Si algo ha caracterizado la vida de los dominicanos y en sus variables, políticas, empresariales y sociales, es ese profundo oportunismo, que provoca que tantos cambien de posturas, criterios y chaquetas en un dos por tres y haciéndolo sin rubor alguno y solo por el propósito de estar bien y arriba y sin importar lo que cueste.
El pasado escenario de la Guerra Fría, fue en este ámbito, la escuela de semejante tipo de inconducta y por la que, quienes se decían ideológicamente dizque comunistas, social demócratas, social cristianos y hasta ateos y otras denominaciones más y cada una más falsa que la otra, se les vio y todavía en estos tiempos se les observa cambiando de banderías, criterios y hasta amistades y en cada cambio, postrándose más ante el referente momentáneo que les sirva de pretexto y como conjunto de pequeña burguesía trepadora socialmente y para destacarse según sus falsos criterios, dentro del competitivo mundo en el que se vive.
Por ejemplo, si observamos las actuales banderías políticas y ni hablar de sus representativos, pero si solo tomamos cuatro: PRD-PRM-FP y PRSC y les colocamos sus respectivas “filiales” dentro de la colectividad de partidos minoritarios de alquiler, la mediocridad, no que solo sea el sello distintivo, sino lo cara dura de como se muestran todos esos farsantes de opinión, quienes sin vergüenza alguna cambian de careta con la mayor frescura y atrevimiento.
Es por eso, que quienes nunca hemos cambiado de ideología y sentir de criterio propio y sin ser dogmáticos, se nos ve y por parte de esos tartufos, como si realmente fuéramos los malos de la película, cuando somos los únicos que contra todo cambio de postura política, social o empresarial, mantenemos contra viento y marea ese criterio tan liberal y de centro, que no excluye a nadie y tampoco rechaza ningún pensamiento o sentir que facilite el afianzamiento de la opinión critica y sin importar a quien haya que referirse.
De esta manera, es así como desde la partidocracia y comenzando por muchos de sus lideres y dirigentes y para justificarse, su oportunismo ha obtenido el curioso y creativo titulo de “destreza ideológica”. ¡Es verdad que mientras se está vivo, es mucho lo que hay que ver! (DAG)
