaría la tendencia de la tasa de cambio real. Algunos podrían considerar que la comparación de la tasa de cambio real debería hacerse con un único nivel de tasa de cambio real (línea horizontal).

Sin embargo, dado que durante el período 2010-2024 la cuenta corriente de la balanza de pagos exhibió siempre un déficit (incluyendo errores y omisiones) que osciló entre -1.8% y -10.2% del PIB con una media de -4.5%, resultaría cuesta arriba estimar la tasa de cambio real que permitiría equilibrar la cuenta corriente de la balanza de pagos e indicar el ajuste requerido en la tasa de cambio nominal compatible con esa tasa de cambio real. Este ajuste incluiría el aumento adicional necesario en la tasa nominal para alcanzar el nivel de la tasa de cambio real estimado, dado que la depreciación inicial elevaría el IPC de RD a través del “pass-through” mencionado anteriormente.

¿Podemos estar realmente seguros de que la tasa de cambio nominal de RD$63.30 por dólar, al desviarse de la tendencia de la tasa de cambio real, se encuentra desalineada? Para poder responder a esa pregunta debemos reconocer que dentro del marco de régimen de flotación manejada o sucia que prevalece en el país, las autoridades monetarias pueden introducir cambios en su política monetaria y cambiaria, sea para responder a presiones internas o a perturbaciones que provienen del exterior.

Veamos un ejemplo. Luego de la depreciación que registró el peso durante junio 2019 – octubre 2020 (año de la pandemia del COVID-19), el BCRD tomó la decisión de elevar significativamente la colocación de títulos de deuda para doblegar la tasa de cambio, la cual había alcanzado RD$58.51 por dólar en octubre de 2020 y la mantuvo por debajo de ese nivel hasta diciembre de 2023. La deuda doméstica del BCRD aumentó de RD$637,000 millones en junio de 2020 a RD$1,171,000 millones en febrero de 2024, un incremento de 84%.

Esa política logró el objetivo que se habían trazado las autoridades monetarias: apreciar el peso, lo que contribuiría a acelerar el retorno de la inflación al nivel meta (4%), objetivo que se alcanzó en junio de 2023. En efecto, la inflación anualizada promedió 4.08% en junio-diciembre de 2023. Por: Andrés Dauhajre Hijo (El Caribe)

 

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