lunes, junio 17, 2024
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Con Colón, también vino la esclavitud, la sumisión aborigen y el vasallaje

Un análisis frío de lo que significó el primer viaje de Cristóbal Colón, estructurado con el propósito de abrir un camino hacia nuevas tierras y teniendo de norte el occidente del mundo y visto desde la península ibérica en tiempos de los Reyes Católicos, nos dice, que en el mismo, no solo se embarcó gente decente y de cierto matiz civilizador y sí y básicamente en el primero y segundo viajes, una gran parte de aventureros, asesinos y ladrones provenientes de las cárceles y ante el hecho, de que nadie creía en la aventura colombina.

Incluso y de acuerdo a documentación que reposa en los Archivos de Indias, entre toda esa mezcla de gente y la mayoría absolutamente inculta, llamaba la atención, de que el primer negro que llegó a la que sería la colonia de la Española, se encontraba un negro liberto que era  asistente o sirviente particular del Gran Almirante y de nombre Juan Moreno ó Juan Prieto y también conocido como Juan Portugués y el que años más tarde, participaría y con buen registro, en la colonización de Centroamérica y este dato, de acuerdo al historiador Luis Gil Fernández (Archivo General de Simancas).

Es decir, a la llegada de Colón y sus aventureros, luego conocidos como “colonizadores” e inapropiadamente, también como “conquistadores”, en la isla de la Española llegaron no más de cinco negros libertos y hasta que para 1502, cuando los monarcas católicos autorizaron el comercio esclavo robando personas libres de África y traídas a la isla a la fuerza como esclavos negros y lo que ocurrió como muy temprano, cuando en el 1496 la terrible explotación humana a la que se vieron expuestos los aborígenes, estos empezaron a desaparecer o extinguirse y con ellos, la primera muestra de mano de obra esclava originada por los viajes colombinos desaparecía y debido al genocidio perpetrado  “al amparo y protección” de los llamados Reyes Católicos, Fernando e Isabel.

El comercio y la mano de obras esclava y negra en la isla, comenzó a desarrollarse desde el 1502 y duró exactamente hasta 1844 con el inicio del gobierno de ocupación haitiano de Boyer y el que se había iniciado en el 1822 y quien fue el gobernante que había abolido la esclavitud. Es decir, hubo un lapso de 342 años que, en la colonia española, existió el comercio negro y la mano de obra esclava negra, años en los que con propiedad hay que decir, que la mayoría de la población autóctona de la colonia española era de origen racial negro y presumiblemente esclava.

¿A qué conclusión hay que llegar?, que cuando el 01 de diciembre de 1821 un grupo de los principales vecinos de la ciudad de Santo Domingo y encabezados por el letrado y presidente del Cabildo, José Núñez de Cáceres, suscribieron el manifiesto independentista, declarando el nacimiento del Estado Independiente de Haití Español, en la parte oriental de la isla, de sus más de 125 mil habitantes, más de la mitad eran negros o mulatos y otros mestizos y los que en gran mayoría y ya libres, participaron en las jornadas guerrilleras procurando la separación de la República de Haití y lo que ocurrió el 27 de febrero de 1844 con el nacimiento de la dominicanidad y con el nuevo nombre de República Dominicana.

Tenemos pues 178 años como nación libre e independiente y no menos diez generaciones a cuestas y con una conformación social y humana formada originalmente como exesclavos y de lo que a la fecha pocos hablan y que tampoco los historiadores apenas mencionan sin la profundidad debida, generando, que ya en el 2022, de los 10.5 millones de dominicanos, todavía en este país hay un ilusorio sentimiento de clases, que trata de ocultar, que muchos dominicanos descendientes del pasado antes descrito, les da vergüenza mencionar, que en sus familias hubiese un origen o muestra de miembros de exesclavos.

Es por ello y lo que se comprueba con mucho fastidio y analizando la composición social dominicana, de como para los siglos XV al XX, existía aquella situación tan irritante, de supuestas familias  “de primera” frente a las otras “de segunda” y el resto de pueblo y lo que se manifestó mucho más, con las uniones entre haitianos y dominicanos y la existencia a la fecha de una mayoría racial conformada por negros y mulatos, menos mestizos y casi nada de blancos y estos, no solo por tener la piel clara.

Creándose entonces el grave complejo, de tantos individuos y siendo negros o mulatos, negados a admitirse su propio origen racial  y llamándose entonces como “morenos” ó “indios” y que trascendiendo en el tiempo, se observa el rechazo en tantas niñas y jovencitas de pelo rizado, cuyas madres se desesperan tratando de presentarlo como lacio y así mismo se establece en la política y en la relación de las personas y casi nadie acepta, que en sus venas corre sangre de esclavos o del mestizaje tan propios del mundo tropical.

Debido a esta realidad, hasta hace poco a un Oguis Pie, conocido como José Francisco Antonio Peña Gómez, se le trataba y se le utilizaba de parte de los ricos y mientras estuvo vivo, como el “negrazo ese”. En tanto se suavizaba el término tan hiriente con un Leonel Fernández al que se le trata como el “morenito”, mientras a Danilo Medina, su gente le entiende “blanquito” y a Hipólito Mejía lo ven como “rubio” y cuando a los tres y aun vivos y si se les busca detrás de sus orejas, se descubrirá la marca del negro exesclavo que en la generalidad de los casos se encuentra presente.

De este modo, la división racial latente, se acentúa con esa infame inmigración española o europea, de mucha gente blanca hambreada y de comportamiento colonizador, que trata al dominicano con el desdén y el desprecio de creerse blancos puros y lo que le ocurre a todos los descendientes de los barcos y con excepción de los turcos y árabes, quienes en sí mismos y aun blancos, entienden que llegan a este “pedazo de isla de negritos a los que hay que explotar” y todos, creyéndose que ellos son los blancos, que deben y tienen que dominar “a este país de negros”, a cuya gente y aun estos sirviéndoles como trabajadores y empleados en la generalidad de los casos, esos abusadores inmigrantes hacen lo imposible por no darles las manos, aunque, sí no tienen freno al acostarse “con la maravillosa negra aquella”.

Nosotros creemos, que los dominicanos debemos sentirnos orgullosos de nuestras raíces aborígenes y negras y de las otras producto del cruce de razas, como las asiáticas y que pueblan esta nación y vivir orgullosos de quienes somos y sentir sí, que si la tropa de Colón no hubiese llegado a estos territorios, luego llamado “Nuevo Mundo”, ninguno habría nacido y en este punto hay que agradecer y saber también, que si somos hijos de una verdadera mezcla de razas, tenemos y gracias a Dios, la entidad propia de un pueblo y nación forjados así mismos y quienes como dominicanos hemos sabido darle concreción a nuestra nación y firmeza a nuestras ideas políticas y libertarias que nos convierten en el pueblo orgulloso, bravío y hospitalario que somos y no identificándonos sólo por raza y solo sí y siempre, como dominicanos.

De ahí que haya que recordar, a días del 178 aniversario de la Separación de Haití y a 201 años de nuestra independencia de España, que, con Colón, también vino la esclavitud, la sumisión aborigen y el vasallaje. (DAG)

 

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