¿Aprovechar la crisis haitiana para distraer a la atrapada opinión pública y dar un caramelo de entretenimiento a la incompetente clase política?

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De buenas a primeras, la nueva reedición de la permanente crisis de gobernabilidad haitiana, parecería que estalla en República Dominicana como si fuese un asunto nuevo y no el recurrente y de toda la vida y en lo que concierne a la República de Haití y ahora con el curioso esquema, de magnificar un asunto, que tampoco es de que sea de afectación absoluta al orden de vida dominicano.

En este aspecto, nos ha llamado la atención la manera un tanto alarmista de como los actores políticos y principalmente los de gobierno, han querido hacer ver y creer a la ciudadanía, de que, si nuestras autoridades no se meten de lleno en los problemas del país vecino, prácticamente los dominicanos estaríamos al punto de perdernos dentro de una situación tan confusa, que cuando menos se viniera a ver, fuéramos parte de los entresijos de la política haitiana.

Y es precisamente semejante y curiosa actitud, la que de pronto nos pone en alerta y nos obliga a preguntarnos, qué es lo que persigue el gobierno al generar semejante escandalo interpretativo, primero con declaraciones del presidente de la República casi decididamente clamando por una intervención internacional y después con toda la catarata de interpretaciones subjetivas de uno a otro lado de la isla y siempre dando a entender, que Haití estallaría en mil pedazos o que de golpe pudiera estar a las puertas de la guerra civil.

Al mismo tiempo y mientras al parecer, así es que la clase gobernante quiere que los ciudadanos entendamos que es lo que está pasando allí o mejor dicho, que es lo que se nos quiere hacer creer que pudiera estar ocurriendo, se fomenta una de declaraciones y contra declaraciones por parte de políticos y de todos los partidos y casi al borde de la histeria e igual en la prensa amarillista, clamando porque no se deje de estar atento “a lo que ocurre en Haití” y como si en verdad el país transfronterizo estuviera al borde de la disolución más significativa y lo que necesariamente no se corresponde a su realidad.

¿Por qué hay que expresar la duda? porque el vecino país nunca dejado de discurrir dentro de los vaivenes propios de esa negritud prisionera entre negros y mulatos y quienes de acuerdo con los papeles que ocupan en sus gobiernos, deciden de que manera expresan sus animosidades y las que en este campo y por obligación, tenemos que entender como folclóricas y propias del temperamento y la idiosincrasia haitianos.

Lo que en cambio no podemos entender, es el por qué y sobre el mismo tema, la clase política dominicana ha caído en esa histeria que asumimos calculada y que por ciertas voces que se han expresado de descendientes de dominicanos de origen  árabe y turco, da la impresión, de como si la alianza secreta de descendientes de sirios, árabes, libaneses, palestinos y turcos y de los dos países y por razones todavía desconocidas, sus miembros quieran aprovechar una alianza política binacional y para beneficio de las clases gobernantes de las dos naciones.

Por ejemplo, el presidente Abinader sigue insistiendo en la ayuda internacional para Haití, pero al mismo tiempo golpea los intereses económicos de los haitianos de orígenes sirios y libaneses que controlan el comercio y la actividad productiva haitiana y tal como si se tratara de un desplazamiento de fuentes económicas de poder a favor de iguales grupos, pero del lado dominicano y ahora más, que en el Oriente de la isla y por primera vez en toda la historia dominicana, se tiene un gobierno plutocrático de pura raíz árabe u otomana.

Desde luego, no vamos a especular y mucho menos bailar la música que otros quieren tocar, sino recalcar, que en toda esta amplia “preocupación dominicana” por Haití, lo que vemos y subyace, es una especie de guerra secreta por ver quien y de los dos grupos sirios y palestinos terminarán teniendo el control total de las actividades económicas y comerciales haitianas.

Cómo también razonamos y en sentido contrario, que tenemos la impresión, de que ante el descalabro moral de la clase gobernante dominicana, de sus partidos y de sus lideres y desde una partidocracia que ciertamente vive de espalda a la realidad que vivimos los dominicanos de clase media a pueblo, se pretenda algún tipo de movimiento militar de pinzas, para que el mismo grupo social y económico, se establezca y casi de sorpresa en las dos naciones y como el factor preponderante común, que ahora sus integrantes quieren hacer creer que se pudiera estar en desbandada y lo que tampoco es.

Obsérvese, que esta mañana, desde la presidencia de la República se anunció que el presidente Luis Abinader suspendió su agenda y ello fue suficiente para que la burocratizada prensa criolla dependiente de los barones mediáticos, presentara y como extraída quien sabe de dónde y especulando, que supuestamente la suspensión de la agenda presidencial “tiene que ver con el problema haitiano”, en tanto ayer, la histeria mediática fue in crescendo con el anuncio de una cuadrilla de helicópteros militares estadounidenses provenientes desde las islas Bahamas y de paso hacia Puerto Rico y con destino a la base  militar Ramey en Aguadilla, que supuestamente “llegaron de sorpresa” y la prensa dominicana, especulando que ese desplazamiento “tiene que ver con el problema haitiano” o aquello de una semana atrás de un aparente entrenamiento entre militares y aviadores dominicanos y colombianos, “entrenándose para combatir el narcotráfico”.

Y la pregunta se cae de la mata, ¿qué persigue el presidente Abinader colocando a todo el mundo a pensar en lo de Haití, cuando su gobierno enfrenta situaciones “confusas” en materia de gobernabilidad interna? y es, que hasta donde se entiende, esta nación no tiene problema alguno de ingobernabilidad y tampoco el gobierno luce como si no fuera capaz de continuar gobernando.

Así las cosas, al final, parecería que es un trazado de política para ganar tiempo, ¿pero ganar tiempo para qué? Por lo que parece, solo Abinader conoce la respuesta. Mientras, un político marrullero y de origen árabe, cabeza del derechista Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) Federico Antún, proclama enfáticamente que hay que “unirse para salvar la patria ante conspiración contra la República Dominicana” y ante lo que entiende es una conjura internacional para no solucionar la problemática haitiana.

Para colmos y como si lo anterior no fuera poco, se presenta el presidente del Senado, Eduardo Estrella, proclamando que “los dominicanos estén “alerta minuto a minuto” sobre la crisis de Haití”.  Y lo que nos hace preguntar y dado que el gobierno no le ha salido al frente a ambas declaraciones, ¿aprovechar la crisis haitiana para distraer a la atrapada opinión pública y dar un caramelo de entretenimiento a la incompetente clase política?

Ojalá que los equivocados e histéricos seamos nosotros. Pero eso sí, que el gobierno y los políticos sepan, que en este país ya no hay tontos y que hace 91 años que los perros dejaron de amarrarse con longanizas. (DAG)