lunes, junio 17, 2024
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¿Así que un íntimo mata un amigo funcionario y luego la familia del occiso pide respeto a la memoria del asesinado y perdona al asesino?, pero qué diablos es esto?

A lo largo de toda nuestra carrera profesional de 58 largos años, hemos escuchado todas clases de justificaciones y declaraciones sobre el por qué del proceder de determinados asesinos, pero nunca nos habíamos encontrado con esto, de que la familia de aquel que es asesinado perdona al asesino y de paso, generando una amplia interrogante, pide respeto para la memoria de su difunto.

Semejante episodio, realmente que provoca toda suerte de interrogantes, así como de opiniones y ahonda en los mas variados matices de rumores de todo tipo respecto al por qué de la ocurrencia del asesinato del ministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge y Mera, hijo del expresidente Salvador Jorge y Blanco y su esposa Asela Mera de Jorge.

Al mismo tiempo, el hecho de que el sonado crimen, ocurre y justo en el momento que el gobierno ahonda una fuerte política represiva de contención frente a las muestras de delincuencia social y en apariencias desbordada y cuando la misma es hija y básicamente, del apoyo que la policía en los cuarteles barriales de las principales ciudades, le da a la delincuencia juvenil como el trafico de drogas al menudeo, obliga a que la ciudadanía y tan descreída como siempre, asuma, que detrás del asesinato perpetrado hay algo más que un amigo molesto porque el ministro le quitó una licencia para extraer arenas y materiales de construcción de las orillas de los ríos y por lo contrario, se entienda que detrás de todo este espectáculo tan siniestro, se encuentran las manos de intereses creados, molestos por las políticas de control implementadas por el ministro fallecido.

Se ahondan más los interrogantes, cuando también se conoce, que ya el occiso tenía una semana despidiéndose del cargo ante periodistas y comunicadores amigos y quienes lo han hecho conocer mediáticamente y si esto es así, que a Jorge y Mera le removerían del cargo, entonces lo lógico es presumir, que esto ocurriría por la necesidad del gobierno de aplacar a ciertos sectores económicos no tradicionales, pero sí recurrentes en las malas prácticas de destruir el medio ambiente.

Desde luego, no es ya un asunto de pura especulación, sino que basado en hechos concretos, como fueron los constantes desencuentros de Jorge y Mera con cabezas de intereses económicos molestos, que no se esté fuera de enfoque si se llegara a pensar o mal suponer, que el amigo intimo que le cayó a tiros al ministro y él mismo, empresario de construcción como proveedor de materiales primarios, bien que podría que entenderse que pudo haber actuado por encargos.

Especulación que se ahonda, visto el curioso interés policial como del ministerio público, de prácticamente secuestrar al imputado por el crimen, quien y para mayor curiosidad, después de asesinar a su “amigo” y siendo las instalaciones del ministerio de Medio Ambiente lo más parecido a un cuartel, pudo salir sin ningún obstáculo y caminar cerca de tres kilómetros hacia una iglesia católica, que para mayor curiosidad, se conoce que buscó protección con un cura católico con rango militar, en tanto el imputado, él mismo se le supone con rango activo en la misma policía y además siendo hijo de un general de la Fuerza Aérea ya en retiro.

Entonces, ¿habría que hablar, que de una u otra manera se trata de un crimen perpetrado por gente de uniforme y por eso el asesino salió sin problemas y para mayor curiosidad, las múltiples cámaras “de seguridad“ del ministerio citado, o no estaban funcionando o sus últimas grabaciones les fueron borradas y que es lo que se afirma en la institución?

De ahí que haya que tener la seria sospecha, de que se está frente a lo más parecido a una variable no “ortodoxa” de crimen de Estado y de lo que, naturalmente, las autoridades son las llamadas a dilucidar y aclarar, que fue lo que realmente ocurrió y mucho más, cuando testigos hay, que señalan, que el asesino entró al despacho de Jorge Mera de manos de este mismo y hasta el occiso diciendo que no se preocuparan porque el sujeto era su amigo y lo que debió decir, al darse cuenta que los demás notaron, que el criminal portaba un arma de guerra al cinto.

Claro está, no se está narrando ningún tipo de guión cinematográfico, sino que el relato continuo tiene que ver con una tragedia de dimensión humana que también abarca lo político y para mayor confusión, gubernamental. Y si esto es así, se ha de suponer que las autoridades de gobierno no tomarán este caso a la ligera o frívolamente y que nadie dará una respuesta apegada a la verdad de los hechos y como la única manera de aquietar a la alterada opinión pública. Al fin y al cabo, no es común que alguien asesine a un ministro de Estado y ante cientos de testigos y después resulte, que desde los $domesticados$ medios de comunicación de la prensa tradicional o mercancía, se le quiera restar importancia a lo sucedido.

Porque además, hay otro aspecto político que tiene que ver con este crimen tan grosero y el que, a razonamiento a contrario, habla también, de que su autor y quienes están detrás del mismo, entienden que aparte del escarceo inicial, aquí no pasará nada y que, a tres días de la muerte aleve, la gente se ocupará del titular noticioso del nuevo día y dejando atrás lo sucedido.

Precisamente, hacia este aspecto tan delicado, es que entendemos que se dirige la declaración de la familia “herida” y que ha provocado tantos y diversos comentarios y opiniones. ¿Porqué callan y piden que los hechos se dejen así y que es lo que se entiende y desde que dijeron que pedían respeto para la memoria del muerto y que además perdonaban al que lo mató?, ¿quiere decir que el muerto con tierra tiene? Estamos seguros, que si Salvador y Asela hubiesen estado vivos, nunca habrían apoyado semejante declaración tan increíblemente cómplice y comprometedora, que debió merecer una ampliación de las indagatorias, abarcando a los miembros de la familia Jorge y Villegas.

Lo que queremos decir y por último, que nada de lo que ha sucedido es lo que parece y sí que el grado de encubrimiento sobre el crimen y que ya se empieza a entender, es uno, que nadie con sentido común puede ni debe aceptar y mucho menos, cuando es tan obvio que hay preguntas que se piensan o se dicen, pero porque nadie cree lo que a simple vista, parecería y en el aspecto de: ¿Así que un íntimo mata un amigo funcionario y luego la familia del occiso pide respeto a la memoria del asesinado y perdona al asesino?, pero ¿qué diablos es esto? (DAG)

 

 

 

 

 

 

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