Se podrá argumentar lo que se quiera, pero la realidad dice, que quien mata a alguien es un asesino y quien muere en esa circunstancia es una víctima. Por lo tanto, que las familias involucradas en el hecho coincidan en solicitar respeto ante lo acaecido, no es más y a razonamiento a contrario, que un pedido extremo de condescendencia que los medios de comunicación no tienen necesariamente que acatar y mucho menos cuando son tantas las interrogantes que se añaden a la tragedia.
Por ejemplo, ¿habría que colegir y conociéndose ya que el asesino fue a reclamarle al malogrado ministro que le aprobara un requerimiento de licencia a favor suyo y de unos asociados que podría afectar al Medio Ambiente y que el ministro se negaba?, pero todavía más, ¿habría que suponer que, dada la estrecha amistad entre ambos, de trasfondo existía algún tipo de mecanismo de tráfico de influencias? O lo otro, ¿por qué el asesino, se reporta que después del crimen, su entrega y posterior interrogatorio, ya en la celda durmió placida y profundamente por más de ocho horas?, ¿será que al tener quienes le resguarden, sabe que saldrá libre cuando menos se espere?
Pero algo más perturbador, ¿por qué la dotación militar que tiene el ministerio y que fracasó en su labor de cuido allí, hoy no permite que los empleados vayan a trabajar normalmente y se les despache de vuelta a sus hogares?, ¿qué clase de pruebas documentales se quieren borrar o hacer desaparecer?
Finalmente, si ambas familias involucradas se respetaran, ninguna estaría solicitando respeto para ambas, el asesinado y su asesino y sí demandarían, por lo menos una investigación profunda y exhaustiva y mucho más, cuando es tan obvio que la policía por un lado y el ministerio público por el otro, tienen bajo secuestro al asesino y para colmos, la prensa no hace nada para iniciar por sí misma sus propias indagatorias. Aquí, hay gato entre macuto y !mucho! (DAG-OJO)