El exprimer ministro de Haití, Claude Joseph, es todo un maestro de la política y paso a paso ha logrado consolidar su candidatura presidencial en su país, a costas de lacerar la relación con República Dominicana.
Su tono alzado provocó que el presidente Luis Abinader le prohibiera la entrada de este lado de la isla, en un decreto que incluyó a varios jefes de pandillas haitianas, un mensaje directo desde la Presidencia sobre lo que se piensa del también excanciller de Haití.
Joseph, mientras, ha usado el tema para sacarle amplio millaje político y se ha convertido en el paladín de los haitianos, al apuntar a República Dominicana como fuente de diversos de los problemas que afectan a Haití.
Si bien es cierto que algunas conductas por acá rozan la xenofobia, lo cierto también es que la mayoría de los haitianos que viven en República Dominicana lo hacen en paz y aportando al país, por lo que el discurso un tanto incendiario de Joseph puede ser exagerado y creo, en lo más profundo, que no es una creencia del aguzado dirigente, que me luce lo que hace es jugar al Trumpista como político para consolidar su proyecto presidencial.
El tema es que desde acá le hemos dado herramientas y estamos alimentando a la bestia, dando a Joseph más atención de la que merece y cayendo en su anzuelo. Al convertirlo en la víctima, su estrategia se fortalece y no creo que a República Dominicana le convenga tener de presidente de Haití a este polémico personaje.
Recordemos que Joseph tuvo que dejar el gobierno cuestionado por sus actos tras el asesinato del presidente Jovenel Moise, que sigue sin resolverse. Desde su salida se ha dedicado a alimentar un rol político peligroso, pero efectivo, que hay que evitar fortalecer de cara al futuro.
Me parece que más que responder a las provocaciones de Joseph, la estrategia dominicana debe ser la de fortalecer relaciones con el gobierno de Ariel Henry, de modo que los conceptos de hermandad, vecindad y amistad se impongan en la política bilateral y no los enfermizos discursos de odio que a nadie benefician. Por: Benjamín Morales Meléndez [Diario Libre]
