Desde el alba de la República en 1844, la reelección presidencial derivó, durante más de 150 años de historia dominicana, en el hilo conductor de la gran tragedia nacional, contando a Ulises Heureaux, Rafael Trujillo y Joaquín Balaguer entre los símbolos aberrantes del continuismo. Junto a tan tenebrosa trilogía puede situarse a Leonel Fernández, pues si el destino manifiesto hubiese dependido de él a partir del 2012, estaría repostulándose actualmente para un sexto mandato consecutivo.
Y aunque desde el período de Hipólito Mejía la cuestión de la reelección presidencial ha alcanzado sustanciales modificaciones de fondo y forma –un solo mandato consecutivo y la reforma constitucional del 2010-, todavía el uso y abuso de los fondos públicos, el posible fraude electoral y la intimidación de rivales, electores y medios de comunicación, planean sobre la conciencia nacional como las armas favoritas para retener el poder.
Por tanto, las garantías dadas por Luis Abinader en cuanto a que controlará y protegerá los fondos públicos para impedir su uso en el proceso electoral del 2024, irradian confianza sobre el electorado, pone en pie de igualdad la competencia partidaria y fortalece la imagen democrática de la nación. Advierte de sanciones contra funcionarios violadores de la disposición y recomienda tomar licencias a quienes aspiran a puestos electivos.
Obviamente, detrás del posicionamiento ético, subyace el anticipo de Abinader de convertirse en el primer mandatario de la historia nacional reelegido para un segundo y único mandato, como dice la Constitución, sin el uso de los recursos del Estado. Un reto enorme, pues parodiando a Peña Gómez, “la reelección ha sido la causa jurídica más determinante en el fracaso de la democracia representativa”. Desde Santana, Báez, Bobadilla, Heureaux, Vásquez y Trujillo, en el pasado, y Balaguer, Leonel y Danilo en el presente, todos apelaron a los recursos del Estado.
Sin embargo, no se trata de un proceso individual, abarca candidatos a legisladores y alcaldías; pero Abinader puede lograrlo si rompe con la costumbre y la tradición de dádivas, canonjías y engañosos planes sociales que corrompen las elecciones. Él tendrá que financiar su campaña con fondos de la JCE, las aportaciones transparentes de empresarios, apelando a su propio peculio y apartándose temporalmente de la presidencia.
Y será recordado como el primer presidente reelecto limpiamente. Por: Melvin Matthews [hoy]





