lunes, junio 17, 2024
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Dominicanos unidos frente a la comunidad internacional

En la situación internacional actual la invasión de Rusia a Ucrania puso en evidencia que la hegemonía mundial se debate entre democracia y autoritarismo. Los primeros liderados por EE.UU. y Europa, los segundos por Rusia y China, aunque esta última con diferencias con Rusia. No es casual que todas las autocracias de América Latina: Cuba, Venezuela y Nicaragua, así como el Brasil de Bolsonaro, de la misma tendencia autocrática, han apoyado a Putin en su invasión a Ucrania. Es una guerra local, de repercusión global. Y viceversa, es una confrontación global, que se expresa localmente. Como decía el legendario político norteamericano Tip O’ Neil, no hay política internacional, sin política nacional.

La anterior introducción es para resaltar que, en relación con Haití, debemos dar una visión geopolítica y no limitarnos a una lectura institucional, social y cultural isleña. La degradación y disolución es inicialmente local, pero repercute en nuestro país y en la región de manera directa. El país vecino está siendo penetrado por intereses antidemocráticos con el objeto de ampliar la hegemonía de ese eje internacional y más temprano que tarde influenciar sobre nuestro territorio. Precisamente por eso es tan importante superar nuestras diferencias internas y enfocarnos en el objetivo central, que es proteger y potenciar de manera unida los intereses de la República Dominicana.

Para ello es necesario reconocer, como han afirman los nacionalistas que estamos compelido al patriotismo político, fundado en la integridad de nuestra nación respecto al vecino que ejerce una inmigración paulatina, creciente e ilegal. Paso clave para el presente y futuro de nuestra nación. En otras palabras, estamos obligados a resistir toda presión e invasión sea militar o pacífica. Y esto ha sido así desde “Abril de 1965”. También tenemos que reconocer nuestra tradición dual con respecto Haití, de mucho apoyo humanitario ante sus continuas catástrofes, junto a violaciones a los derechos humanos.

Yo he sido de los primeros en aceptar públicamente que estuve equivocado con respecto a la crisis haitiana. Una lectura cuidadosa y sin lentes ideológicos, me permitió comprenderla mejor. Las circunstancias de Haití se han agravado, actualmente su situación es insostenible.

Por eso, el primer deber dominicano, es escucharnos entre nosotros mismos. Entender que es lo que realmente decimos y queremos decir, en vez de descalificarnos mutuamente. No es posible que sigamos tildando de “traidores” a los que piensan de una forma, ni de “nazionalistas” a los que piensan de otra.

Es urgente ver este tema, más allá de ideologías que buscan ver todos los problemas bajo un mismo lente y empezar a verlo bajo los legítimos intereses propios. Necesitamos un Nacionalismo Humano realista, por aquello de que “si un hermano te pide que lo acompañes una milla, acompáñalo dos, pero que no te retrase”.

Denigrarnos y descalificarnos entre los dominicanos es el peor error que podríamos cometer para abordar, de manera eficiente, el grave problema que genera la inmensa descomposición del hermano pueblo de Haití. En efecto, ya no se trata de una migración masiva, sino de una potencial invasión desesperada en busca de sobrevivencia. Eso no es una simple interpretación, es un hecho constatable que debemos prever y evitar.

Sería un grave error insistir en dividirnos entre “anti haitianos y pro-haitianos”. Levantar la voz por los derechos humanos no es ser “traidor”, levantar la voz por la soberanía nacional no es ser “nazionalista”. La unidad nacional es el primer paso para abordar con patriotismo la grave situación.

La promoción de nuestra unidad e integridad como nación es el mejor apoyo para ayudarnos a nosotros mismos como Nación Dominicana y evitar que el tradicional victimismo del pueblo haitiano quiera perjudicarnos en la arena internacional. Es vital cooperar adentro, para reclamar afuera. Si nosotros seguimos con fisuras y descalificaciones entre nosotros, más posibilidades verá la comunidad internacional y los mismos haitianos para intentar imponer una salida dominicana al problema haitiano. Eso sería caminar hacia la irresponsabilidad, el desastre y la violencia.

Trabajemos y demostremos unidos, evitando los extremos, que estamos a favor de los valores democráticos, humanistas, trinitarios de República Dominicana. No contra nadie. Por: Nelson Espinal Báez [Diario Libre]

 

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