Dilema de alta seguridad militar. ¿Cómo es posible que se anuncie el inicio de un “dialogo internacional a favor de la transparencia y la integridad”, cuando la comunidad internacional y vía la ONU no reconoce a esta nación como lo suficientemente soberana e independiente para decidir frente Haití?

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Desconocemos si la clase política criolla se ha dado cuenta y también la empresarial, de que en materia de soberanía plena y en particular, en lo que atañe con nuestras políticas relacionadas con la República de Haití, a la nación dominicana se le desdeña, se le dan pretextos y para nada se le permite que juiciosamente decida sobre ese punto de inflexión y desafío al orden moral y existencia de dos naciones viviendo dentro de la misma isla y una de ella al tris de desintegrarse institucionalmente.

Y es, que analizándolo en perspectiva, lo que tenemos que ver y convencernos, es que por las razones que fuere, a los dominicanos y en particular por influencias negativas de metrópolis coloniales como Francia, en menor lugar España y decididamente con la gran prepotencia de EEUU se nos mediatiza nuestra soberanía y en función de pretextos diplomáticos variopintos y al extremo, de que en muchas situaciones que tienen que ver con el mantenimiento de la paz entre naciones, aquellos poderes fácticos del exterior, son remisos a entender a República Dominicana como una nación soberana de a pleno.

En este aspecto, solo hay que ver todas las marrullas y obstáculos que se nos colocan y para que de alguna manera no ejerzamos nuestro derecho soberano a decidir por nosotros mismos y no obstante que somos una de las cuarenta y tantas naciones que fundamos la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de antaño somos parte de muchos de sus organismos colaterales. Por ejemplo, hace menos diez años que se nos permitió ser parte del Consejo de Seguridad, cuando otras naciones del entorno y de menor importancia geoestratégica, accedieron hace tiempo a un sillón en dicho consejo.

Igual ha ocurrido con las misiones militares en las que hemos participado en  la antigua Yugoslavia como en países del Medio Oriente y al grado, de que desde la misma ONU y el propio Washington, se nos ha desalentado para que los veteranos militares provenientes de esas misiones, ninguno pudiera continuar sirviendo dentro de nuestro Ejército y la misma policía y como un modo, apenas advertido, de que para nada se quiere una nación dominicana autosuficiente en su propia defensa y para que llegado el momento, fuera necesario establecer una pax romana, sino en Haití, sí a todo lo largo de la frontera.

¿Tenemos autonomía para decidir en materia de logística, provisionamiento e iniciativas militares de auto protección?, ¿cuándo fue la última vez que EEUU y esto un ejemplo, accedió a vendernos armamento moderno y para no hablar de armas, pertrechos militares, aviones y barcos que nos permitieran volver hacer aquella potencia militar insular que lo fuimos en la Era de Trujillo?

¿Quién nos obligó a desprendernos de nuestro armamento o quien destruyó nuestra extraordinaria capacidad en materia de fabricación de armas y al extremo, de que se nos sabotearon nuestros servicios tecnológicos, la fábrica de armas San Cristóbal e igual la fábrica de pólvora, asuntos en los que pésimos y corruptos dominicanos de los gobiernos del Consejo de Estado y del Triunvirato (herramientas de la vieja oligarquía) contribuyeron de una manera harto irresponsable y ciertamente anti dominicana?

Es decir, si se analizara en detalle por parte de analistas dominicanos especializados en inteligencia y contra espionaje, fácilmente que se podría observar, como y sin  tirar un disparo, EEUU “nuestro primer socio comercial y aliado geoestratégico” desarticuló y al parecer definitivamente, nuestro aparato militar de defensa y producción y al grado, de que si de pronto ocurriera y como se está viendo que la anarquía total en Haití podría afectar seriamente nuestra seguridad nacional, no tendríamos ni siquiera suficiente combustible para no más tres días de operaciones, si el caso ameritara que debiéramos realizar una ofensiva militar hacia el país vecino.

