Si en su visita al presidente estadounidense Joe Biden al pretendido candidato presidencial opositor venezolano, Edmundo González, solo le salió una foto y un intercambio de palabras de apenas dos minutos, con su presencia esta mañana en el Palacio Nacional, el político venezolano apenas obtuvo un “reconocimiento” como supuesto “candidato más votado”, pero para nada, aquello que su circulo pregonaba en cuanto a que el presidente Abinader lo declararía y reconocería como “presidente electo”. Lo que le salió fueron amables palabras, palmaditas en la espalda y un almuerzo.
El hecho es revelador y habló claramente de que el presidente dominicano no cayó en la encerrona que se pretendía, de reconocer a Edmundo como candidato triunfante y lo que, si Abinader lo hubiese hecho, habría significado una intervención descarada en los asuntos de política interna de Venezuela, que a la larga podría generarle a Abinader los efectos propios de un bumerang.
Quién más se explayo en el acto a media mañana en Palacio, fue el canciller Roberto Álvarez, quien palabras más, palabras menos, a lo máximo que llegó fue a señalar que su oficina le entendía como el candidato más votado en las pasadas elecciones venezolanas. Pero hasta ahí.
Abinader en cambio y jugando a ser demagogo, se fue por los asuntos de historia compartida entre Venezuela y República Dominicana, a desear un abierto fortalecimiento de las relaciones bilaterales y un deseo abierto de que tenía la esperanza de que la democracia fuera restaurada en el país de los chamos y las chamas. Nada que no hubiese podido decir en cualquier otro tipo de parecido escenario.
Por eso planteamos que Abinader dejó con la carabina al hombro a un Edmundo González cari entristecido, quien cabizbajo y casi dando pena veía perder de este modo su débil esperanza de que el acto en el Palacio Nacional le hubiese dado un cambio de aire para continuar disputándole la presidencia al actual presidente Nicolás Maduro.
A nuestro modo de entender entre líneas, la responsabilidad dominicana quedó salvada, pues Abinader no se comprometió a nada más que recibir al visitante y sus acompañantes, no entrar de lleno en deliberar sobre los resultados de las elecciones venezolanas y solo mostrarse cautelarmente distante de uno y de otro contendor.
De su lado, el canciller Álvarez y desde el inicio del acto marcó terreno: «Nos llena de profundo orgullo celebrar en el Palacio Nacional este acto de apoyo a la democracia en Venezuela» y lo otro de que “República Dominicana ratifica su compromiso de seguir colaborando con la comunidad internacional para promover la paz, la estabilidad y la democracia en Venezuela” y a su término, solo ratificó, que «llamamos a la sensatez, el entendimiento y la unidad convencidos de que solo el diálogo sincero y constructivo podrá devolver al pueblo venezolano la paz que merece». (DAG-OJO)