Sin pretender restarle méritos a la hazaña que significó para la humanidad, que la corona ibérica hubiese logrado una ruta distinta a la emprendida años atrás por los vikingos y quienes fueron los primeros europeos que llegaron a esta parte del mundo en su parte norte.
Es indudable, que el navegante y posterior almirante, Cristóbal Colón y por su persistencia y determinación, marcó un nuevo tiempo y que, gracias al cruce de razas y culturas propiciadas por su visión globalista, 531 años luego, más de 550 millones de personas, nacimos y nos formamos en las tierras del continente nuevo para los europeos y en el que ya vivían cerca de 100 millones de habitantes hijos de poderosas culturas aborígenes enormemente civilizadoras.
Fue lamentable, que, como producto final de la excursión ibérica en busca de rutas de negocios y navegación, los recién llegados y en menos de cuatro años, hubiesen arrasado con más de un millón de aborígenes en la Española e igual cantidad en el resto de las islas caribeñas, mientras en el continente millones más fueron asesinados y por una tropa sedienta de sangre y riquezas.
En ese lapso sangriento de 1492-1496, la cruz católica se convirtió en la insignia criminal de quienes entendían que debían destruir las razas y pueblos encontrados y para imponer su propia visión genocida de dominar nuevos territorios y aplastar pueblos.
Finalmente, y al darse la fusión de razas y culturas, los habitantes de este continente que y de acuerdo con Wikipedia, “Américo Vespucio fue un comerciante, explorador y cosmógrafo florentino, naturalizado castellano en 1505, que participó en al menos dos viajes de exploración al Nuevo Mundo, continente que hoy en día se llama América en su honor” y sus habitantes, americanos.
A todo esto, lo peor ha sido, que todos estos años, los nuevos europeos e ibéricos que han venido a estas tierras, lo han hecho en plan de raza superior y de dominio e imponiendo el sistema de castas y que principalmente en el continente, redujo las culturas aborígenes a la terrible existencia de vil servidumbre en la que ahora se encuentran, mientras que en las islas caribeñas, llegan en plan de sentirse “superiores” a los nacionales de todas esas islas-estados y lo que los dominicanos comprobamos con los grandes grupos económicos de origen español, italiano y francés, cuyos dueños se entienden al llegar a estas islas y desde cien años atrás, cuando sus ancestros llegaron en alpargatas y con una mano adelante y otra detrás, que los criollos había que tratarlos como siervos y frente a semejante criterio, se presenta la rebeldía social que nunca termina. (DAG-OJO)
