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Descubrir que la partidocracia apoya y protege el vandalismo social a lo alofoke es entender que ya no vale la pena ir a votar a las elecciones del 2024

Durante los últimos 62 años que en este país se instaló el sistema de la llamada “democracia representativa” no se había visto y con la crudeza de como ahora se exhibe, el secuestro que de la población e instituciones han hecho los partidos políticos, gobiernos y en alianzas turbias con la delincuencia social.

Sí se conocía, de múltiples casos de individuos provenientes del lumpen social criollo y de la delincuencia dominicana en Nueva York, que  desde los peores años del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) (1978-1986) habían logrado penetrar en el tejido social bajo el manto de la respetabilidad de negocios de todo tipo y siempre fundamentados en financieras, que luego el poder civil “legalizó” con el disfraz de bancos comerciales y todos con raíces profundas en el narcotráfico, el lavado de activos y el sicariato criminal.

Pero nadie supuso que se llegaría a los niveles de ahora, en los que después del paso del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en el poder (2004-2020) y haciendo abstracción de su primer gobierno reformador del 1996-2000 y sin poder dejar de mencionar y por su desfachatez e inmoralidad institucional, lo de la vuelta del PRD para el periodo 2000-2004, que de golpe, el gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM) (2020-2024) llegara mucho más lejos que todo lo anterior y al imponer una asociación delictiva con lo peor de la delincuencia dominicana de Nueva York, personificadas  con las bandas delincuenciales juveniles, que a lo alofoke y como se vio el pasado sábado en su invasión al sector de la ciudad colonial capitaleña en la que hubo de todo y tiros incluidos y violación sistemática de viviendas y atropellamiento total de la vida ciudadana o anoche en la calle 42 de Capotillo donde el caos y el tiroteo fue de apaga y vámonos.

Fue una horda de no menos tres mil individuos semidesnudos y borrachos y abiertos consumidores de drogas ilícitas, que incitados por un expresidiario que los alentó desde su plataforma radial en internet y a propósito de anunciar que había escondido 200 mil pesos en algún lugar de aquella parte capitaleña y que quien los encontrara serían suyos y lo más grave, que semejante incitación al caos que transcurrió en el lapso de seis de la tarde a cuatro de la madrugada y que fue apoyada por el mismo gobierno y lo que luego se comprobó con el silencio presidencial al respecto y la ausencia de castigo judicial para su repulsivo incitador.

A partir de esa situación, el velo que aparentemente cubría el honor del PRM quedó expuesto y con la verdadera cara de violador absoluto del orden social y lo más patético, viendo como el repulsivo incitador había sido designado “asesor de imagen” de la secretaria general del PRM y alcaldesa capitaleña y quien con una desfachatez insultante para la gente decente, se exhibe sin pudor alguno en el Palacio Nacional y amparado en los apoyos de los expresidentes Fernández y Medina Sánchez y ahora del presidente Luis Abinader.

Al hacerse este razonamiento, entonces ha quedado al desnudo, que el peor mal que tiene República Dominicana, es que la partidocracia ha devenido en un reducto de delincuencia desde el poder, que en este tiempo y a propósito de las elecciones de febrero y mayo del año que viene, está decidida a quedarse en el poder y haciendo uso de los peores recursos humanos y para que estos se encarguen de distorsionar la realidad y manipular la voluntad ciudadana o en caso extremo, hacer uso de lo peor del pandillerismo social con miras de imponerse en una renovación de poder, que solo pensarlo da asco y vergüenza de que pretensión semejante ya haya sido puesta en marcha.

Hasta el sábado y siguiendo con lo de anoche en Capotillo, los dos expresidentes arriba mencionados y el mismo presidente Abinader, como personas nos merecían el mayor de los respetos, pero después de la invasión de delincuentes juveniles que tomó por asalto la llamada ciudad colonial, hemos puesto en revisión y por la simple razón, de que parecería que es la partidocracia y no nadie más, el poder oculto que ha destruido el orden moral y social e impulsando la corrupción a gran escala que atenaza a esta nación y contando también con el apoyo de ese terrible sicariato mediático que lleva 19 años continuos  manipulando a la ciudadanía y bloqueándole su libertad de expresión, decisión, libre albedrío y escogencia electoral.

Entendiendo este escenario, entonces hay que concluir y si es que no se logra que esta situación cambie, que lo mejor que los ciudadanos podemos hacer, es cerrarnos a banda y no ir a votar en el 2024 y para que institucionalmente el podrido sistema político colapse y entonces lo mejor de la nación y por las vías que fuere, imponga un gobierno provisional de diez años que limpie a este país de la pus humana que le ha secuestrado y podrido sus instituciones.

Simplemente, parecería que no habría ninguna otra manera de restaurar el orden público y como base de un orden social que ha sido carcomido por la delincuencia política y en asociación con ese pandillerismo juvenil en los barrios periféricos de nuestras ciudades y que frente a su plan terrible de destruir a este país institucionalmente, se impone que lo mejor de sus hijos y desde sus instituciones tutelares, cívicas, religiosas y castrenses, tomen la iniciativa y emitan un accionar cívico de castigo estructural a una clase política de desalmados, que a tomado los gobiernos como plataformas para delinquir, prostituir las instituciones y reducir a la servidumbre de los sentidos a una mayoría poblacional, que a lo alofoke, es indudable que avergüenza a lo mejor de esta nación.

En consecuencia y dado que en la actualidad, el silencio oficial es la norma para que la desfachatez y la inmoralidad se le imponga a una ciudadanía y sociedad que no se merecen el trato oficial  de pura demagogia y amoralidad que el poder político le quiere imponer, que en resumidas cuentas expresemos que todos los ciudadanos debemos reevaluar nuestras relaciones, amores o simpatías con la partidocracia y luego que el pasado sábado desde la ciudad colonial se hubiese presentado el vergonzoso destape de inmoralidad y reiterado anoche a peor en Capotillo, que hasta ahora ni el mismo gobierno ha sabido explicar por qué ocurrió y mucho menos pedir perdón por la parte de culpa que le toca.

Justo por ello es por lo que afirmamos, que descubrir que la partidocracia apoya y protege el vandalismo social a lo alofoke, es entender que ya no vale la pena ir a votar a las elecciones del 2024. Con Dios. (DAG) 03.11.2023

 

 

 

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