Podría parecer de mucha crueldad, pero lo cierto es, que frente a lo ocurrido hace una semana con el desplome de una discoteca capitaleña y por más muertos que haya habido, no es normal rumiar un dolor, luto y tristeza y como si no tuvieran fin.
Simplemente, el paso de los días y de las horas se imponen y es de buen juicio no aferrarse a acontecimientos trágicos que ya es imposible volver atrás y menos cuando la vida diaria nos trae a todas las personas y en su cotidianidad, un sinnúmero de situaciones y expectativas que hay que enfrentar con decisión, mucho sentido común y cabeza fría.
Ahora el luto se hace íntimo. Pasa a los deudos directos y al resto, solo nos queda rememorar con resignación y sentido de las proporciones y tampoco sin histerismos y sin ningún tipo de oportunidad para ajustar cuentas con amigos o enemigos, a quienes de alguna manera haya que ver como que no fueron los suficientemente sensibles para unirse al dolor ajeno.
En esto, hay que hacer como hacen las familias de ricos y en concreto, la muestra la da la familia Grullón, que perdió cuatro de sus miembros y una de las ejecutivas de su grupo financiero, que fue a acompañarles a una fiesta, pero trabajando para que sus jefes lo pasaran bien: No se inmutan, se tragan su dolor y siguen hacia adelante.
Exactamente, ese es el camino que hay que emprender y porque el mismo y con el tiempo devuelve la salud mental. Naturalmente, no es que no haya que repartir culpabilidades o señalar responsables, pero ya eso pasa a manos de la procuraduría general y de los fiscales, que ya se anuncia que han emprendido indagatorias forenses sumamente exhaustivas.
Igual hay que decir, que por decencia publica y honor personal, los medios de comunicación que pertenecen al dueño de la sala de fiestas siniestrada, deberían de ser lo suficientemente cautos y recogerse y no continuar cayendo en el craso error de pretender liberar de responsabilidades a su jefe (estadounidense de origen dominicano) quien no ha dado la cara, pero que raudo, ha ordenado que otros negocios suyos en la zona colonial así como en Nueva York, dispuso cerrarlos momentáneamente y en clara admisión, de que sabe que mucha gente le entiende responsable de la tragedia y solo culpable de acuerdo a lo que el proceso investigativo forense determine.
También hay que preocuparse por conocer si el gobierno irá en auxilio de los huérfanos que quedan de la tragedia o si auxiliará a personas que fueron heridas y afectadas en sus órganos motores para continuar su vida diaria, como también hay que saludar y alegrarnos, de que el país cuenta con un cuerpo de auxiliares profesionales y técnicos del Cuerpo de Bomberos capitaleño, que al decir de sus iguales del exterior, son un ejemplo notorio de profesionalismo y dedicación que compite de tú a tú con sus iguales del exterior.
Ahora hay que emprender el día a día. Por lo pronto, el gobierno tiene y debe crear un mecanismo técnico de control y cuido de infraestructuras y supervisión de edificios públicos de esparcimiento y brindarle el necesario apoyo financiero continuo al cuerpo de auxiliares privados de bomberos voluntarios y quienes casi han sido víctimas del silencio e ignorancia de los medios de comunicación y la ciudadanía.
Al mismo tiempo, debe reforzarse el apoyo a todos los cuerpos de bomberos de todas la nación y en específico a los amparados dentro de la Unión Nacional de Bomberos y su rama de auxiliares provenientes de la iniciativa privada y quienes estos últimos y por los extraordinarios servicios que han prestado en La Vega, con la caída de un edificio o en la caída de un lateral de la avenida capitaleña 27 de febrero y ahora con la tragedia en Jet Set han demostrado que no hay que esperar al Estado para realizar un trabajo de auxilio profesional voluntario con una entrega y servicio público digno de todo reconocimiento y respeto.
Aquí hay que observar, que esa policía que nos gastamos, formada con una gran mayoría de delincuentes y que como se vio, hubo miembros que salieron a robarle a las víctimas del desplome de la discoteca, mientras otros impedían la labor periodística y miembros militares, con aparatos para impedir el trabajo de drones mediáticos y en abierta complicidad, con un gobierno que a como diera lugar, quería que el acontecimiento no fuera filmado, nos dice que ha llegado la hora de que militares y policías respeten la labor de los bomberos y en particular de los bomberos voluntarios, quienes y todos reúnen “los mismos requisitos que el Cuerpo Activo, pero que además prestan servicios especiales en el campo profesional, docente, técnico, idóneo y/o científico desempeñándose como personal de Apoyo” y gratuitamente.
En este aspecto, los delincuentes empresarios e industriales que nos gastamos deberían especializar una cantidad fija, mensual o anual según cada caso y para contribuir que el personal auxiliar de los bomberos, que está compuesto por especialistas y para que nada les falte en equipos y su labor desinteresada de auxilio humano sea compensada para fines de equipos de alta tecnología y seminarios de especialización en el exterior.
Y en el mismo tenor hay que reclamarle a los mass media y en particular en las redes sociales, a que tengan apertura para que los auxiliares de los bomberos tengan acceso y lleguen a la población y puedan contribuir a una adecuada enseñanza e instrucción pública contra desastres de cualquier naturaleza. De paso a los medios del dueño de Jet Set, que por lo menos, este envié un aporte directo y ahora, de medio millón de pesos, que sirva para adquisición de equipos y entrenamiento.
En definitiva, hay que abocarse a pasar página y darles fuerza y apoyo a los cuerpos de bomberos y sobre todo a los bomberos auxiliares y para que continúen su benemérita labor. Con Dios. (DAG) 14.04.2025