Si se recuerda, que si Balaguer no hubiese aceptado las recomendaciones de los expertos económicos que le sugerían realizar una fuerte reforma estructural, hoy nadie estaría hablando dentro del alarmismo provocador de quienes dentro del gobierno plutocrático del presidente Abinader lo quieren todo para sí y sin pensar en algún momento, que la economía no es solo para el poder sino para cambiar de raíz la composición real del poder adquisitivo de la moneda nacional, de suerte que los emprendedores puedan tenerlo fácil para producir y elevar el nivel y calidad de vida de sus familias.
Particularmente debe entenderse y aceptarse que desde que el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) perdió su ciclo de veinte y tantos años en el ejercicio del poder, lo que vino después, fue un PRD analfabeto en los asuntos del poder y cuyos dirigentes, actuando como desquiciados analfabetos funcionales, comenzaron a realizar locuras que por poco destruyen las reformas económicas macro que se hicieron a principios de la década de los años noventa.
En este sentido, hubo el paso del trimestre final del 1978 al trimestre final del 2004, en el que el PLD por un lado y el PRD por el otro, batallaron con lo existente y hasta que, de aquel desorden, se llegó a la quiebra generalizada de cuatro bancos importantes y uno, primero de desarrollo y que marcó el sello, de lo que casi pudo haber sido el peor retroceso económico que esta nación pudo haber tenido.
¿Porqué de la caída bancaria del 2003?, porque el gobierno del PRD permitió, que un solo banco, el Intercontinental, su dueño manejara a su antojo los recursos públicos mediante un sistema de préstamos en base a otros internacionales para la nación y que fueron dineros que aquel banco (Baninter) su dueño se apropió como suyos y descapitalizando aquel banco de desarrollo de una manera tan brutal, que simplemente, la economía cayó de rodillas ante aquel despojo y del que el causante, sí que fue a la cárcel en apariencias, pero al que nunca se le expropiaron los más de mil millones de dólares de la época y que representaban su fortuna personal y al final, fueron los contribuyentes que pagaron esa deuda general de cerca de cuatro mil millones de dólares, mientras los principales activos de aquel banco dirigido por delincuentes, fueron a su vez, piezas de buitres para un sistema bancario que se los quedó para sí.
Es decir, hubo primero el robo del Baninter al país y luego de los demás bancos contra los activos del banco “quebrado”.
O sea, el sistema bancario fue el beneficiario directo de aquellos excesos y el delincuente que perpetró el despojo salió de la cárcel comodín donde estuvo “como un hombre” y forrado en tanto dinero, que ahora no solo lleva una vida muelle de rico delincuente con aura de familia decente, que sus inversiones están a salvo y produciendo gran rentabilidad y en manos de testaferros que el poder y todo el mundo conoce.
Con la llegada en el 2004 del “ciclo del PLD”, hubo una recuperación notoria de una economía (2004-2020) que volvió a la robustez internacional que le habían dado las reformas del 1990, pero la que ahora ha vuelto a estremecerse con el gobierno plutocrático del periodo 2020-2024, que ya vuelve sobre sus fueros al “ganar” unas elecciones hijas de un fraude electoral que le proyecta hasta el 2028 y generando la intrigante situación, de la probabilidad, de que la autoridades se equivocaran y maquinaran una reforma fiscal o tributaria que tirara para atrás lo bien hecho de los años noventa, con lo que este país y sin duda alguna podría caer para el 2027 en una crisis política y económica de repercusiones, tanto peor o más abismal, que todo cuanto se vivió entre el 1980 al 1990.
Lo grave, es que teniendo este país un sin número de economistas, economistas políticos y econometristas de preparación y valía, se observe como la autoridad nacional muestra un olímpico desprecio a todos estos, salvo a los que por apellidos de descendencia árabes y turcas son parte del califato emocional que el presidente Abinader encarna y como la autoridad política principal, aunque todavía no la religiosa.
A todo esto, Abinader, sorprendentemente y en silencio, ha logrado asentar las bases de lo que podría ser una unión binacional de las burguesías dominicana y haitiana, resumidas en una y fusionada y que, conformada por ricos dominicanos y haitianos y casi todos de orígenes árabe y turco, pudieran caer en la tentación de realizar un ensayo de fusión de pueblos y cuidando de no afectar sus idiosincrasias respectivas y teniendo de apoyo la Comisión Mixta Bilateral Dominico-haitiana y la otra privada del grupo Vicini.
Ahora mismo y como parte de este esquema, el mercadeo de los combustibles está en manos de empresarios haitianos en su mayor parte e igual con los derivados del petróleo, en manos de adinerados árabes y también haitianos que se dicen dominicanos y actúan en función de sus pasaportes y documentos de identidad ciudadana.
Para más control, los medios de comunicación se encuentran controlados por familias de mercaderes de origen español e italiano básicamente, quienes a su vez ejercen influencia en medios locales de grupos dominicanos, mientras Abinader se queda con el control directo de todos los medios en las redes sociales.
Por tanto poder autoritario concentrado en sus manos, Abinader y prácticamente, sin temor alguno, parecería que entiende que todo le está permitido, sin embargo, en su lucha con la otra parte de la burguesía que no responde a su califato emocional y de amplia raíz financiera y bancaria, da muestras de dudar en como acometer directamente la reforma fiscal y tributaria y por esa duda, se encuentra estancada la solución del grave déficit del Banco Central y el que perfectamente podría ser conjurado traspasando los activos del Estado en la minera Barrick al BC.
Paralelamente y por lo que se está viendo, el presidente ha aumentado al doble la empleomanía pública, sobre lo que recibió en su agenda de clientelismo político y en la mayoría de los casos utilizando el expediente de cancelar la parte técnica de la alta burocracia y sin importarle colocar neófitos con títulos universitarios, que tiran a un lado todo cuanto de buenas políticas administrativas han dado resultados.
Decir que Abinader y hablando en dominicano, “a pota” está decidido a imponer su sello de administración, podría parecer un atrevimiento de criterio, pero todo indica, que por ese camino torpe es por el que su gobierno se dirige y que, de materializarse, indefectiblemente se caerá en nuevas crisis, política y económica y las que dependerán de la hondura a la que se haya llegado.
Nosotros preferimos entonces, hacer un alto y solo puntualizar, que con trabas burocráticas insoportables para los emprendedores y frente a un código tributario que no obstruya lo existente, pero que sí ajuste el tiempo a la realidad de que no tenemos crisis política y tampoco económica, es lo deseable y de gran sentido común. Con Dios. (DAG) 28.07.2024