Tal es la situación, que el 90 % de las empresas distribuidoras de combustibles derivados de los hidrocarburos, son dirigidos por estadounidenses de origen dominicano que no responden a los intereses dominicanos y sí a Washington o en concreto al Comando Sur estadounidense y lamentablemente, este “detalle” no ha sido observado con apremio por nuestras autoridades y no solo de este gobierno, sino también de los anteriores.

Sí, es cierto, se compraron unos aviones militares brasileños, pero en lo relativo a piezas y mantenimiento, también se depende del exterior y los que para colmos, solo se utilizan y en lo atinente a nuestros espacios aéreos y marítimos, para ser guardianes de los intereses estadounidenses en el área y llegándose a la situación, de que ahora mismo se entiende que tenemos “14 mil militares listos para combate” y destacados en la frontera, al tiempo que agua y cielo dominicanos quedan a merced y cuido de efectivos y equipos estadounidenses que entran y salen de nuestras fronteras aéreas y marítimas sin que nuestras propias autoridades se enteren.

Entonces, ¿qué tipo de clase política es la que tenemos, que ni en sueños, senadores y diputados , vale decir, el liderato político que detrás de ellos los maneja y controla, sus integrantes no tienen la visión de averiguar exhaustivamente que es lo que realmente está pasando en el aspecto militar y porqué las comisiones de defensa o de asuntos militares de nuestras cámaras legislativas, sus miembros no están atentos  a tratar de intervenir en todo lo relativo al dominio soberano, que de nuestros militares, políticas y equipos deberían tener las cámaras legislativas y para no hablar del mismo gobierno del presidente Luis Abinader y tal es la ausencia de responsabilidades y deberes, que un expresidente como el anciano de Hipólito Mejía, recibe todos los días y desde el ministerio de Defensa, más y mayores informes de inteligencia que los que sobre este particular debería tener el presidente de la República?

Y nosotros preguntamos, ¿por qué de este vacío institucional investigativo y restrictivo?, ¿se podría negar que estamos ante lo cierto, de que no tenemos una verdadera clase gobernante? Y si esto se comprueba, ¿hasta dónde podría hablarse de que el mismo gobierno tiene una verdadera autonomía operativa en el aspecto militar?

De ahí, que cuando se llega a esta conclusión, de que, y debido a estas fallas y vacíos, nuestra democracia es débil y la gobernanza peor, ¿no debería de extrañarnos del cómo, la comunidad internacional se comporta y hace reparos frente a la salvaguarda, que de nuestros propios intereses e increíblemente, se supone que deberíamos tener los dominicanos?

Por eso nos llaman poderosamente la atención, “las contradicciones” que vemos en lo relativo a las políticas de la “comunidad internacional” hacia este país, mientras se nos entretiene con congresos y seminarios internacionales que solo van dirigidos a alimentar los egos de nuestras clases, política y gobernante, distraerles de los objetivos básicos, tácticos y geoestratégicos que deberíamos tener como nación y mucho más ahora con el problema haitiano, donde en apariencias, nuestras armas apuntan hacia proteger la frontera, pero que si viniera una poblada haitiana inmanejable y se activaran al mismo tiempo las células durmientes de los 5 mil ex miembros militares haitianos que tienen años viviendo en nuestra nación y que desde los años de Arístide, advertíamos que estaban entre nosotros, fuera y en conjunto, el gran pretexto para que nuestras propias armas y ejército se volvieran en nuestra contra y al actuar como ejército colonial de ocupación de una potencia militar extranjera.

El peligro que vemos entonces es de dos vías. Una extrajera y otra criolla y ambas, manejadas por intereses no dominicanos y lo que nos hace advertir y tanto al gobierno como a la nación que debe prestársele la mayor atención a todos los movimientos y accionar de nuestros militares y al gobierno, a dejarse de estar actuando de bobo de la yuca, cuando ya es inminente que la coreografía militarista que EEUU le impondrá a Haití, también pudiera ser nuestro mayor peligro institucional.

Solo advertimos, no podemos hacer más y es por eso por lo que preguntamos inocentemente, ¿cómo es posible que se anuncie el inicio de un “dialogo internacional a favor de la transparencia y la integridad”, cuando la comunidad internacional y vía la ONU no reconoce a esta nación como lo suficientemente soberana e independiente para decidir frente Haití? (DAG)