martes, febrero 18, 2025
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Desde mitad de 1961 a lo que va de este año, son 63 años en los que delincuentes haitianos ilegales han asesinado no menos de diez mil dominicanos. ¿Por qué no los cuentan? Y en cambio, solo hablan de los menos de 5 mil haitianos que murieron en el 1937

No entendemos por qué y a nuestro juicio, como una torpe manera de desviar la atención pública, reaparecen un grupo de divulgadores de recuentos no exactos sobre la supuesta “matanza” haitiana fechada en el 1937 y la que en realidad fue un punto crítico de nuestra historia y originado en el hecho, de la existencia de una población ilegal haitiana, que prácticamente tenía gran presencia en el suroeste como en el Cibao y el noroeste dominicano y amenazaba la moneda nacional y su comercio.

La situación fue tan llamativa, que una gran mayoría de las fuerzas vivas dominicanas y encabezadas por la mediana burguesía de Santiago y de la línea noroeste con cabeza en Monte Cristi, se pronunció y hasta que sus reclamos llegaron al Poder Ejecutivo, en la persona del presidente Rafael Leónidas Trujillo y teniendo de vocero, a la senadora Isabel Mayer.

En resumidas cuentas, las quejas tenían que ver con que el comercio local se sentía amenazado por comerciantes haitianos y al extremo, de que el gourde, la moneda haitiana, los quejosos decían que circulaba libremente por toda la frontera y el Cibao y lo que entendían peligroso para fines de la soberanía nacional.

Si nos ubicamos en el contexto real de aquellos acontecimientos, se podría entender el origen real de todo: Que el comercio de manos haitianas era en cierto modo mucho más exitoso y dinámico que el dominicano y por lo que los representantes de estos últimos, al sentirse incapaces de enfrentar semejante competencia, apelaron al pronunciamiento de gran distorsión y por el que se pudiera entender, que supuestamente la soberanía nacional pudiera estar en peligro y lo que realmente no era del todo cierto.

Pero la pequeña burguesía criolla no quería ceder en sus argumentos y no obstante que Trujillo y al principio se resistía a complacerles en sus demandas, al final y por una simple razón de realismo y pragmatismo político, debió permitir que aquellos burgueses y por medio de sus empleados, azuzaran a más dominicanos y haciéndoles ver la otra vertiente del problema planteado: Que para aquel entonces, parecía que era verdad que la población flotante haitiana se había incrementado de una manera tan rápida, que para aquellos conservadores, entendían que significaba un peligro para la dominicanidad. En aquel tiempo los dominicanos eran menos de millón y medio de personas y 20 mil haitianos eran vistos como si hubiesen sido una multitud de 200 mil.

Y de las palabras se pasó a los hechos en las personas de guarda campestres provenientes de los fundos y fincas de la zona, protagonizando y en un lapso de tres días, una persecución furiosa contra los nacionales haitianos que generó en una de muertes aleves, que de acuerdo con las mejores fuentes y testimonios no pasó de cinco mil muertos y al momento que el Ejército enfrentó la situación y la detuvo en seco.

Debido a esa absurda tragedia, se entiende que fallecieron entre tres a cinco mil haitianos, pero también hay que consignar, que la reacción del pueblo dominicano fue grandemente genuina y de apoyo humano, pues cerca de 15 mil haitianos fueron ayudados a escapar de la muerte  llevándolos por parajes poco conocidos hasta dejarlos en territorio haitiano, en tanto cientos de familias dominicanas y fundamentalmente campesinas, les salvaron sus vidas a unos tres mil haitianos adultos y menores de edad, protegiéndolos en sus fundos y fincas y con el correr del tiempo adoptándolos y como fue el caso del futuro líder político José Francisco Antonio Peña Gómez, niño nacido en Haití de padres haitianos y bautizado como Oguis Pie.

Si nos atenemos a estos hechos y hablando en términos morales, no solo que el pueblo dominicano tuvo el gran papel de salvar vidas haitianas inocentes, sino que el Ejército Nacional, el régimen trujillista lo utilizó para parar la tragedia generada por la mediana burguesía criolla, la que como siempre y se ha visto a lo largo de estos años, solo entiende de amasar riqueza, si cuenta con la protección del gobierno de turno y con leyes que le fortalezcan sus monopolios.

Por aquellos primeros hechos de sangre y por un error de percepción del mismo Trujillo, a quien en rueda de prensa y preguntado por un reportero del Times de Nueva York y también otro del Tribune, se le preguntó respecto a cuantos fueron los haitianos que murieron y diciendo los reporteros, que ellos tenían informes de que habían muerto cinco mil personas.

Trujillo y prisionero de un nacionalismo tonto, dijo que no, que fueron 35 mil y para de esa manera dar a entender que al dominicano había que respetarlo y así nació la leyenda negra de la supuesta matanza de 35 mil haitianos y difundida ampliamente y tergiversada por la oposición antitrujillista en el exilio y con protagonismo del PRD, que entonces hasta sus responsables hablaban mentirosamente de tumbas “a ras del suelo”.

Sin embargo, desde el 1937 a hoy 15 de diciembre de 2024, van 87 años en los que nunca se han descubierto las supuestas “tumbas clandestinas”, a las que, desde hace veinte años, familiares de la burguesía que provocó aquellos hechos, medios y periodistas allegados se han sumado a esa desinformación y con el solo propósito de que esas familias no se las vea como instigadores del genocidio y sí que toda la culpa cayera en Trujillo y su ejército.

Hasta aquí la realidad. Pero ocurre, que hay otra matanza y continua que del lado dominicano y extrañamente, no se quiere reconocer y aun cuando la prensa dominicana ha hecho cientos de reseñas: Las de los 10 mil dominicanos asesinados por delincuentes haitianos en el territorio nacional en los últimos 63 años y el último, un ciudadano descuartizado recién y sin cabeza en una comunidad de Puerto Plata y por lo que hay siete haitianos detenidos, mientras en San José de Las Matas, Santiago, ayer se descubrió el cadáver de un profesor jubilado asesinado en su finca por presumibles trabajadores temporales haitianos.

Desde Haití absolutamente nadie se hace responsable moral por ese genocidio continuo y lo que debería obligar a que los dominicanos demandemos explicaciones y que también y de una vez y por todas entendamos, que quienes nacimos desde el 1937, ninguno somos responsables de las muertes de los haitianos de aquel entonces y, por lo tanto, no tenemos por qué colocarnos en la absurda situación como si tuviéramos culpa moral por los crímenes de otros.

¿Se entiende el por qué observamos, que desde mitad de 1961 a lo que va de este año, son 63 años en los que delincuentes haitianos ilegales han asesinado no menos diez mil dominicanos? ¿Por qué no los cuentan? Y en cambio, solo hablan de los menos de 5 mil haitianos que murieron en el 1937. Con Dios. (DAG) 15.12.2024

 

Imagen: presidentes Trujillo y Vicent en 1937

 

 

 

 

 

 

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