lunes, junio 17, 2024
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¿Corrupción? Ni el gobierno se cae y tampoco el Ministerio público y por un hecho simple: En República Dominicana solo les quita el sueño a muy pocos ¿y a nivel de pueblo? ¡Nunca! y el Papa advierte

 

Hechos y comprobaciones sobre el grado temerario de la corrupción a nivel de las principales figuras del Estado, demuestran, que por más que los políticos y presidentes roben o saqueen el erario y los ricos oligarcas asalten la cosa pública, para nada se altera la predisposición nacional hacia el enriquecimiento ilícito y a engañarse los unos a los otros.

Todavía más, a nivel de las factorías mediáticas pertenecientes al entramado societario de la concentración de bienes en pocas manos, también para nada se acepta la menor crítica y menos, si la misma va dirigida a sus propietarios y como cómplices de las peores barbaridades en materia de corrupción desde el poder.

Es por eso por lo que sea tan obvio entender, que por los hechos recientes que aparentemente se informan desde el ministerio público central y en los que, las principales figuras políticas, sociales, empresariales y hasta religiosas nacionales y que en uno u otro sentido se encuentran implicadas, hasta ahora, no ha habido la menor acusación, que sustentada ante un tribunal hubiese tenido camino.

Sobre este particular, los gobiernos e iniciándose desde Balaguer en el 1966  y todos los demás hasta el 2020 y ahora casi de entrada en el de Abinader, parecería que absolutamente nadie se ha implicado realmente para combatir la corrupción y sí solo ha habido parafernalias y escenarios de puro escándalo, que, de tan recurrentes, el escándalo de hoy tapa al de ayer y así sucesivamente.

Si claro, se ha dado el circo del desfile carnavalesco de supuestos implicados o imputados y quienes al poco tiempo y cuando la marea mediática baja y se hayan aplacados los instintos perversos de una población acostumbrada al pan y al circo, todo el mundo hace como que olvida y de tan patente, se entiende que existe una oportunista amnesia colectiva, que parecería que limpia culpas y libra el camino para nuevas ediciones de hechos parecidos.

¿Cuántos funcionarios o sus allegados o suplidores del Estado desde el ámbito de los negocios y de empresas han sido condenados por los tribunales?, absolutamente nadie y como gran contraste, ¿cuántos han sido los escándalos de corrupción motorizados desde el 1966 al 1996? O, ¿porqué no mencionar todo lo otro y en gran caleidoscopio de uno detrás de otro, desde el 1996 hasta el 2020?

¿Se puede hablar con propiedad, de que uno que otro de esos presidentes y sobre todo, desde el 2004 al 2020, no se ha enriquecido ilícitamente o que sus asociados empresariales no le han facilitado, de regalo, recursos de origen dudoso para que creen sus fundaciones o para que terceros se enriquezcan a su sombra? ¿y lo de las quiebras bancarias de 2003 que arrastró a la economía a una quiebra institucional de más de 4 mil millones de dólares?, ¿tampoco se recordará, que ello fue posible porque un presidente y en colusión y complicidad con banqueros y empresarios, derrumbó al principal banco de desarrollo del país y solo como mecanismo viable para que la competencia bancaria pudiera resurgir y copiando los métodos que aparentemente se proscribían y al tiempo que su prensa lo manipulaba y mentía en todo y para llegar a lo de ahora, que en el lapso 2000-2012, los contribuyentes han perdido cerca de 100 mil millones de pesos?

O lo otro tan terrible, de un presidente de la República en ejercicio, obligando a unos inversionistas de azúcar y combustible de caña de azúcar, a salir del mercado y por ese mandatario apadrinar a otros inversionistas establecidos o aquello otro de empresarios importadores, permitiéndoseles que entren por las aduanas cuanta compra hicieran en el exterior y sin que en las aduanas a nadie se les ocurra abrir e inspeccionar sus furgones y lo reciente, de altos burócratas favorecidos con presupuestos inflados para que roben y saqueen a placer y un poquito atrás, de los empresarios agrícolas, mineros y turísticos con cementerios privados y sin que ministerio público alguno, ose investigarles?

Si todo lo anterior y mucho más, que continúa sucediendo, el Estado hubiese actuado de acuerdo con Carta Magna, código y leyes, ¿pudo haberse dado el resultado, de que la corrupción y a nivel nacional sea totalmente tolerada y en cierto modo incentivada?, por eso, el llamado discurso de corrupción de los políticos y de las factorías mediáticas, nadie lo cree y por ello ha sido que de contrapartida, nuevos ámbitos delictuales han sido creados y rivalizando con los ricos tradicionales de la vieja oligarquía dominada por descendientes de inmigrantes de hace dos siglos. Y de ese modo se tiene, a los empresarios originados en el narcotráfico y el lavado de activos y lo nuevo, de aquellos busca fortunas detrás de tierras raras y a quienes, en el Estado, los burócratas les entienden el nuevo nicho de tráfico de influencias y enriquecimiento desproporcionado y para no dejar de hablar de los bandidos de escritorios existentes en el Poder Legislativo como en el municipal, donde el saqueo sistemático de los dineros de los contribuyentes es lo de nunca acabar.

Cómo resultado de tanta deserción constitucional y legal, a los pocos medios y periodistas que nos permitimos tocar estos temas, automáticamente se nos saca de los medios tradicionales y se nos impone una de ostracismos continuos, que a duras penas se han podido contrarrestar con el salvavida de los medios digitales independientes y de su propiedad y otros periodistas, arrinconados en nichos dentro de las redes sociales y estas y para burla mayor y últimamente, invadidas por los periodistas que impulsaron desde la Plaza de la Bandera al gobierno actual y cuya labor “divulgativa” es solo para mentir y manipular y junto a los otros en la radio y la televisión, mientras en compensación, obtienen contratos publicitarios oficiales multimillonarios.

Curiosamente, hoy se conoció lo que el papa Francisco denomina “los cuatro pecados del periodismo” y que, a su juicio, son la desinformación, la calumnia, la difamación y la coprofilia, que, a nuestro modo de ver, son los cuatro jinetes en los que cabalga el periodismo dominicano dominado por los barones mediáticos desde la concentración de medios en pocas manos.

De ahí que estemos convencidos, de que, en este país y su sociedad y pueblo, en materia de corrupción, ni el gobierno se cae y tampoco el Ministerio público y por un hecho simple: En República Dominicana, solo les quita el sueño a muy pocos ¿y a nivel de pueblo? ¡Nunca! Y el Papa advierte. (DAG)

 

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