Recién ha ocurrido, que las autoridades a cargo lograron dar con el paradero de, Leomar Valdés Martínez de 81 años, un fugitivo cubano y de accionar criminal (se le imputa el asesinato de otra persona) y quien durante diez años vivió en San Pedro de Macorís en un barrio de clase media baja y habiendo logrado pasar desapercibido, junto a su pareja con la que tiene un vástago.
Lo interesante del hecho, es conocer las reacciones de los vecinos, quienes, sorprendidos por el apresamiento y ya listo para deportación hacia EEUU, sus reacciones han sido de asombro y pena y porque entienden que el individuo era una especie de “alma de Dios” que ayudaba a todo el mundo y se hacía querer.
Tal reacción, evidencia el carácter de muchos dominicanos, ante otras personas que entienden les puede auxiliar en un momento dado o que como extranjeros “son diferentes” y lo que habla, de como la aparente mansedumbre criolla, que no es más que un reflejo de una sumisión oportunista, reacciona cuando al benefactor que les ayuda, de golpe la autoridad hace ver que se trata de un delincuente. Es decir, lamentan el hecho, pero simplemente, porque con este vecino, el dame algo funcionaba casi de manera natural.
Con razón que en este país haya tanto delincuente oculto entre supuesta “gente decente”, quienes siempre miran para el otro lado, si gracias a esa actitud obtienen un bien material a cambio y así por todo el territorio nacional. (DAG-OJO)