No han pasado cincuenta días de su retorno al poder y no hay lugar en el mundo o cancillería de país que tenga, aunque fuere mínimas relaciones comerciales con EEUU, como para no entender que la actitud de matón de barrio del presidente estadounidense está generando una mortificante situación de que no se le vea como un interlocutor confiable.
Ha arremetido sin consideración alguna contra todo aquel que entienda objeto de sus resentimientos y amarguras y por lo que se está viendo ya está generando una profunda desazón y para no hablar odio entre no pocos gobiernos y peor, que se ha llegado a un punto, por el que ningún jefe de Estado o de Gobierno no muestre interés alguno en verle o siquiera tener una conversación telefónica.
De paso, su país y bajo su egida, se muestra con una versión nueva de un Tío San que entiende al resto del mundo como enemigo o supuesto embaucador que le hubiese robado bienes o activos y en función de semejante y atrevida creencia, se nota que este atropellante presidente, asume que puede hacer lo que le plazca con todo aquel país o economía que le enfrente.
Agarró a Panamá, zarandeó a su gobierno y hasta la amenazó con quitarle su canal interoceánico y por su interés de que una parte de los empresarios que financiaron su campaña, se beneficiaran de una amplia concesión de negocios.
De ese modo se le vió y de mentiroso, diciendo que China Popular controlaba el canal y que supuestamente Washington no lo permitiría porque era inaceptable para sus intereses y ahora resulta, que su interés se tradujo en despojar dos empresas de transportes de mercancías por via marítima para otorgarle a un consorcio de armas, ejercito privado y negocios, BlackRock el control del conglomerado hongkonés CK Hutchison, que ayer anunció que había vendido su participación accionaria del 90 por ciento y quien era propietario desde 2015 de la empresa Panama Ports Company (PPC), que opera el puerto pacífico de Balboa, el segundo con más movimiento de contenedores del país, y el atlántico de Cristóbal, el quinto en la lista y de los que Trump y de mentiroso, decía que eran de propiedad china y lo que a su entender le permitía argumentar que “Panamá le había entregado a China el canal”.
Ayer se conoció que la empresa hongkonesa CK Hutchison había vendido por 22 mil 800 millones de dólares a la estadounidense, el consorcio BlackRock, cuyo ejecutivo principal es muy cercano al mismo Trump. Tan evidente ha sido la presión, que un ejecutivo de la nueva dueña de los dos puertos panameños, hizo saber que lo que se había producido era una “transacción de naturaleza puramente comercial” y lo que desde luego nadie cree.
Para entenderlo en dominicano, supóngase que Trump le tira el ojo al conglomerado Casa de Campo y dice de este que “sus nexos con Cuba y sus viajes ocultos a la Habana”, eran razones más que suficientes para intervenirlo y añadiendo lo otro, de que en la misma, dos expresidentes estadounidenses, hijo y padre Bush, se sabía que mostraban algún tipo de “relación extraña” y avivando más la imaginación, metiendo al gobierno dominicano de carambola y argumentado que este permitía la mano de obra esclava infantil en el corte de la caña de azúcar y que por lo tanto había que sancionarlo.
Siguiendo el mismo esquema de modelo de pensamiento de Trump, otro día dice que se encontraba incómodo o disgustado porque la empresa árabe operadora del puerto multimodal Caucedo, “era un gran centro de distribución de droga a EEUU” y advirtiendo que “era un centro de rastreo de navíos estadounidenses en la zona y de vigilancia del canal de la Mona” y lo que le obligaba a desconocer la soberanía dominicana y a renglón seguido amenaza con “intervenir drásticamente”.
O lo más seguro, que como en Cap Cana tiene intereses de su propio grupo empresarial, se le ocurra plantear que como “la situación de inseguridad del país” es tal, que él tiene que salir a “proteger los intereses estadounidenses en esa zona”.
Lejos de que se pueda considerar que fantaseamos y viendo como el matón Trump se comportó con Panamá, no se podría descartar los supuestos que planteamos y aún más, de cómo amenaza a Canadá y le impone aranceles junto a México o sus amenazas a Dinamarca por pretender «anexarse” la isla de Groenlandia y ni hablar con sus presiones de cortar la inversión estadounidense en la guerra en Ucrania “hasta que Zelensky renuncie al cargo”.
Es decir, el mundo está ante un típico gánster estadounidense reclamando territorio y por lo que se está viendo, dispuesto a todo con tal de lograr sus objetivos.
Desde luego, comprendemos que la guerra comercial que el presidente Trump le ha creado al resto del planeta, tiene que ver con su mentalidad de fortalecer la economía de su país y el querer que sus inversionistas y empresas vuelvan al territorio estadounidense, pero es evidente que al paso que va, de confrontación en confrontación con todo el mundo y ahí la muestra tan patética del acoso que le ha impuesto a Europa, que definitivamente los métodos gansteriles del mandatario estadounidense, de golpe y por lo menos, ha convertido a la mitad del mundo en una actitud de rechazo precautorio, que por donde quiera que se mire y de entrada está llevando al mundo, a su economía, a una crisis de terribles proporciones y comenzando con el aumento del índice inflacionario a un nivel, que de golpe y porrazo nos encontremos con un retroceso económico de vastas proporciones.
Dicho sea de paso, es bueno advertirle al gobierno plutocrático de Abinader, que viéndose todos los antecedentes que mencionamos, sería bueno que Abinader, a cuyo gobierno lo tienen a soga corta en Washington y por eso lo de los tres o cuatro viajes “privados” que el primer mandatario ha hecho a EEUU, que esté listo por si a Trump se le ocurra cortarle alas y con solo plantearse una intervención militar en Haití “para impedir que desde República Dominicana se continue enviando grandes cargamentos de drogas” o lo simple, de inventarse que el gobierno dominicano “ha violado militarmente la frontera y poniendo en peligro la paz regional” y para imponer que el Comando Sur actúe en el territorio nacional suplantando a nuestras fuerzas militares o policiales.
¿Qué estamos suponiendo?, no y sí adelantarnos a cualquier tipo de medida truculenta de Trump y como por ahí viene de embajadora, una especialista en inteligencia, que no sería nada torpe comenzar a imaginar posibles escenarios de confrontación y si es que se quiere estar sobre aviso. ¿O se va destacar una suerte de intervención blanda con solo ordenarle a los bancos estadounidenses con bancos dominicanos corresponsales, que se les restrinja a los criollos sus operaciones financieras y crediticias y para poner de rodillas esta economía? De Trump se puede esperar cualquier cosa, hasta lo impensable.
¿Se entiende el por qué decimos, que decididamente los métodos de presión y acoso del presidente Donald Trump son los propios de un gánster y no contribuyen en nada a que nada se le pudiera confiar? Parecería que es un mal amigo y peor enemigo. Con Dios. (DAG) 11.03.2025