Una campaña internacional abusiva y desconsiderada que pretende ser trastornadora de la vida nacional y que, de continuar, los dominicanos debemos enfrentar hasta con nuestras propias vidas

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Independientemente, de que, como sectores, los dominicanos siempre hemos aprendido a ejercer la diversidad y disparidad en las opiniones y sin importar la existencia de dictaduras, gobiernos autocráticos o democracia, no lo es menos, que en lo que respecta a los extranjeros indocumentados y que entre nosotros son una mayoría de haitianos. Bien que se puede decir, que todos rechazamos de plano al extranjero ilegal y al que ahora y por sinvergüencería del gobierno pasado, tenemos una jauría de venezolanos y colombianos y la mayoría indeseables, que, de paso, se creen superiores a quienes y como dominicanos, vivimos y somos dueños de nuestra nación.

De ahí que sin fisuras y aun con disparidades respecto al método a emplear, todos los dominicanos apoyamos las recientes repatriaciones de haitianos indocumentados y las que, de acuerdo con cifras oficiales, pasan de 150 mil repatriados desde agosto de 2020.

Afortunadamente, en lo poco que se discrepa al respecto, hay que reconocer que las autoridades migratorias han disminuido sensiblemente los abusos a los que eran proclives y prácticamente, la violencia por un lado y las irregularidades en torno a la expulsión de menores de edad sin sus padres, por el otro, es de hecho cosa del pasado y por lo que se reconoce, que esas autoridades han mejorado sensiblemente en sus actitudes y comportamientos.

Sin embargo, para ciertas voces de la comunidad internacional, sobre todo, europeas y estadounidenses así como canadienses,  se pretende mantener una abusiva como desconsiderada campaña de descalificaciones contra nuestra nación al esta ejercer su derecho soberano de repatriar a todo extranjero ilegal y que es la razón de la destemplada campaña mentirosa de infundios y tergiversaciones que cadenas de radio y televisión y también en plataformas mediáticas, mantienen y arrecian y con el solo objetivo de doblegarnos y violentar nuestra condición de nación libre y soberana dueña de su propio destino.

En ese plano y sin fisuras, como dominicanos, los 10.5 millones que vivimos en el territorio nacional estamos obligados de cerrar filas en torno al presidente Luis Abinader y por una sensible razón de patria y viendo que el presidente de la República e indignado, se ha enfrentado a voceros de organismos internacionales como la ONU en materia de derechos humanos y quienes desde su comisionado principal, a jura de Dios quisieran “doblarnos el brazo” para que las repatriaciones sean suspendidas y con el pretexto, de que aparentemente Haití está en una situación de afectación grave en materia de inseguridad y violencia anímica entre sus propios ciudadanos, que parecería, que si los dominicanos calláramos y aceptáramos la imposición de esas vocerías internacionales, nuestra nación podría llegar a tener una mayoría extranjera indocumentada y sin importar que con tal empeño, se afectaran nuestros fueros y soberanía.

Ni que decir, que semejante pretensión es absolutamente inaceptable para la vida nacional y por lo que bajo ninguna circunstancia, a República Dominicana se le podría obligar a renunciar a su soberanía para dársela a Haití y como la mayor ocurrencia que la comunidad internacional acariciara para lograr y definitivamente, desatenderse de su responsabilidad y compromiso moral con Haití y en particular Francia, que durante más de cien años le impuso una penalidad de más de 25 mil millones de dólares de pago de deuda, a resultas de los supuestos prejuicios que la nación gala experimentara al momento que los esclavos que Francia tenía en la entonces nación plantacionista de mano de obra esclava, lucharon y lograron su libertad al constituirse como nación libre y soberana.

Es bueno precisar, que con todo y lo que algunos extremistas ultranacionalistas abogan contra los ilegales haitianos en nuestros nación, lo cierto es, que dominicanos y haitianos nos encontramos más hermanados que nunca y la prueba de ello se tiene, en los dos y casi tres millones de personas que conforman familias mixtas integradas con ciudadanos de los dos países y cada una viviendo en sus respectivos territorios, unos como haitianos de origen dominicano y otros como dominicanos de origen haitiano y lo que viene sucediendo desde antes de 1922 y que en el caso dominicano, se confirmó con el primer censo nacional de población y familia de 1920, que arrojara cerca de 35 mil haitianos  legales y cuyos descendientes directos son dominicanos de pleno derecho.

Lo anterior significa, que los dominicanos y haitianos y como pueblos, tenemos un largo historial de mancomunidad propia y mezcla de nacionalidades y sentimientos, que otras naciones y pueblos de la comunidad internacional carecen, circunstancia que nos da derecho a los dominicanos y al ser la nación receptora de la población haitiana a la que nos referimos, de disponer de una autoridad moral que ninguna entidad internacional o cualquier otro país de los que quieren que mantengamos en nuestra nación a una población extranjera flotante ilegal, recalquémoslo, carecen.

Ante esta realidad, los dominicanos y como nación, no podemos aceptar tan intolerables como injustificadas presiones y mucho menos, si se trata de la caricatura de gobierno provisorio que la comunidad internacional tiene en Puerto Príncipe y después que haitianos de origen extranjero, principalmente estadounidenses, canadienses y árabes y también turcos, se coaligaron para asesinar al pasado presidente Juvenal Moïse, sumiendo a Haití en el deteriorado proceso de ingobernabilidad en el que esa nación vive y ya prácticamente postrada.

Al disponer de todos estos antecedentes, exhortamos entonces al presidente de la República, Luis Abinader, quien es un mandatario con absoluta autoridad moral, legal y legitima al ser producto de unas elecciones absolutamente libres y democráticas, a que no ceda ni un milímetros frente a los abusivos ataques mediáticos e internacionales contra nuestra patria, toda vez que la única obligación patria que todos los dominicanos tenemos, es la de defender a nuestro país de las incalificables agresiones y ataques extranjeros dirigidos a conculcar nuestros derechos como parte de un estado libre y soberano o de lo contrario, que se pinche el cielo y todos estemos dispuestos a luchar o morir.

Y por lo que enfatizamos, en cuanto a que frente a una campaña internacional abusiva y desconsiderada, que pretende ser trastornadora de la vida nacional y que, de continuar, los dominicanos debemos enfrentar hasta con nuestras propias vidas. (DAG)