En los últimos 30 días, Rusia ha contabilizado 799.000 contagios por covid y más de 7.500 muertes. El pasado lunes, las autoridades informaron de 37.930 nuevos casos en tan solo 24 horas, la cifra más alta en un solo día registrada en el país desde el inicio de la emergencia sanitaria. La explicación no deja lugar a dudas: solo el 32,83% de la población tiene el esquema completo de vacunación contra la enfermedad.
Rumanía, Lituania, Letonia, Bulgaria, Croacia, Ucrania… En todos los países del este de Europa han saltado las alarmas. ¿Su punto en común? El amplio rechazo de la población a vacunarse, incluso entre los colectivos más vulnerables. En Rumanía, solo un 30% de la población tiene la pauta completa y, en Bulgaria, más del 75% de los 6,9 millones de habitantes no se ha puesto ni una sola dosis, según los datos oficiales. Por debajo del 30% se encuentran también Moldavia y Ucrania.
Esta inmunización tan parcial les sitúa en un lugar similar al que ocupaban países como España, Italia, Alemania, Grecia, Suiza o Dinamarca –entre otros– en los albores de la campaña de inmunización, lo cual, sumado a una variante mucho más peligrosa, la delta y su descendiente, la delta plus (AY 4.2), crean el caldo de cultivo perfecto para que estallen los contagios, se disparen los fallecimientos, e incluso puedan llegar a surgir nuevas variantes. Este aspecto, junto a la situación de los hospitales –la mayoría al borde del colapso– preocupa especialmente a los expertos y a organizaciones supranacionales como la OMS y la UE.
Por ello, y con la llegada del invierno boreal, los gobiernos de Europa del Este se han visto obligados a implementar restricciones y endurecer sus políticas de salud pública en un intento por contener la propagación de la pandemia. El coste de la influencia de los movimientos antivacunas y el escepticismo imperante entre la población está provocando que los únicos recursos disponibles para frenar el avance del virus sean los más drásticos: la limitación de la movilidad y de la actividad, con la consiguiente destrucción de la economía y el empleo. Una situación especialmente desesperante para los vacunados –que en algunos países como Letonia o Croacia son la mitad de la población– que ve cómo sus ilusiones de volver a la normalidad se destruyen en pos del caos pandémico.
Y es que el retorno de las restricciones más estrictas recuerda a los primeros meses de 2020 en el resto de Europa. En Rusia, hoy comienza un período no laborable decretado por Vladimir Putin, que se extenderá hasta el 7 de noviembre. El objetivo de estas vacaciones «obligadas» –en las que la mayoría de las organizaciones estatales y empresas privadas suspenderán su actividad– no es otro que tratar de disminuir la desorbitada expansión del virus. También las escuelas y jardines de infancia, el comercio, los gimnasios y otros lugares de entretenimiento estarán cerrados, mientras que los restaurantes y cafés solo abrirán para llevar o entregar a domicilio. El acceso a museos, teatros, salas de conciertos y otros espacios de ocio se limitará a las personas que tengan códigos digitales en sus smartphones que demuestren que están vacunados o han pasado la infección.
Una medida que tambien está vigente en Bulgaria, Letonia, Estonia y Croacia y que parece que ha llegado para quedarse, ya que parece el único modo de incentivar a los escépticos a la vacunación y mantener una cierta normalidad en algunos sectores de la economía. En Rumanía, por ejemplo, las personas no vacunadas tienen toque de queda entre las 22.00 y las 5.00 del día siguiente, una medida que estará en vigor al menos durante un mes. En Letonia, la prohibición de salir a la calle para los no inmunizados comienza dos horas antes, a las 20.
¿Un nuevo epicentro?
Pero los del Este no son los únicos países que tienen en vilo al mundo. Reino Unido también está en el punto de mira de la OMS por haber aumentado sus casos globales en un 4% desde hace dos meses. Junto con Rusia, Turquía o Ucrania, representa el mayor porcentaje de subida desde la última semana de agosto. La Organización ha informado de 2,9 millones de contagios entre el 18 y el 24 de octubre, de los que más de la mitad –1,6 millones– se registraron en Europa, donde el ascenso de positivos con respecto a la semana anterior fue del 18%.
La situación contrasta con el resto de regiones, donde los casos siguen bajando: un 21 % en África, un 17 % en Asia Oriental, un 9 % en América y un 9% en el sur y sureste asiático. De manera paralela, los fallecimientos la semana pasada aumentaron un 5% y se elevaron a 49.000, siendo Europa la región que registró más decesos (21.000, un 14 % más). Aunque este indicador también resgistró un aumento semanal del 13 % en el sur de Asia, sus cifras absolutas fueron mucho menores (3.300 muertos). En América el número de fallecidos fue casi igual a la semana anterior (18.000) y en el resto de los regiones hubo bajadas superiores al 10% en decesos. Estados Unidos sigue siendo el país que más casos reporta –con 512.000 la semana pasada– pero sus cifras continúan en tendencia descendente. [La Razón]