Destrujillización. Parte segunda

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Después de que un grupo de frustrados agentes de la estación dominicana de la CIA y desobedeciendo instrucciones de la sede central, continuaron la conjura que al final les llevó al asesinato de Trujillo, de quien y una parte, fueron seguidores desde sus tiempos en el Ejército en el 1928, e iniciaron el corrosivo esquema de la llamada destrujillización y la que en sus años más duros hasta mayo del 1966, significó un terrible proceso de pérdidas para esta economía de más de 500 millones de dólares.

Fue cuando los dominicanos de aquella época conocieron la terrible experiencia, de todo un grupo de pequeños burgueses y dirigidos y manipulados por el principal cabeza de la oligarquía, Juan Bautista Vicini Cabral, quienes entre junio de 1961 a junio de 1966, cometieron la primera parte del mayor saqueo que este país conoció en el siglo XX y al grado, de que todo el conglomerado empresarial e industrial creado en la dictadura y como trust o fideicomiso semi privado a favor del pueblo dominicano, así como las grandes empresas agroindustriales, pasaron por connivencia de los gobiernos del Consejo de Estado y luego del primero del Triunvirato, a esa oligarquía, que durante tanto tiempo y después de haberse beneficiado con la dictadura, agazapada, soñaba con robarse los activos creados por Trujillo.

Al mismo tiempo y para justificar legalmente semejante despojo, en el Triunvirato se estableció y por la facilidad institucional que le daba y como también fue para el Consejo de Estado, que se gobernaba mediante decretos-leyes, la creación de un nuevo tipo de acto notarial diferente al legal y legítimamente establecido, que era el Acto Auténtico y para dar paso al Acto bajo firma privada, que fue una monstruosidad creada para robar “legalmente” todos los bienes del Estado creados en tiempos de los 31 años de la Era de Trujillo (1930-1961).

La diferencia de ambos actos era realmente extraordinaria. Pues por el primero, todas las transacciones o negociaciones publicas y privadas tenían que regirse por una serie de requisitos legales que hacían imposible el robo a gran escala que se produjo en base a los Actos bajo firma privada, los que tenían un mínimo de requisitos y ninguno de fuerza de ley y mucho menos moral.

Mediante ese nuevo mecanismo, los trujillistas de primera línea, disfrazados de supuestos “antitrujillistas”, saquearon el patrimonio y el erario de la nación y generando un nuevo tipo de rico proveniente del Estado y como variable del rico plantacionista de la oligarquía y lo que se vino a conocer a la llegada del primer gobierno democrático luego del desajuste social “revolucionario” de abril de 1965, que sorprendentemente dirigió uno de los miembros de la familia de militares que cargaron con la responsabilidad de los incontables crímenes de la dictadura. Los Caamaño.

Con el inicio del gobierno constitucional de Joaquín Balaguer, el primero de tres para un periodo de doce años y como luego resultó, desde Hacienda se comprobó la magnitud del daño y saqueo institucional que con el pretexto de la supuesta destrujillización, los trujillistas de primera línea y en su innoble papel de supuestas “victimas de la tiranía”, prácticamente llevaron las finanzas públicas a la quiebra y para no hablar de la cacería inhumana de funcionarios o seguidores trujillistas, que no solo fueron maltratados de palabra y desconsiderados junto a sus familias, sino que al mismo tiempo se les despojó de sus bienes propios y con el pretexto de que habían sido obtenidos “robándole” a la nación.

Todos esos delincuentes de cuello blanco y con el apoyo de esa prensa dirigida hasta el 1980 por directores trujillistas, lograron salir indemnes de que se les pudiera encauzar por corrupción ante la justicia y en consecuencia, crearon un mecanismo de defensa propia vía la nueva clase media surgida en base a los saqueos perpetrados contra los bienes del Estado en tiempos de la dictadura y desde entonces y con una cara dura tremenda, se han constituido en el tenebroso grupo de poder criminal, que a nombre de la “sociedad”, dice quien sirve o vale en este país y bajo el disfraz de ciertas “fundaciones”.

Puntualicemos. Los antitrujillistas de primera línea y desde el 1928 cuando Trujillo ascendió a la jefatura del Ejército hasta junio de 1959, hablamos de 31 años viviendo del Estado, es decir, de Trujillo y hasta que produjo la invasión guerrillera cubana compuesta por una mayoría de hijos o familiares de esos “antitrujillistas” y por lo tanto, cayeron en desgracia política y social y hasta que el 30 de mayo y por la conjura contra el régimen, que en sus inicios patrocinó y financió la CIA, volvieron a ser beneficiarios del Estado y ahora como supuestas “victimas antitrujillistas”, que entre el primero de junio de 1961 y hasta hora, es decir, 62 años más y para un total de 93 años, se han constituido en una casta política, económica y dizque social, que realmente han vivido del pueblo dominicano y todos los miembros de esa casta, contando con ingresos facilitados por los gobiernos y también por sus monopolios y oligopolios y como nunca se había visto.

Naturalmente, a la nación todo esto se le ha ocultado y ahora gracias a la concentración de medios de comunicación en pocas manos y todos de la oligarquía como de la alta burguesía y manipulando indecentemente a tres generaciones cuyos miembros realmente no tienen una idea real de que ocurrió, aunque los jóvenes, si se dan cuenta de que por las formas como estos explotadores hablan mal de Trujillo y para que las nuevas generaciones odien su memoria, sin darse cuenta han terminado por despertar el interés de las nuevas generaciones y las que en muchos aspectos han llegado a la conclusión y a razonamiento a contrario, de que Trujillo no es el terrible monstruo del que estos explotadores de la nación hablan y de ahí que el Generalísimo se mantenga en el colectivo imaginario como el gran gobernante y estadista que fue.

Precisamente por esta equivoca situación y por la que parecería que los antiguos “antitrujillistas”, seguirán mintiendo y haciendo creer que fueron “victimas de la dictadura”, es que entendemos que ha llegado la hora de propiciar y crear una segunda parte de la destrujillización aquella y como la única salvaguarda, para que las nuevas generaciones puedan crear su propio camino, derroteros y políticas.

Lo que debe darse, si se toma en cuenta  que el 90 por ciento de los nacidos en la Era de Trujillo ya están muertos y menos de un millón camino hacia el mundo de los imprescindibles, por lo que cuando de aquí a diez años y excepcionalmente quince años, la cultura trujillista y su copia bizarra antitrujillista habrá desaparecido y todos sus alabarderos, definitivamente y a partir de ahí, las nuevas generaciones podrán recrear su país sin los fantasmas del pasado.

No en balde ha sido el paso del destino, al facilitar, que el actual presidente de la República sea el primero de la generación después de muerto Trujillo y por lo tanto la personalidad política indicada para imponer un verdadero cambio de dirección generacional a mejor para toda la nación y en base al predominio de sus nuevas generaciones.

De ahí que hablemos, que ahora hay que imponer la destrujillización y en su segunda parte y como la mejor vía para que los odios de los supuestos “antitrujillistas” no continúen avivando ese terrible peso muerto de un grupo de traidores y desalmados y sus descendientes, quienes de manera tan abusiva y en todos estos años, nos han secuestrado nuestra República y de paso, enriqueciéndose indecentemente. (DAG)