lunes, junio 17, 2024
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30 de mayo de 1961. A 61 años de la dictadura. Es increíble reconocer, que el Estado no siguió siendo uno bien estructurado y que, por lo contrario, fue tomado por asalto y desvertebrado

Las familias que por aparentes asuntos personales conspiraron para asesinar a Trujillo y viendo el resultado de su hazaña “patriótica’ en base al enriquecimiento desproporcionado e ilícito de la mayoría de sus miembros, como por igual, descubrir la enorme atrofia moral de sus principales protagonistas dentro de las llamadas “diez familias” de aquel entonces y en un país autosuficiente de dos millones y medio de habitantes, con una moneda más fuerte que el dólar estadounidense y con una instituciones que competían con sus iguales de otros países en sobriedad, honor, decencia, integridad y amplitud de miras.

Y llegar ahora  a una conclusión harto significativa: De que se retrocedió en materia de la calidad humana dirigencial y la nación ha sido pervertida por parte de una chusma política que sonroja a las personas decentes y de comportamiento de absoluta civilidad y al extremo, de que todo cuanto se había adelantado en materia de riqueza y formación material con un Estado poderoso, fue hecho trizas en base al fomento de la corrupción más despiadada y por parte de una clase política inadecuada y rapaz, que económicamente y de milagro, no retrocedió a la República a nivel de tiempos de la caverna.

En este sentido, el saldo antitrujillista ha sido extraordinariamente negativo: Se desarticuló la economía, las fuentes de producción fueron diezmadas y en menos de cuatro años, aquellas familias y con la Vicini a la cabeza, hicieron pasto de sus apetencia desenfrenadas imponiendo en los principales centros y mecanismos de producción en la industria azucarera, la producción agrícola, la manufactura liviana, la industria de la caña de azúcar, la fábrica de armas y la otra de pólvora, los servicios tecnológicos, la corrupción a gran escala y en el plano militar, desarticulado al completo con la enajenación y pérdida de la Marina de Guerra con más de treinta buques y navíos y de acuerdo a registros oficiales en el Archivo General de la Nación (AGN)  de  “dos destructores, tres fragatas, cinco corbetas, más de quince guardacostas, cinco buques cisternas, dos lanchas torpederas, tres barcazas de desembarco, tres remolcadores, siete patrulleros y diversos buques auxiliares”.

Mientras, el Ejército Nacional fue totalmente desvertebrado y la Aviación Militar Dominicana, cuyo arsenal en 1961 incluía y de acuerdo con registros del AGN, “más de ciento cincuenta aviones, la mayor parte de ellos en perfectas condiciones y en actividad permanente, entre ellos cuarenta y dos Vampiros a reacción y sesenta Mustang P-51, además de una dotación de más de un centenar de blindados y vehículos de asalto, incluidos los tanques AMX de fabricación francesa”.

Solo la destrucción de todas las instituciones militares y las otras civiles institucionales y que en dinero significó, no menos de 1,500 millones de dólares estadounidenses, es equiparable al terrible desmadre que experimentaron las instituciones civiles del Estado y en este aspecto, con el robo perpetrado en materia de recursos públicos, de hacienda y monetarios y no solo en la primera fase de este latrocinio, que se desarrolló a mediados de 1961  a todo el año 1965 y por un monto superior a los 500 millones de dólares estadounidenses y hasta llegar a la segunda fase en el 1978.

Es decir, fue una especie de política de tierra arrasada, que las diez familias y sus auxiliares dentro de aquellas otras que participaron en el magnicidio, le provocaron a la economía nacional y con un daño tan significativo, que no valió el rescate  neotrujillista de los gobiernos de Joaquín Balaguer en el periodo 1966-1978 y tanto, que fue a partir de 2004, luego que en el periodo anterior 2000-2004 la banca nacional fue sacudida con la quiebra inducida de cuatro bancos y entre ellos el más grande a ese momento y sin dejar de mencionar el bárbaro asalto populista de los años 1978-1986 que impuso la corrupción política y social a niveles extremadamente degradantes, que  en las administraciones del 2004 hasta el 2020, realmente se puede decir, que hubo un rescate sostenido de la economía nacional y lo que hoy se comprueba, con el manejo diestro en materia de la nueva fase de enfrentamiento de la pandemia del Covid-19 en el presente gobierno del presidente Luis Abinader y cuyas bases las heredó de la administración anterior del presidente Danilo Medina, así como también en el manejo extraordinario, que Abinader ha hecho en ese periodo especial de 2020-2022, manteniendo el vigor y la dinámica económica y financiera, que también heredó, pero de la que el gobierno actual y pese a determinadas fallas procedimentales, ha sabido manejar con suma eficacia, creatividad y eficiencia.

Cuando a Trujillo lo asesinan y su régimen de fructíferos 31 años es pasado a un simple registro de la historia lleno de mentirosas imputaciones e imprecaciones, el dominicano que nacía ese mismo 30 de mayo, hoy tiene 61 años y sin duda alguna, es el testigo de excepción de todo este lapso. Como también hay que reconocer, de que gracias a lo mejor de la burocracia trujillista, pasada luego dentro de la nueva balaguerista, es que nació la nueva clase gobernante y cuyos primeros pasos los dio en la primera administración de Leonel Fernández en el periodo 1996-2000 y luego consolidado en los gobiernos 2004-2020 del mismo Fernández y Medina y con el puente entre ambas realizaciones, del gobierno de Hipólito Mejía-PRD, que pese a sus errores de bulto y dentro de determinada ingenuidad, aportó lo suyo y para que a partir del agosto de 2004 la clase gobernante renaciera y se fortaleciera con nuevas generaciones de ciudadanos y de tecnócratas, que pese a la encendida corrupción política populista que el PRD le metió a este país desde agosto de 1978, la nación ha podido renacer y su economía, ser a la fecha, una de las cinco mejores del mundo y la primera en el Caribe y Latinoamérica y con amplias perspectivas positivas de futuro y si el azar no hace de las suyas, en las manos del joven presidente y economista Abinader de 55 años.

Para estos 61 años, han nacido 8.5 millones de dominicanos, quienes lamentablemente no han podido quitarse de encima la corrupción que atenaza la vida nacional y porque y esto hay que decirlo rotundamente, porque la mayoría de esos dominicanos y por un afán de lucro extraordinario, no han dejado ni permitido que su clase política esté conformada por gente decente y honesta y sí por toda una corte de pillos y malandrines y de todos los círculos populares y sociales, de la burguesía y religiosos, que han saqueado a la economía en más de 500 millones de dólares estadounidenses actuales y con un peso dominicano que no vale nada y el que para conseguir un mísero dólar, hay que buscar 56 pesos dominicanos.

No hay que seguir más en esta narrativa entre dolorosa y crítica y solo decir, que si empezamos a contar a partir del 30 de mayo de 1961. A 61 años de la dictadura. Es increíble reconocer, que el Estado no siguió siendo uno bien estructurado y que, por lo contrario, fue tomado por asalto y desvertebrado y con una clase política-gobernante, prácticamente de delincuentes de cuello blanco que se niega a cambiar. (DAG)

  

 

 

 

 

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